sorpresa.

Cailin prosiguio su camino. A primera hora de la tarde reunio a las mujeres y les dijo:

– No permitire que nadie cometa abusos con vosotras. Escondeos en el sotano, debajo del granero mayor. Hacedlo en cuanto podais, y no olvideis llevaros odres con agua. No salgais hasta que sea de manana, cuando yo vaya a buscaros. ?Daos prisa!

– Pero ?y vos, senora? -pregunto una de las servidoras.

– No me pasara nada -la tranquilizo Cailin.

Esta ya habia decidido lo que haria. Si no podia impedir que Ragnar llevara a cabo su lasciva intencion, debia matarle.

Los senos empezaban a dolerle e hizo una mueca de irritacion. La leche empezaba a rezumar por los pezones y a mancharle la tunica. Royse habia mamado por ultima vez a primera hora de la manana. Nellwyn habria encontrado una ama de cria para el en Braleah, y Cailin sabia que tendria que hacer algo para deshacerse de su leche.

Cailin cogio pan y un trozo de queso. Los criados habrian colocado varios jarros de agua en la buhardilla, como era habitual. Al entrar en la casa, Cailin observo que Ragnar no se hallaba alli. Conteniendo una risita subio a la buhardilla, recogio la escalera y aseguro la trampilla. No habia ninguna otra escalera que llevara hasta alli. Estaria a salvo durante un tiempo. Se quito la tunica y suspiro al ver su empapada camisa. Tambien se la quito y exprimio la leche de sus hinchados senos en un recipiente. Inmediatamente se sintio mejor; luego se lavo y se puso ropa limpia.

Empezo a oir ruido de actividad en el piso de abajo. Habia dado ordenes a sus criados de que sirvieran la comida de la noche como de costumbre, y que no negaran a los intrusos nada relativo a comida y bebida. Tenian que mantener a Ragnar y sus hombres lo mas satisfechos posible hasta que Wulf regresara. Cailin no tenia duda de que su esposo llegaria, y entonces recuperaria Caddawic. Nadie iba a robarle sus tierras. Ella habia nacido alli, como antes lo habian hecho diez generaciones de su familia. Y sus hijos seguirian viviendo alli. ?Nadie volveria a arrebatarle lo que era suyo! Ni Ragnar Lanza Potente ni Antonia Porcio. ?Nadie!

– ?Senora? ?Estas en la buhardilla? -oyo preguntar a Ragnar. -Me gustaria que te reunieras conmigo a la mesa. Baja.

– Me encuentro mal -respondio Cailin. -La excitacion del dia ha sido demasiado para mi. Debo descansar. Hace poco que di a luz y todavia estoy muy debil.

– Te sentiras mejor si comes. Eso te ayudara a recuperar las fuerzas. Baja, mi querida zorrita. Te dare trocitos de carne de mi propio plato y vino dulce para calmar tu inquietud -le dijo con tono dulce.

Cailin reprimio la risa.

– No lo creo, Ragnar. Estoy mejor sola -respondio, y a continuacion efectuo una serie de ruidos bastante convincentes para dar la impresion de que tenia arcadas y estaba a punto de vomitar. -Ooohhh… -gimio.

– Quiza tengas razon y estes mejor sola -coincidio el, nervioso, y ella le oyo apartarse de la trampilla. -Te vere manana.

Nada desviaba mas de sus intenciones a un hombre lujurioso que una mujer a punto de descargar el contenido de su estomago en su regazo, penso Cailin con una sonrisa de malicia. Cogio un trozo de pan y corto un poco de queso. Luego se lavo con agua fria y se sento a tejer.

Cuando la luz hubo desaparecido del cielo y ya no veia lo que hacia, permanecio sentada en silencio escuchando los ruidos del piso de abajo. Los hombres se estaban emborrachando. Lo sabia por la hilaridad, las exclamaciones y los cantos que se oian. De vez en cuando oia romperse algun objeto, y se enfadaba. En aquellos tiempos resultaba dificil obtener buenas piezas de vajilla. Sin embargo, al cabo de un rato el alboroto disminuyo y por fin la casa quedo en silencio.

Satisfecha de que los intrusos durmieran la borrachera, Cailin se levanto y se desperezo. Estaba agotada a causa de la tension del dia. Con las ultimas fuerzas que le quedaban, empujo dos baules hasta la trampilla para sentirse mas protegida. Las ventanas eran demasiado estrechas para que alguien entrara por ellas. Se pregunto que habia sucedido con Aelfa. Aquella zorra habia sido la unica mujer a la vista aquella noche. Cailin se quito la tunica y se acosto en su espacio para dormir. ?Cuanto tardaria Wulf en regresar?, se pregunto, y luego cayo en un sueno inquieto.

