– ?He herido tus pobres sentimientos? -le provoco Lena-. ?El pequeno Ethie va a echarse a llorar?

Su voz no se altero.

– Vives en el colegio mayor.

– ?Me estas amenazando? -Lena se echo a reir-. Sabes donde vivo, ?y que?

– Estare alli a las ocho y media.

– ?Estas seguro? -pregunto ella, intentando averiguar adonde queria llegar.

– Te recogere a las ocho -dijo Ethan, poniendose en pie-. Iremos a ver una peli y luego a la fiesta.

– Vaya -comenzo a decir ella, como si eso fuera un chiste-. No lo creo.

– Creo que necesitas hablar con el amigo de Andy para quitarte a ese poli de encima.

– ?Ah, si? -dijo ella, aunque sabia que era cierto-. ?Y por que?

– Los polis son como los perros; tienes que andarte con ojo con ellos. Nunca sabes cual esta rabioso.

– Estupenda metafora -dijo Lena-. Pero se cuidar de mi misma.

– De hecho, es un simil. -Se echo la bolsa de gimnasia al hombro-. Peinate con el pelo hacia atras.

Lena se nego.

– Ni hablar.

– Peinate hacia atras -le repitio-. Te vere a las ocho.

7

Sara estaba sentada en el vestibulo principal del Hospital Grady, contemplando el flujo ininterrumpido de gente que entraba y salia por la gran puerta principal. El hospital se habia construido hacia cien anos, y Atlanta lo habia ampliado desde entonces. Lo que comenzo con unas pequenas instalaciones pensadas para asistir a los indigentes de la ciudad, con un punado de habitaciones, contenia ahora casi mil camas y preparaba al veinticinco por ciento de medicos de Georgia.

Desde que Sara trabajara alli, se anadieron al edificio principal varias secciones, pero no se habia hecho gran cosa para mezclar lo viejo y lo nuevo. El vestibulo nuevo era enorme, y parecia la entrada a un centro comercial. Habia marmol y cristal por todas partes, pero casi todos los pasillos que de el partian estaban forrados de azulejo verde aguacate en las paredes y de un agrietado amarillo en el suelo, que se remontaban a los anos cuarenta y cincuenta, de modo que pasar del vestibulo a cualquier pasillo era como viajar en el tiempo. Sara imagino que la direccion del hospital se habia quedado sin dinero antes de completar la reforma.

En el vestibulo no habia bancos, probablemente para que no los ocuparan los vagabundos, pero Sara tuvo la suerte de conseguir una silla de plastico que alguien habia dejado cerca de la entrada. Desde donde estaba sentada, podia ver entrar y salir a la gente a traves de las grandes cristaleras. Aun cuando la vista daba a uno de los aparcamientos de varias plantas de la Universidad Estatal de Georgia, era visible el perfil de la ciudad y las nubes oscuras que se deslizaban sobre los tejados como gatos en lo alto de una valla. Algunos estaban sentados en las escaleras de acceso, fumando o charlando, matando el tiempo antes de que empezara el turno o llegara su autobus.

Sara miro su reloj, preguntandose por que no llegaba Jeffrey. Le habia dicho que la recogeria a las cuatro, y eran mas de las cinco. Supuso que estaria en algun atasco -en las vias que conectaban con el centro, la hora punta comenzaba a las dos y media y duraba hasta las ocho-, pero aun asi le preocupaba que no hubiera llegado. Jeffrey era de los que siempre calculaban mal. Sara tenia el movil de su madre en la mano, dispuesta a llamar a Jeffrey, cuando el aparato empezo a sonar.

– ?Cuanto retraso traes? -pregunto ella.

– ?Retraso? -Hare solto un grito ahogado-. Me dijiste que estabas tomando la pildora.

Sara cerro los ojos, pensando que lo ultimo que necesitaba ahora era a su estupido primo. Le amaba con locura, pero Hare tenia una incapacidad patologica para tomarse nada en serio.

– ?Has hablado con mama? -le pregunto Sara.

– Aja -exclamo, pero no dio mas datos.

