– A lo mejor no.

– Si, bueno -afirmo Jeffrey-, todo es posible, pero esta noche no te vas a quedar sola. ?Entendido?

Sara solo pudo dar la callada por respuesta.

– No se que otra cosa hacer, Sara -aseguro Jeffrey-. No puedo estar todo el dia preocupado por ti. No soporto pensar que tu vida peligra. Si no estas a salvo no podre seguir haciendo mi trabajo.

– De acuerdo -dijo Sara por fin, queriendo dar a entender que lo comprendia.

Se dio cuenta de que lo que mas deseaba era volver a su casa, dormir en su cama, sola.

– Si los tres incidentes no guardan relacion entre si, ya tendras tiempo de llamarme capullo -dijo Jeffrey.

– No eres ningun capullo -contesto Sara, pues sabia que su preocupacion era real-. Dime por que has llegado tarde. ?Averiguaste algo?

– Hice una parada en la tienda de tatuajes que hay saliendo de Grant y hable con el propietario.

– ?Hal?

Jeffrey le lanzo una mirada de soslayo cuando desembocaron en la interestatal.

– ?De que conoces a Hal?

– Fue paciente mio hace mucho tiempo -dijo Sara, ahogando un bostezo. A continuacion, para demostrarle a Jeffrey que no lo sabia todo de ella, anadio-: Hace un par de anos, Tessa y yo quisimos hacernos un tatuaje.

– ?Un tatuaje? Jeffrey se mostro esceptico-. ?Ibais a haceros un tatuaje?

Le lanzo, o eso pretendia, una maliciosa sonrisa.

– ?Y por que no os lo hicisteis?

Sara se volvio para poder mirar a Jeffrey.

– Has de estar unos dias sin mojartelo, y al dia siguiente nos ibamos a la playa.

– ?Que ibais a tatuaros?

– Oh, no me acuerdo -dijo Sara, aunque la verdad es que si se acordaba.

– ?Donde os lo ibais a hacer?

Sara se encogio de hombros.

– De acuerdo -dijo Jeffrey, sin acabar de creerselo.

– ?Y que te ha dicho Hal? -pregunto Sara.

Jeffrey espero unos momentos antes de responder.

– Que no les hace tatuajes a los menores de veintidos anos si no habla primero con los padres.

– Una medida inteligente -contesto Sara.

Se dijo a si misma que Hal debio de tomar esa precaucion ante el alud de llamadas telefonicas de padres colericos que habian enviado a sus hijos a estudiar una carrera, no a hacerse un tatuaje.

Sara reprimio otro bostezo. El movimiento del coche la estaba amodorrando.

– Podria haber alguna relacion -aseguro Jeffrey, pero no se le veia convencido-. Andy llevaba piercings. Schaffer, un tatuaje. Podrian haberselo hecho juntos. Hay tres mil tatuadores entre aqui y Savannah.

– ?Que te han dicho sus padres?

– Fue duro preguntar directamente. Al parecer no sabian nada.

– Los chavales no suelen pedir permiso para tatuarse.

– Ya lo supongo -asintio Jeffrey-. Si Andy Rosen estuviera vivo, seria mi sospechoso numero uno de la muerte de Schaffer. Es obvio que el chico estaba obsesionado con ella. -En su rostro se dibujo una expresion de amargura-. Espero que nunca tengas que ver ese cuadro.

– ?Estas seguro que no se conocian?

– Eso dicen las amigas de ella -le explico Jeffrey-. Segun todas las residentes del colegio mayor, Schaffer estaba acostumbrada a que los chicos se colaran por ella. Era el pan nuestro de cada dia, y ella ni se enteraba. Hable con el profesor de arte. Incluso el se dio cuenta. Andy estaba en la luna pensando en Ellen, y ella no se daba cuenta.

– Era una chica atractiva.

Sara no recordaba gran cosa anterior al apunalamiento de Sara, pero Ellen Schaffer era lo bastante guapa como para dejar huella.

