Tomando a Philippa por los hombros, el conde la miro a los ojos.

– Prometeme que te quedaras aqui, pequena. Ire a hablar con el cardenal Wolsey. El decidira como manejar este asunto -la beso en la frente-. Vendre a buscarte si el cardenal desea verte.

Philippa asintio y se quedo mirandolo mientras el se alejaba. Se habia mostrado muy enojado cuando la encontro y ella lo acuso de estar celoso. ?Realmente lo estaba? ?Por que motivo? Ella jamas haria nada que enlodara su reputacion, y el lo sabia.

?Era posible que Crispin St. Claire sintiera carino por su esposa o incluso amor? Nunca le habia dicho nada, pero la forma en que le hacia el amor demostraba que, al menos, se sentia atraido por ella. La joven suspiro. Habia una sola persona capaz de aclarar todas sus dudas: su madre, Rosamund Bolton, que se hallaba muy lejos de Francia, en el norte de Inglaterra. Philippa se sento a esperar. No le quedaba otra alternativa.

– ?Hay otro banquete esta noche? -pregunto Lucy acercandose a su ama.

– Si, ve y presentale mis excusas a la reina. Dile que el viento y el polvo me han causado un terrible dolor de cabeza, y que la vere manana antes de misa.

– ?Se encuentra bien, milady?

– No lo se. ?Vete ya!

– Regresare enseguida.

Cuando Lucy volvio, Philippa reunio a los dos sirvientes, les conto lo que habia escuchado y les explico que el conde habia ido a ver al cardenal para informarle del complot.

– No digan una palabra -les advirtio-. Ignoro que hara el cardenal, pero supongo que querra capturar a los conspiradores.

– ?Que horror! -exclamo Lucy, conmocionada.

– Mantendre la boca cerrada y los oidos bien abiertos, senora -dijo Peter.

– ?Podria haber muerto asesinada, milady! ?Y como diablos le hubiera dado semejante noticia a su madre? Ademas, Annie me habria acribillado.

Philippa sonrio ante el comentario.

– Me temo que cuando volvamos a Inglaterra la vida nos resultara aburrida -bromeo.

Lucy y Peter no pudieron contener la risa.

– Me permito decir que mi vida se ha vuelto mas interesante desde que usted se caso con el amo -confeso Peter.

Finalmente, Crispin regreso y anuncio que, despues del banquete, cuando cayera la noche, el cardenal iria al pabellon del conde y la condesa de Witton para hablar con Philippa. Thomas Wolsey no queria que la joven se presentara en sus cuarteles, pues habia mucha gente y su presencia alli resultaria sospechosa.

– Mande decir a la reina que me encuentro enferma. No me sentia capaz de asistir a una gran reunion despues de haberme enterado del plan de asesinato -explico Philippa.

– Esta bien. Ire a buscar al cardenal. Dado que he estado a su servicio previamente, a nadie le extranara vernos partir juntos. Mi mision aqui era recabar informacion que pudiera interesarle al rey, pero no logre averiguar nada que no supiera todo el mundo, hasta que tu descubriste ese plan macabro. Agradezco a Dios que oyeras a esos hombres, pequena, pero mas le agradezco que te haya devuelto sana y salva.

– Les conte todo a Lucy y Peter -le comunico Philippa, extranada por la ternura en la mirada de su esposo.

– Hiciste bien, ellos deben saber lo que pasa y son lo bastante inteligentes como para mantener cerrada la boca. -La rodeo con sus brazos y le alzo la barbilla-. Promete que no iras a ninguna parte hasta que se haya resuelto este asunto.

– Lo prometo.

El conde la beso con tanta dulzura que ella parecia derretirse en sus brazos y quiso creer que la amaba, pero al instante trato de quitarse esa idea de la cabeza. Era su esposa y no debia importarle que la amara. Sin embargo, le importaba, y mucho, aunque no entendia por que. Queria regresar a Inglaterra y hablar con su madre.

– No debes pensar cuando te beso -bromeo el conde.

– Estaba pensando en lo maravillosos que son tus besos. Creo que me gusta estar casada contigo, esposo mio.

– Me alegra oir eso, Philippa, pues yo tambien estoy muy contento de ser tu esposo, mucho mas de lo que habia imaginado. -Volvio a besarla-. Extrano nuestros juegos amorosos -le susurro al oido.

