– Eh, entra en el maldito armario.

– Aqui -dijo Danielle; tiro de Sadie y lanzo un suspiro cuando esta coloco su peso en su regazo.

– No hagais ruido -ordeno Nick en voz baja.

Y se marcho.

Danielle permanecio sentada en la oscuridad con su perra de setenta y cinco kilos. Habia vivido situaciones incomodas en su vida, pero aquella… decididamente, aquella se llevaba la palma.

– Todo ira bien -dijo con suavidad.

Sadie se volvio en su regazo, un gesto con el que casi le rompio las piernas, y apreto su hocico humedo y caliente contra el cuello de Danielle. Movia las patas arriba y abajo, preguntandose cuando empezaria el juego.

– Esto no es un juego -susurro la joven-. Shhhh, no hagas ruido.

Pero Sadie estaba convencida de que era un juego, y estaba muy agitada, lo que implicaba que babeaba mas, se movia mas y Danielle tuvo que esforzarse al maximo por tranquilizarla.

– Lo se -susurro, abrazandole el cuello-. Lo se, lo se. Quieres jugar, pero ahora no. Ten paciencia.

Le dolian las piernas, que soportaban el peso del enorme cachorro, pero habia poco espacio para moverse en el armario. Aun asi, consiguio tumbarse y apartar las piernas para dejar a Sadie sitio y que pudiera bajarse de encima de ella.

Un poco mejor. No sabia encima de que estaba tumbada, pero resultaba bastante comodo y blando y se relajo un tanto.

Sadie capto al fin el mensaje de que habia que estarse quieta y se acurruco a su lado.

Estaba oscuro. Oia la voz de Nick y la voz del policia, pero no distinguia sus palabras. Bostezo con fuerza. Habia dormido muy poco en los ultimos dias y ahora sentia la falta de sueno en todos los musculos del cuerpo y en sus pensamientos confusos.

Se dijo que no debia dormirse, aunque Sadie ya lo habia hecho. Sus ronquidos profundos y regulares se burlaban del cansancio de Danielle.

Contar no sirvio de nada. Pensar en el desastre en que se habia convertido su vida, tampoco.

Nick. Pensaria en Nick. Tenia una sonrisa que le llegaba hasta los ojos. Ted nunca sonreia asi, como si la sonrisa ocupara toda la cara.

?Por que no se habia fijado en eso antes?

Nick tambien tenia buena voz. La oia ahora, hablando con el policia. En un pasado no muy lejano podria haberse enamorado de una voz asi, pero ya no. Enamorarse implicaba confiar, y ella ya no podia volver a confiar en nadie.

– Todo ira bien -susurro a la perra, que dormia. Se acomodo un poco y cerro los ojos.

El sargento Anderson miro la zona de recepcion del estudio. Sus ojos avispados no se perdian nada pero, por suerte, no habia nada que ver.

Por lo menos en esa parte.

– ?Seguro que no tiene ninguna cita hoy? -pregunto el sargento una vez mas.

– Ya le he dicho que estamos cerrados -repuso Nick-. El estudio es de mis hermanas y se han ido unas semanas de vacaciones.

– ?Usted no es fotografo?

– Soy periodista.

– ?Y si llama alguien y quiere encargarle un trabajo?

– Le doy una cita para cuando vuelvan.

El sargento Anderson entrecerro los ojos y lo observo con atencion.

– ?Pero usted no hace el trabajo?

– ?Ha probado usted a hacerle fotos a un bebe? ?O a una adolescente? -se estremecio-. Una verdadera pesadilla.

Anderson asintio despacio con la cabeza, examinando de nuevo el lugar.

– Si, tengo una de esas en casa. Le gusta maquillarse, los chicos, mirarse al espejo, los chicos…

– Exacto.

– Entonces, ?si alguien quiere hacerse una foto usted lo rechaza?

Nick no miro la pared del sur, al otro lado de la cual estaban en ese momento Danielle y su maldito perro. Si alguna de las dos hacia ruido o estornudaba, acabarian todos en un buen lio.

?Como diablos se le habia ocurrido esconderla y ofrecerle su ayuda? ?Habia perdido el juicio? Posiblemente si. Un vistazo a sus ojos encantadores pero vulnerables y habia empezado a perder neuronas a una velocidad alarmante.

Y ahora, aunque no tenia sentido, siguio mintiendo.

– Lo rechazo, desde luego. ?Pero se puede saber a que viene esto?

Anderson echo un ultimo vistazo a su alrededor.

– Busco a una mujer que querra una foto profesional de un perro que ha robado. En esta zona solo hay dos estudios de fotografia, asi que… -echo a andar hacia la puerta.

Nick lo acompano, con la esperanza de que todo acabara alli, pero, por supuesto, las cosas no eran nunca tan sencillas.

Anderson tenia algo mas que decir.

– Si viene por aqui una mujer llamada Danielle Douglass con un perro, aqui esta mi tarjeta. Llameme.

Nick tomo la tarjeta.

– ?Que le pasaria a ella?

– Dejenos eso a nosotros.

Cuando cerro la puerta, Nick se apoyo contra ella y respiro hondo. Era un periodista profesional. Perseguia historias y contaba la verdad. Toda la verdad y nada mas que la verdad.

Alli habia una historia, pero el problema era que no conocia los detalles.

Pero acabaria conociendolos. Eso seguro. Echo a andar con decision por el pasillo, entro en el estudio y abrio la puerta del armario.

Esperaba… bueno, no sabia lo que esperaba, pero no era lo que se encontro.

Danielle se habia quedado dormida sobre los animales de peluche que usaban sus hermanas en las fotos con ninos.

Pero cuando la luz le dio en el rostro, se enderezo parpadeando, con aire confuso. Y sexy. Muy sexy.

– ?De verdad te has quedado dormida? -no queria contemplar mucho su cuerpo tumbado sobre los munecos de peluche. Tendria que estar ridicula, pero en vez de eso estaba sexy y… Penso que, si entraba alli, ella le daria la bienvenida y le abriria los brazos. Y el la abrazaria y…

– ?Me buscaba a mi?

Nick la miro a los ojos, del color de una tormenta que se avecina.

– Tu sabes que si.

La joven dejo a un lado el osito de peluche que habia estado abrazando.

– No he podido oir lo que deciais.

– Es dificil oir cuando estas dormida.

– No lo estaba.

Pero si se habia dormido y Nick solo podia pensar que debia estar muy, muy cansada para ignorar de aquel modo a la policia.

– Creo que debemos empezar por el principio, Danielle.

– ?El principio?

– ?Tan extraordinaria es Sadie?

La joven miro a la perra, que seguia durmiendo.

– Si.

– ?Por que?

Danielle acaricio al animal.

– Es lo que se llama un perro tipo.

– ?Y que significa eso?

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