– Eres demasiado jovencita para tener esas ideas.
– ?No soy jovencita! Cumplire dieciseis a fines de abril.
– ?En serio? Entonces casemonos ya mismo o seras una vieja para mi -bromeo St. Claire.
– ?Bravo, tienes sentido del humor! ?Que alivio! Temia que fueras demasiado serio.
El conde de Witton lanzo una carcajada.
– Lord Cambridge me aseguro que jamas me aburriria contigo, Philippa, y a juzgar por nuestro breve encuentro, veo que no mintio. Bien, ya nos hemos conocido y conversado… ?Que dices? ?Quieres que sigamos o no?
– Ambos debemos casarnos. Si lo deseas, puedes cortejarme, milord, pero te ruego que esperemos un poco antes de formalizar el compromiso.
– Por supuesto. Le pedire permiso a la reina para llevarte a mi casa en Oxfordshire Tambien invitare a lord Cambridge y a tu hermana. Supongo que querras conocer Melville. -Levanto la mano que aferraba entre las suyas y la beso-. Ahora si te devuelvo tus preciosos deditos.
– ?Te quedaras mucho tiempo en Londres?
– Hasta que la reina me conceda una audiencia. Luego, regresare a Brierewode y me ocupare de que acondicionen la casa para tu visita. Quiero que la conozcas en todo su esplendor. El invierno esta terminando, pero es mejor viajar antes de que se inunden los caminos. Brierewode es hermoso aun en esta epoca del ano.
– Si decidimos contraer matrimonio, milord, quisiera hacerlo despues de la visita de la corte a Francia, que sera a principios del verano. Nunca estuve alli, y si bien considero que Enrique y Catalina son las estrellas mas brillantes del firmamento, me gustaria poder contarles a mis hijos que tambien he conocido a los reyes de Francia.
– De acuerdo, pero ire contigo, Philippa. Eres demasiado joven e inocente pese a tu sofisticada apariencia. Los franceses son muy taimados y no quiero que un apuesto caballero de la corte se abalance sobre ti. Yo te acompanare y te protegere.
– No necesito proteccion, milord. Se defenderme sola -declaro con indignacion.
– ?Conociste alguna vez a un frances?
– No, pero no creo que sean mas picaros que nuestros cortesanos.
– Son muchisimo mas picaros, y lograran que te quites el vestido sin siquiera darte cuenta. Los franceses son maestros en el arte de la seduccion. Debo cuidar la reputacion de la futura condesa de Witton. Confia en mi, tengo bastante experiencia en estas cuestiones.
– ?Pero descubriran nuestro compromiso! -exclamo contrariada.
– ?Y que? ?Acaso deseas ser seducida? Porque si lo deseas, me hara muy feliz complacerte -ronroneo el conde de Witton entrecerrando peligrosamente los ojos.
Philippa dio un respingo.
– ?No, milord! Te prometo que sere muy precavida.
– Por supuesto que lo seras, pues no me alejare de tu lado, pequena. Todos sabran que eres mi prometida y no se atreveran a mancillar tu virtud.
– ?Jamas permitiria tal cosa! ?Supones que he arriesgado mi honor en los tres anos que he estado en la corte? ?Me ofendes!
– ?Juras que jamas has besado a ningun joven del palacio?
– Claro que n… -Philippa interrumpio la frase. Habia besado a sir Roger Mildmay, pero ?como podria explicarselo?- Bueno, si, fue en la primavera pasada. Me habia reservado para Giles hasta que el me rechazo, estaba tan enfadada… y una amiga me convencio de que mi reputacion no peligraba, asi que le concedi el privilegio a un amigo.
– En ese momento obraste impulsada por la ira. Tienes que impedir que las emociones guien tus actos, Philippa. Esa conducta pudo llevarte a cometer un error fatal. ?Quien era el caballero en cuestion?
– ?Se dice el pecado pero no el pecador, senor! Solo puedo decirle que fue un tal sir Roger. Y solo me beso. No se tomo otras libertades y ademas es un amigo.