– A lo mejor era un rival celoso -dijo Jeffrey, aunque con poca conviccion-. Quizas algun chaval se quedo prendado de Schaffer y quito a Andy de en medio. -Hizo una pausa para madurar su teoria-. Y luego, como Schaffer no le abrio los brazos al pretendiente, tambien la mato a ella.

– Es posible -dijo Sara, preguntandose donde encajaba el apunalamiento de Tessa.

– A lo mejor Schaffer vio algo -prosiguio Jeffrey-. Tal vez vio a alguien en el bosque, alguien que estaba alli.

– O a lo mejor quienquiera que estuviera en el bosque creyo que ella habia visto algo.

– ?Crees que Tessa llegara a recordar lo que paso?

– La amnesia es muy corriente cuando hay lesiones craneales. Dudo que llegue a recordarlo todo y, aunque lo hiciera, no se sostendria en un contrainterrogatorio.

Sara no anadio que deseaba que su hermana no recordara nunca. El recuerdo de Tessa perdiendo a su bebe ya era bastante duro para Sara. No imaginaba lo que seria para Tessa vivir con esos hechos siempre presentes en su mente.

Sara paso de nuevo a Ellen Schaffer.

– ?Alguien vio algo?

– Todo el mundo estaba fuera.

– ?No habia nadie en el colegio mayor, nadie estaba enfermo? -pregunto Sara.

Pensaba que el hecho de que las cincuenta chicas de un colegio mayor estuvieran todas en clase era algo tan raro que lo hacia merecedor de un titular de periodico.

– Interrogamos a toda la residencia -dijo Jeffrey-. No nos dejamos a nadie.

– ?Que residencia era?

– Keyes.

– La de las listas -dijo Sara, sabiendo que eso explicaba por que todas estaban en clase-. ?Nadie en el campus oyo el disparo?

– Algunos afirmaron haber oido algo que sono como el petardeo de un coche. -Tamborileo los dedos sobre el volante-. La chica tenia una calibre doce de corredera.

– Dios mio -dijo Sara, imaginando el aspecto que tendria la victima.

Jeffrey extendio el brazo hacia el asiento de atras y saco una carpeta de su cartera.

– A quemarropa -continuo, sacando una foto en color de la carpeta-. Probablemente tenia la escopeta en la boca. La cabeza debio actuar de silenciador.

Sara encendio la luz del coche para mirar la foto. Era peor de lo que habia imaginado.

– Dios santo -murmuro.

La autopsia seria dificil. Le echo un vistazo al reloj de la radio. No llegaria a Grant hasta las ocho, segun el trafico. Las dos autopsias le llevarian al menos tres horas cada una. Sara le agradecio en silencio a Hare haberse ofrecido para sustituirla manana. Tal como se presentaban las cosas, necesitaria dormir todo el dia.

– ?Sara? -pregunto Jeffrey.

– Lo siento -dijo esta cogiendole la carpeta.

La abrio, pero las palabras se le hicieron borrosas. Se concentro en las fotos, pasando por alto la de la flecha dibujada en el suelo para mirar las de la escena del crimen.

– Puede que alguien se colara por la ventana -prosiguio Jeffrey-. O a lo mejor ya estaba ahi, escondido en el armario o en otra parte. La chica se va al cuarto de bano que hay al final del pasillo, vuelve a su cuarto y… pam. Ahi esta el, esperando.

– ?Alguna huella?

– Quizas el tipo llevaba guantes -dijo Jeffrey, sin responder a su pregunta.

– Las mujeres no suelen dispararse a la cara -concedio Sara, observando un primer plano del escritorio de Schaffer-. Es algo mas propio de un hombre.

Sara siempre habia considerado que las estadisticas resultaban sexistas, pero las cifras asi lo demostraban.

– Hay algo que no me cuadra. Jeffrey senalo la foto-. Y no es solo por la flecha. Olvidemonos de eso, olvidemonos de Tessa. Hay algo extrano.

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