Se desperto automaticamente, como siempre, y se acerco a la ventana para mirar fuera. El cielo ya empezaba a iluminarse y vio humo procedente de la panaderia. Volvia a tener los senos llenos y de nuevo exprimio su leche. Se paso agua por la cara, orino y se vistio rapidamente. Aparto los baules, abrio la trampilla y coloco la escalera para descender.

Observo a Ragnar y sus hombres yacer esparcidos por el suelo en un profundo sueno inducido por el alcohol. No habia ni rastro de Aelfa, pero aquella zorra ya no le preocupaba. La casa era un revoltijo de bancos y mesas volcados, vajilla rota y vomitos. Cailin fruncio la nariz con repugnancia. Habria que cambiar las esteras de inmediato. La puerta de la casa no estaba atrancada y salio al patio. Aunque las puertas del muro estaban cerradas, no vio a nadie de guardia.

Se dirigio a las cocinas, entro y pregunto al panadero:

– ?Donde estan los hombres? En el patio no hay nadie.

– No lo se, senora -respondio nervioso. -No he salido de aqui desde que llegaron los intrusos. Aqui me siento mas seguro.

– Si-coincidio Cailin, -asi es. No temas, Wulf regresara pronto y echara a esos hombres de Caddawic.

Cailin salio de las cocinas y se dirigio a toda prisa al granero.

– Salid -indico a las criadas. -Los invasores yacen borrachos en la casa. Ahora no hay peligro.

Las mujeres salieron del sotano y se quedaron ante su ama. Ellas las examino con atencion. Dos eran jovenes y muy bonitas. Todavia se hallaban en peligro, pero las otras, viejas y mas feas, no lo estarian a menos que los hombres estuvieran muy borrachos y excitados. Envio a las dos doncellas mas bonitas a las cocinas.

– Decidle al panadero que os quedareis con el. Alli estareis a salvo. Si algun hombre de Ragnar entra, mantened la cabeza gacha y los ojos bajos, y si teneis que mirar de frente, haced alguna mueca para parecer feas. Puede ser vuestra unica proteccion. Ahora marchad. El patio esta vacio y no hay peligro. Al parecer nuestros hombres han desaparecido.

Las dos muchachas se alejaron corriendo y Cailin instruyo a las restantes mujeres:

– Realizad vuestras tareas con normalidad. Si Wulf no viene hoy, esta noche tendreis que volver a esconderos aqui. Yo no podre venir a buscaros cuando sea el momento oportuno. Tendreis que espabilaros. Es todo lo que puedo hacer para manteneros lejos de las garras de Ragnar.

Los intrusos por fin despertaron y salieron de la casa tambaleandose para hacer sus necesidades. Cailin y sus mujeres barrieron la casa para eliminar los restos de porqueria y vomitos. Colocaron esteras nuevas, mezcladas con hierbas aromaticas. Sirvieron la comida de la manana, pero pocos la comieron antes de que les fuera retirada.

Ragnar se sento a la mesa con una gran copa de vino en la mano.

– ?Donde estan tus hombres? -pregunto a Cailin.

– No lo se. Crei que tu les habias encerrado en alguna parte. Si conocian la manera de escapar, estoy enfadada por no haberme llevado con ellos -concluyo, y su tono irritado le convencio mas que sus palabras de que decia la verdad.

Ragnar asintio.

– Muy bien. Veo que tus mujeres han vuelto. -Las envie a pasar la noche a un lugar seguro -respondio Cailin con aspereza. -No quiero que nadie viole a las mujeres que estan a mi cargo. ?Donde esta Aelfa? No la he visto en toda la manana.

– Va a casarse con Haraldo en Lug. Probablemente estan en algun lugar desfogandose. Aelfa es una muchacha muy apasionada.

– Tiene la moral de un pajaro -observo Cailin.

– Si, asi es -coincidio Ragnar con una risotada. -He advertido a Haraldo que sera mala esposa para el, pero esta decidido a poseerla, ?y que puedo hacer yo? Mi hermano ha dado su permiso para que se casen.

El resto del dia transcurrio mas lentamente que nunca. Cuando empezo a ponerse el sol. Cailin vio con satisfaccion que las mujeres habian vuelto a desaparecer. Y ella se apresuro a subir a la buhardilla antes de que Ragnar pudiera encontrarla. Tenia los senos a punto de explotar y la leche ya empezaba a empaparle la ropa. Recogio la escalerilla, cerro y puso los clavos en la trampilla. Arrastro los baules como la noche anterior y suspiro,

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