Philippa asintio ruborizada.

– Tambien pensaba que no veo la hora de regresar a Inglaterra, milord. Estoy un poco cansada de la corte y deseo ver a mi familia. Quiero que los conozcas a todos y estoy ansiosa por mostrarte Friarsgate.

– ?Acaso cambiaste de opinion, pequena?

– No, en absoluto. Prefiero mil veces Brierewode; es un lugar pacifico e ideal para criar a nuestros hijos -dijo Philippa con las mejillas arreboladas.

– Tengo que prepararme para ir al banquete. Si sigo abrazandote asi, querre llevarte a la cama y hacerte el amor para concebir al primero de nuestros hijos.

Con sus delicados dedos, Philippa le acaricio el rostro.

– Ya habra tiempo para eso, milord. Pronto regresaremos a nuestra querida Inglaterra.

– Antes de ir al norte quisiera pasar por Brierewode.

– Mi hermana se casara a fines del verano. Sabremos la fecha exacta cuando lleguemos a Oxfordshire. Estoy dispuesta a quedarme en Brierewode todo el tiempo que sea necesario, pero de ninguna manera me perdere la boda de Banon con el joven Neville.

– De acuerdo, pero con la condicion de que pasemos el invierno en nuestro hogar. Nos imagino a los dos juntos sentados frente al fuego mientras afuera es de noche y nieva.

– Acepto, milord -replico Philippa con una sonrisa-. Pero me sentaras en tu regazo, me acariciaras como solo tu lo haces y me llenaras de placer.

– Senora -gimio Crispin-, el cuadro que pintas es tan tentador que borraria todos esos meses que faltan para poder gozar de tan dulce intimidad.

– Peter -ordeno la joven-. Ayuda a tu amo a vestirse para la fiesta de esta noche. Lucy, ve al pabellon de la cocina y traeme algo de cenar. -Se deslizo suavemente de los brazos de Crispin. 'Lo amo' -penso.

El conde se lavo con el agua de la jofaina y luego se emperifollo para el banquete.

– No se cuando estare de regreso -dijo a Philippa antes de salir-. Sabes como son estas fiestas en las que los anfitriones se desviven por impresionar a los invitados. -Beso sus labios y se retiro con un suspiro de tristeza.

Lucy sirvio una suculenta cena. Apenas podia mantenerse en pie por el peso de la bandeja que cargaba. La senora y sus criados se sentaron a la mesa y comieron un enorme pollo asado, tres pasteles de carne, pan fresco, mantequilla, un queso blando frances y duraznos frescos. Pese a los terribles acontecimientos de ese dia, Philippa tenia mucho apetito. Devoro con fruicion los deliciosos platos, bebio dos copas de un exquisito vino dulce, y al rato la invadio una profunda modorra, pero dijo:

– No debo quedarme dormida.

– Y tampoco puede permanecer despierta, milady -senalo Lucy-. Vaya a la cama. La despertare en cuanto vuelva el senor. -Acompano a su ama al dormitorio, la ayudo a desvestirse, le puso el camison, le cepillo la larga cabellera y la acosto en la cama. Philippa se durmio enseguida-. Pobre senora -dijo Lucy a Peter cuando entro al otro cuarto-. Fue muy valiente hoy, pero imagino que habra sentido un miedo atroz. Yo me hubiera aterrorizado en su lugar.

Hacia la medianoche, el conde regreso a la tienda acompanado por el cardenal Wolsey y uno de sus sirvientes. Ordeno a Lucy que despertara a su esposa. Philippa se aparecio en su largo camison de seda, que se ataba al cuello con cintas de seda blanca. Era un atuendo bastante modesto, dadas las circunstancias. El cabello suelto la hacia parecer mas joven e inocente.

– Su Gracia -dijo con una reverencia y beso la enorme mano de Thomas Wolsey.

El cardenal tomo asiento, pero no invito a sentarse a sus anfitriones.

– Su esposo me ha contado el episodio de esta tarde. Ahora quisiera escuchar sus propias palabras, senora. Digame que paso cuando dejo la tienda del rey.

Philippa se sonrojo.

– El primo de mi esposo habia desaparecido y yo no sabia como volver al sector ingles. Como sabra, Su

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