partir de lo que podia intuir, Stallard tenia treinta y seis anos. Su padre se caso de edad madura y tenia cincuenta anos cuando Stallard nacio, como le revelo este ultimo. Murio hacia seis anos, a la edad de ochenta anos.
– Debo haberme quedado dormida -sonrio Nona al oirlos regresar a la sala de estar-. ?En donde?… Farran, hazme un favor y sube para buscar mi tejido… -se interrumpio al oir el timbre de la puerta principal. Farran se levanto a abrir antes de que nadie pudiera adelantarse.
– ?Tad! -exclamo al abrir la puerta y ver al medico-. ?Que amable de tu parte que hayas venido a ver a la senorita Irvine!
– Nada de amable -sonrio-. Tengo un par de entradas al teatro que ansian ser usadas. ?No crees que?…
– Por aqui -interrumpio Farran y lo condujo a la sala de estar. Abrio la puerta de la sala cuando el intento detenerla.
– Farran -suplico-, rindete… podriamos cenar despues de la obra -sugirio cuando la chica entro en la habitacion.
Farran sonrio a Nona y anuncio con alegria:
– El doctor Richards ha venido a verla -se hizo a un lado y Tad Richards adopto su actitud profesional al acercarse.
Farran se imagino que todos tendrian la vista fija en el doctor, asi que le parecio que podia mirar a Stallard sin peligro. Lo hizo de inmediato y se quedo congelada, al percatarse de que Stallard no veia a Tad Richards sino que la observaba a ella con expresion de enorme frialdad. Atonita por el brillo asesino de sus ojos, Farran se percato de que desaparecio cualquier armonia que imagino que existia entre ambos.
Perpleja ante ese cambio brusco de armonia a odio, aparto la mirada. ?Que he hecho ahora?, se pregunto.
Capitulo 8
Farran seguia perpleja y no sabia que hizo para que Stallard quisiera matarla con la mirada. Oyo que Nona le presentaba al medico y que Tad le hacia unas cuantas preguntas a la anciana. Como seguia conmocionada, no pudo hacer otra cosa mas que actuar como una observadora distante.
?Que tonta fue al pensar que la enemistad entre Stallard y ella habia terminado! Que estupida fue al imaginar, por un momento siquiera, que solo porque ese dia Stallard se porto como un caballero, asi seria para siempre.
Farran tuvo que reprimir sus ilusiones y su dolor cuando Tad estuvo a punto de marcharse.
– Senorita Irvine, desearia que algunos de mis pacientes cincuentones tuvieran tan buena condicion fisica como usted -comento a la paciente despues de observarla y de oir las respuestas a sus preguntas y de saber que la anciana no tenia ningun efecto del mareo del dia anterior-. Vendre a verla otra vez -prometio al dirigirse hacia la puerta de la sala de estar.
Farran tambien lo acompano, obedeciendo al impulso natural de acompanarlo por cortesia. No pudo evitar mirar en direccion de Stallard, pero la mirada de arrogancia helada que este le dirigio, la hizo bajar la vista.
Deprimida, fue al vestibulo. ?Nunca lo imagino, Stallard si la odiaba!
– Acerca de las entradas al teatro… -menciono Tad cuando Farran abrio la puerta.
– Llamame -sin pensarlo, le dio mas aliento del que quiso, aun cuando Tad Richards fuera la ultima persona en quien pensaba.
– De acuerdo -exclamo, y se fue, muy contento.
Farran deseo sentir la misma alegria y se detuvo despues de dar dos pasos en direccion de la sala de estar. Sabia que algo molestaba a Stallard y, a pesar de que no la atacaria verbalmente frente a Nona, no tuvo animos para sentarse con ellos y recibir las malas vibraciones de el.
Recordo que Nona le pidio su tejido y fue a buscarlo. Sabia que eso le tomaria un par de minutos, pero por lo menos recuperaria la compostura, pues se sentia muy temblorosa.
Encontro el tejido y justo cuando Farran salia del cuarto, oyo la puerta de la sala de estar que se cerraba. Se detuvo, segura de oir las pisadas de Stallard. Como no deseaba encontrarse con el, se metio en su propio cuarto.
