abandonada. Estuvo a punto de protestar.

– Bien -anuncio el conde-. El acuerdo entre nosotros ha quedado sellado, senorita Meredith.

– Pero ?yo no dije nada!

– Pronto lo haras -prometio con su voz profunda y la libero de su abrazo.

Ella se tambaleo, pero recupero de inmediato el equilibrio.

– Debo irme a dormir. Tendre que madrugar para llegar al palacio antes de la primera misa. La reina siempre espera que sus damas de honor la acompanen. Buenas noches, milord. -Le hizo una reverencia y se retiro.

Crispin la miro partir. Luego, se sirvio una copa de vino tinto. Se sento junto al fuego y recordo los acontecimientos del dia. ?Era correcto casarse con una mujer como Philippa Meredith? Si, la deseaba. Y no estaba en sus planes esperar meses o anos para desposarla. Seguia conmovido por el contacto con los labios de la muchacha. No era una cortesana experimentada, por cierto, sino una nina inocente y encantadora. La dejaria ir a Francia y, aunque ella no lo supiera todavia, partiria de viaje ya convertida en su esposa. Al dia siguiente le pediria una audiencia al cardenal Wolsey y le ofreceria sus servicios durante el encuentro entre el rey Enrique y el rey Francisco. Crispin St. Claire sabia que harian falta diplomaticos experimentados para la ocasion. Si bien el cardenal era muy eficiente, no le correspondia ocuparse de los detalles tales como la ubicacion del pabellon de cada rey y reina, la cantidad de caballos, la calidad y cantidad de comida y bebidas o el numero de cortesanos. Nada debia quedar librado al azar. Cada monarca debia sentirse el mas importante y el mas poderoso. El trabajo requeria dedicacion y planificacion para llevar a cabo la tarea mas importante: lograr que Enrique Tudor y Francisco I se convencieran de que este encuentro los beneficiaria.

Philippa partio temprano a la manana siguiente, incluso antes de que lord Cambridge o el conde se levantaran. No queria hablar con ninguno de los dos hasta que tuviera tiempo de reflexionar. Habia dormido mal. La velada con Crispin St. Claire la habia dejado un poco confundida: era un hombre muy decidido, evidentemente estaba acostumbrado a hacer las cosas a su manera. Pero, por desgracia, ella tambien.

Su padre habia muerto cuando ella era una nina. Se crio practicamente entre mujeres. Edmund Bolton era un hombre tranquilo y, cuando quedo a cargo de Friarsgate, eran Rosamund y Maybel las que en realidad tomaban las decisiones importantes. El tio Thomas tampoco interfirio en los planes de su prima, siempre fueron amigos leales y hasta intimos confidentes. Y cuando Philippa regreso a su casa, a raiz de la boda de su madre con Logan Hepburn, su padrastro nunca se entrometio en la administracion de tas tierras de su esposa. En las raras ocasiones en que Philippa iba a Claven's Carn junto con ellos, se la consideraba la heredera de Friarsgate.

En una palabra: la joven no estaba acostumbrada a que un hombre le dijera lo que tenia que hacer. Pero Crispin no lo habia hecho -reconsidero Philippa-, simplemente queria ejercer sus derechos como senor de la casa. El conde era un candidato excelente para una mujer de su posicion. Y cuando la beso… Philippa sintio un ardor al recordar el beso y sonrio. Fue una experiencia maravillosa, casi deseaba que la besara de nuevo, durante un largo rato sin detenerse.

Esa misma manana, el conde de Witton entro en el salon de la casa de Thomas Bolton y lo encontro vacio, con excepcion de los criados.

– ?Donde esta la senorita Meredith? -pregunto.

– Volvio a Richmond, milord. Todavia no habia salido el sol cuando pidio una barca. ?Le traigo su desayuno, milord?

El conde asintio. Le hubiese gustado hablar con ella antes de su partida. ?Acaso habia escapado de el? ?O, en efecto, debia estar de regreso antes de la primera misa? ?Era tan importante para la reina que ella llegara a tiempo? Comio en abundancia y paso la manana en un estado de inquietud hasta que lord Cambridge hizo su aparicion, como era de esperar, vestido con magnificencia. Evidentemente, el tambien pensaba retornar a la corte. El conde habia visto que la barca de Bolton habia regresado y que flotaba apacible en el rio, junto al muelle.

– Querido muchacho, ?cuanto tiempo lleva despierto? -pregunto Thomas Bolton a su invitado, tomando una copa de vino aguado que le ofrecia un sirviente.

– Varias horas, Tom.

– ?Ha visto a mi querida sobrina antes de que partiera? -No. Se fue mucho antes de que yo me despertara. Un sirviente me dijo que apenas estaba clareando cuando se marcho. -La joven es muy cumplidora.