– ?Como va todo en la clinica?

– Todos esos ninos llorando -refunfuno-. No se como lo aguantas.

– Lleva un poco de tiempo acostumbrarse -le dijo Sara, comprensiva.

Aun se moria de verguenza al recordar aquella vez en que un nino de seis anos se puso a chillar en el aparcamiento del Piggly Wiggly cuando la reconocio como la mujer que le ponia las inyecciones.

– Lloriqueos -prosiguio Hare-. Quejas. -Agudizo la voz hasta que sono en un deliberado falsete-. «?Pon las graficas en su sitio! ?Deja de pintarrajear en la libreta de recetas! ?Metete la camisa! ?Sabe tu madre lo del tatuaje?» Dios todopoderoso, esa Nelly Morgan es una mujer muy dura.

Sara sonrio ante su imitacion de la gerente. Nelly llevaba anos al frente de la clinica, desde la epoca en que Sara y Hare eran pacientes.

– En fiiiiin -Hare alargo la palabra-. He oido decir que vuelves esta noche.

– Si -le dijo Sara, temiendo donde podia desembocar la conversacion. Decidio facilitar las cosas a Hare-. Se que estas de vacaciones. Si quieres irte puedo empezar a trabajar manana.

– Oh, Zanahoria, no seas ridicula -se burlo-. Prefiero que me debas una.

– Y te debo una -aseguro ella.

Se interrumpio antes de darle las gracias; no porque no le estuviera agradecida, sino porque Hare siempre encontraba la manera de convertir lo que dijera en un chiste.

– Supongo que esta noche vas a trabajar en lo de Greg Louganis -dijo Hare.

Sara tuvo que reflexionar un momento antes de entender lo que le preguntaba. Greg Louganis era un saltador olimpico que habia ganado la medalla de oro.

– Si -dijo, y enseguida, debido a que Hare trabajaba en la sala de urgencias de Grant, le pregunto-: ?Conocias a Andy Rosen?

– Creia que eras capaz de atar cabos -dijo-. Vino por Ano Nuevo con un banana split en el brazo.

Al trabajar en urgencias, Hare hablaba en argot al referirse a cualquier dolencia conocida del ser humano.

– ?Y?

– Pues eso. La arteria radial se habia partido como si fuera una goma.

A Sara le extrano. Cortarte el brazo hacia arriba no era la manera mas inteligente de matarte. Si se abria la arteria radial, solia cerrarse sola rapidamente. Habia maneras mas faciles de desangrarse.

– ?Crees que intento suicidarse de verdad? -pregunto.

– Lo que intento fue llamar la atencion -dijo Hare-. Papi y mami flipaban en colores. Nuestro pequenin se regodeaba en los rayos de su amor, haciendose el valiente.

– ?Llamaste a un psiquiatra?

– Su madre es una comecocos -le dijo Hare-. Dijo que ella misma se encargaria de sus putos problemas.

– ?Se puso grosera?

– ?Claro que no! -replico Hare-. Fue muy correcta. Te lo adorno para que parezca mas dramatico.

– ?Fue dramatico?

– Oh, para los padres, si. Pero si quieres saber mi opinion, su amorcito estaba tan tranquilo como un pepino.

– ?Crees que lo que queria era llamar la atencion?

– Creo que lo hizo para que le compraran un coche. -Hizo un pop con la boca-. Y que me dices, al cabo de una semana yo estaba paseando al perro por el centro y ahi aparece Andy, con su flamante Mustang.

Sara se llevo la mano a los ojos, intentando que su cerebro tuviera una sinapsis.

– ?Te sorprendio enterarte de que se habia suicidado? -pregunto.

– Mucho -dijo Hare-. El chaval era demasiado egocentrico para suicidarse. -Se aclaro la garganta-. Todo eso que quede entre nous, ya me entiendes. Es una expresion francesa que significa…

– Ya se lo que significa -le interrumpio Sara, que no queria oir la definicion inventada de Hare-. Si te acuerdas de algo mas, dimelo.

– De acuerdo -dijo Hare, y parecio decepcionado.

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