Estaba a punto de cerrar la puerta del dormitorio, cuando lo oyo subir por la escalera. Como no queria que oyera que cerraba la puerta y que supiera en donde estaba, se alejo de la puerta.
Se encontraba en el otro extremo de la habitacion cuando oyo que Stallard se detenia. Ella dejo de respirar. Aunque no sabia que demonios tenia, contuvo el aliento mientras esperaba a que Stallard fuera a su propio dormitorio.
Tenia la vista fija en la puerta cuando la vio abrirse de pronto. Con la boca abierta, observo como Stallard entraba de un par de zancadas, furioso. Se detuvo aun metro y medio de la chica.
Hablo con aspereza, sin esperar a que ella pronunciara palabra.
– Asi que aqui es donde estas refunfunando.
Farran trago saliva, pero sintio que la adrenalina le corria por las venas.
– ?Refunfunando? -reto y hablo tambien con sarcasmo-. Corrigeme si me equivoco, pero creo que tengo, mas derecho de estar en mi cuarto que tu… sobre todo sin que nadie te haya invitado.
– Asumo que invitas con mas frecuencia a Richards -replico Stallard y le hizo perder el aliento. ?Como habia mezclado a Tad Richards en el asunto?
– Algunos hombres son mas agradables que otros -gruno, llena de enojo. Ya no se retractaria, no ahora.
– Ya lo note -corto Stallard y entrecerro los ojos, revelando desagrado por las respuestas de Farran. A esta tampoco le gusto el siguiente comentario de Stallard-. Quiza no te hayas dado cuenta, por tu avaricia, pero estas aqui para ser una compania y una ayuda para la senorita Irvine, no para llamar a su medico a cualquier hora del dia o de la noche para no aburrirte.
– Para no… -Farran se quedo sin palabra durante un instante al oirlo-. ?Como te atreves a decir eso? - exclamo-. Sabes muy bien que solo llame a Tad porque… -se interrumpio cuando Stallard dio un paso amenazador hacia ella.
– ?Con que lo llamas Tad?
– Asi es.
– Pues que bonito -se enojo antes de dejarla proseguir-. Mientras que cualquier cosa podria sucederle a Nona, tu y Tad hacen de tortolos en el vestibulo.
– No es verdad -grito Farran, pero no sirvio de nada porque Stallard la tomo de los antebrazos con fuerza.
– ?Cuantas veces has salido con el? -exigio saber. Mientras Farran se daba cuenta de que el motivo de la furia de Stallard era que pensaba que dejaba sola a Nona todas las noches, el prosiguio-: ?Acaso has olvidado para que estas aqui?
De hecho, como Farran ahora se entendia bien con Nona, la razon de su presencia en la casa ya no tenia importancia. Pero no quiso que Stallard supiera que, durante dos semanas, ella estuvo vigilando por la ventana, esperando verlo.
– No es algo probable, contigo siempre en la puerta, al acecho -replico con ira.
Por la forma en que Stallard le apreto los brazos, se percato de que su respuesta lo disgusto.
– Claro, preferirias que me mantuviera lejos. Al estar aqui, es obvio que caigo en la cuenta de lo que sucede. De no estar aqui hoy, nunca me habria enterado de que, a expensas de una anciana, tu tienes un coqueteo con su doctor.
– Eres injusto -exploto Farran.
– ?De veras? -reto Stallard y al verlo, gracias a la mandibula tensa, los ojos duros y frios, Farran se percato de que, aunque lo repitiera una y otra vez, nunca la creeria.
Pero de todos modos seguia enojada, asi que se frustro:
– Vete al demonio -no obstante, de inmediato se dio cuenta de que, debio mantenerse callada, pues su respuesta no le agrado en absoluto a Stallard, quien empezo a acercarse-. No -exclamo la joven con panico, pero sabia que su protesta era inutil. En cualquier momento le haria pagar caro su comentario.
Sucedio antes que eso. Forcejeo contra el pero, un segundo mas tarde, Stallard la atrajo hacia su cuerpo con