– Quiero que redactemos el contrato de compromiso cuanto antes -anuncio el conde-. Philippa acompanara a la reina a Francia dentro de unos meses, pero yo preferiria que lo hicieramos como marido y mujer. Pensaba ir ahora mismo a ofrecerle a Wolsey mis servicios para el evento. El rey elegira solo a unos pocos privilegiados, asi que debo ponerme al servicio del cardenal aunque sea por un breve lapso.

– ?Y Philippa esta tan ansiosa por casarse como usted, muchacho?

– Aun no lo he discutido con ella. No es asunto suyo cuando nos casaremos -replico el conde.

– ?Calma, muchacho! No puedo anunciarle sin mas a mi sobrina que usted ha elegido la fecha del casamiento. Puedo hacer redactar los papeles del compromiso, pedirle permiso al rey para la boda, pero primero debe decirle a Philippa que planea casarse antes del viaje a Francia. Seguramente habra descubierto anoche que mi sobrina no es una criatura mansa como una ovejita. Tendra que utilizar todas sus habilidades diplomaticas para convencerla. Por supuesto, yo tambien hare mi parte del trabajo para facilitarle las cosas: le recordare que Banon no puede casarse hasta tanto ella no lo haga. Y Philippa sabe que Banon y Robert Neville desean hacerlo pronto. Si aceptara la fecha que usted le propone, su hermana podria casarse en Otterly en el otono o a comienzos del invierno. El unico problema es que Rosamund se sentira desilusionada por no poder acompanar a su hija en un acontecimiento tan importante. Aunque estoy seguro de que sabra comprender. Por otra parte, en este momento debe de estar por dar a luz, no le permitiran alejarse de Claven's Carn.

– ?Usted podria actuar en representacion de la dama de Friarsgate?

– Si y el rey lo sabe. Pero recuerde, querido Crispin, que no obligare a Philippa a casarse con usted. Su madre jamas lo permitiria.

– Rosamund llego tres veces al altar por decision de terceros. Solo pudo elegir al cuarto marido y, no se cansa de repetir que sus hijas deben escoger con absoluta libertad al hombre que las despose. ?Claro que ella lo aprobaria! Pero no es a Rosamund a quien debemos convencer, sino a Philippa. Intercedere en su favor. De hecho, pienso que seria bueno para Philippa contar con la proteccion de un marido.

– ?Usted viajara con la corte? -pregunto el conde.

Lord Cambridge sacudio la cabeza.

– El encuentro entre el rey de Inglaterra y el de Francia es un evento de gran trascendencia. Solo invitaran a los miembros de la alta nobleza. No soy lo bastante importante. Regresare al norte junto con Banon Meredith y el joven para arreglar los detalles de la boda. Quizas ustedes puedan venir a! norte para conocer a la familia de Philippa. Estoy seguro de que mi adorada sobrina querra asistir a la boda de su hermana.

– ?Esta seguro de que Philippa formara parte de la comitiva de la reina? No me gustaria ofrecerle mis servicios a Wolsey y luego estar separado de mi esposa durante unos meses.

– Si. Pese a su humilde origen, es una de las favoritas de Su Majestad -aseguro lord Cambridge-. La reina la querra a su lado. Philippa tiene el don de alegrar a Catalina cada vez que se entristece. ?Y que aventura sera para la nina viajar a Francia, querido Crispin! Solo visito Escocia con su madre y Dios sabe que es un lugar extrano para un ingles, ?pero Francia es otro mundo! Sera algo que Philippa jamas olvidara. ?Sera capaz de convencerla de que la boda se celebre antes del verano?

– No lo se -admitio Crispin con extrano candor. Podia escuchar la voz de Philippa diciendo:'Pero ?yo no dije nada!'. ?Como debia hablarle? ?Directamente? ?Con mucho tacto?

– Si estuviera en su lugar -sugirio lord Cambridge-, cortejaria a la muchacha empleando todos los recursos disponibles. Poesia, obsequios, pero, sobre todo, pasion. Querido, las virgenes son muy sensibles, pero a la vez curiosas y es muy raro que sean inmunes a la pasion.

– No me estara sugiriendo…

– Si fuera usted -lo interrumpio lord Cambridge-, haria todo lo necesario para ganarme el favor de mi amada. Una seduccion habil es un arma infalible para robarle el corazon a una amante testaruda.

– Creo que el cardenal Wolsey hubiera encontrado en usted a un servidor astuto e inteligente, milord.

Thomas Bolton solto una risotada.

– Muchacho, soy demasiado sensato para involucrarme en negociaciones politicas entre paises o gobiernos. Les dejo esa tarea a quienes necesitan darse importancia.

Ahora reia el conde de Witton.

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