El conde de Witton no sabia si reir o reganarla. Por lo visto, la reina no ejercia un control absoluto sobre sus doncellas, era comprensible pues esa pobre mujer estaba abrumada de problemas. Al fin y al cabo, era un milagro que no se hubieran producido mas escandalos.
– Antes de casarnos, si es que lo hacemos, dejaras de experimentar con esos jueguitos. Si deseas ser besada, sere yo quien lo haga.
– ?No lo entiendo! ?Que hay de malo en un beso inocente?
– Tu reticencia aviva aun mas mi curiosidad.
– ?Acaso te sientes deshonrado por mi conducta y deseas limpiar el honor de tu familia? -pregunto Philippa con candor.
– ?De ningun modo! No tengo la menor intencion de reprender a ese muchacho por haber consolado a una nina despechada en una epoca en la que ni siquiera te conocia. Lamento que me hayas interpretado mal. Sin embargo, si has a ser mi esposa, no puedo dejarte sola en Francia. No se veria bien. Como futuro marido, tengo el deber de escoltarte dondequiera que vayas.
– Podriamos comprometernos formalmente luego de regresar de Francia.
– Si no nos comprometemos antes del viaje, Philippa, olvidate del matrimonio. Dices que cumpliras dieciseis anos en abril. Bueno, yo tendre treinta y uno en agosto. Ninguno de los dos puede esperar mas tiempo Quiero tener un heredero lo antes posible. Te concedo la libertad de ir a Francia con la corte, pero yo te acompanare a todas partes. Y nos casaremos en cuanto regresemos a Inglaterra. Si no aceptas mis condiciones aqui y ahora, no veo motivo para continuar esta conversacion.
CAPITULO 08
– ?Es increible! -se quejo Philippa a lord Cambridge, y le relato su conversacion con el conde de Witton. La joven estaba tan ofendida por las exigencias de Crispin que habia abandonado el salon corriendo.
– Lo siento, querida, pero estoy de acuerdo con el -admitio Thomas Bolton.
– Pero, tio, se comporta como si no me tuviera confianza. No puedo casarme con un hombre que no cree en mi -replico Philippa furiosa.
– Aunque Crispin te conociera lo suficiente como para confiar en ti, jamas te dejaria viajar sola a Francia. No es decoroso. Ahora, volvamos al salon y arreglemos este enojoso asunto.
– ?Pero, tio! -protesto.
– Philippa, comportate. El conde es un magnifico candidato. Espero que no lo hayas ahuyentado con tus caprichos de nina malcriada. Debemos volver a reunimos con el de inmediato. -Su voz era severa. Philippa parecia sorprendida. Nunca habia oido a Thomas Bolton hablar de esa manera.
– ?Alguna vez le hablaste asi a mi madre?
– No, porque nunca fue necesario. Ahora, pequena, ve ya mismo a la sala. -Y la empujo suavemente hacia la estancia donde el conde de Witton permanecia de pie y de mal humor mirando el rio.
El conde se dio vuelta en cuanto la joven entro en la estancia.
– Philippa viene a pedirle perdon por su conducta -anuncio lord Cambridge- y agradece que la acompane a Francia este verano. ?No es asi, Philippa?
– Bueno, esta bien -murmuro con rencor la muchacha-. Me disculpo, milord.
– Muy bien -acepto lord Cambridge, satisfecho-. Ahora hagan las paces, por favor. Ambos tienen un espiritu independiente, pero deben aprender que, a veces, hay que ceder para llegar a un acuerdo razonable.
– Es cierto -respondio el conde mirando a Philippa.
– Lamento haberme marchado de una manera tan precipitada -reconocio Philippa con frialdad-. ?Me senti ofendida, milord! Nadie ha dudado de mi jamas.
– No fue mi intencion -replico el conde-. Solo me preocupaba por tu buen nombre y honor, Philippa. Me alegra que aceptes de buen grado que te acompane a Francia.
Ella asintio complacida.