mejor al tipo le da por alardear y comete algun error.

Sara sabia a que se referia. A pesar de la creencia popular, los asesinos casi nunca quieren que los atrapen. El asesinato era el ejercicio mas arriesgado que existe, y cuanto mas quieren salir impunes, mas se afanan en eliminar pruebas.

– Si alguien esta asesinando estudiantes, ?cual es el movil? -pregunto Sara.

– Lo unico que se me ocurre son las drogas.

Sara estaba a punto de preguntar si las drogas suponian un problema en el campus, pero se dio cuenta de que era una pregunta estupida. Lo que pregunto fue:

– ?Tomaba drogas Ellen Schaffer?

– Por lo que he averiguado, era una de esas personas obsesionadas con la salud, asi que lo dudo. Jeffrey miro por el espejo lateral antes de adelantar a un dieciocho ruedas situado en el carril de al lado-. Puede que Rosen hubiera tomado, pero hay razones para creer que estaba limpio.

– ?Y que me dices de lo de la aventura amorosa?

Jeffrey fruncio el ceno.

– No se muy bien si fiarme de Richard Carter. Es como una cuchara, siempre esta removiendolo todo. Y es obvio que no soporta a Andy. Le creo capaz de haber hecho correr el rumor el mismo solo para poder disfrutar del espectaculo.

– Bueno, supongamos que dice la verdad -dijo Sara-. ?Es posible que el padre de Andy tuviera una aventura con Schaffer?

– No era alumna suya. No hay razon alguna por la que ella tuviera que conocerle. Tenia montones de chavales de su edad postrados a sus pies.

– Esa podria ser una razon por la que le atraia un hombre mayor. Le pareceria mas sofisticado.

– No Brian Keller -dijo Jeffrey-. El tipo no es precisamente Robert Redford.

– ?Has preguntado por ahi? -insistio Sara-. ?Hay alguna relacion?

– No que yo sepa. De todos modos, manana voy a hablar con el. Tal vez me de alguna pista.

– Quiza confiese.

Jeffrey nego con la cabeza.

– Estaba en Washington. Frank lo verifico esta tarde. -Al cabo de unos segundos, le concedio-: Pudo haber contratado a alguien.

– ?Y el movil?

– Tal vez… -Pero Jeffrey no acabo la frase-. Joder, no lo se. Siempre acabamos en cual es el movil. ?Por que alguien iba a hacer algo asi? ?Que podia ganar?

– La gente mata por muy pocas razones -dijo Sara-. Dinero, drogas o motivos emocionales como celos o ira. Si fueran asesinatos al azar tendriamos a un asesino en serie.

– Cristo -dijo Jeffrey-. No digas eso.

– Admito que no es probable, pero nada me cuadra. -Sara hizo una pausa-. Y volvemos a lo mismo: Andy pudo haber saltado, Ellen Schaffer a lo mejor estaba deprimida, y el encontrar el cadaver disparo su… -Sara se interrumpio-. No intentaba hacerme la ingeniosa.

Jeffrey la miro.

– A lo mejor Schaffer se mato. A lo mejor se mataron los dos.

– ?Y Tess?

– ?Que pasa con ella? -pregunto Sara-. Es posible que su agresion nada tenga que ver con los otros dos casos. Si son suicidios, quiero decir. -Sara intento meditarlo detenidamente, pero su mente era incapaz de hacer encajar las pistas que tenian-. A lo mejor se encontro con alguien que hacia algo ilegal en el bosque.

– Lo recorrimos centimetro a centimetro y solo encontramos el colgante -dijo Jeffrey-. Y si ese fuera el caso, ?por que el tipo iba a quedarse para espiaros a Tessa y a ti?

– Quiza quien miraba era otra persona, alguien que habia salido a correr un rato.

– ?Por que correria al ver a Lena?

Sara espiro lentamente, pensando que necesitaba dormir antes de enfrentarse a todo eso.

– No dejo de pensar en el aranazo de la espalda de Andy. Puede que en la autopsia averigue algo. -Apoyo la cabeza en la mano, abandonando cualquier intento de utilizar la logica-. ?Que mas te preocupa?

Jeffrey movio la barbilla, y Sara supo la respuesta antes de oirla:

– Lena.

Sara reprimio un suspiro al mirar por la ventanilla. A Jeffrey siempre le habia preocupado Lena.

Sara pregunto:

– ?Que ha hecho? -y dejo el «esta vez» fuera de la frase.

– No ha hecho nada -dijo Jeffrey-. O a lo mejor si. No lo se. -Hizo una pausa, probablemente para reflexionar sobre ello-. Creo que conocia al chaval, a Rosen. Encontramos sus huellas en un libro de la biblioteca cuando examinamos el apartamento de Rosen.

– Puede que ella tambien lo sacara.

– No -le dijo Jeffrey-. Miramos los archivos.

– ?Y os los dejaron ver?

– No lo hicimos a traves de los bibliotecarios -le confeso Jeffrey.

Sara solo se pudo imaginar que clase de teclas habria pulsado Jeffrey para tener acceso a los archivos de la biblioteca. A Nan Thomas le daria un ataque de histeria si lo averiguaba, y no seria Sara quien la culpara por ello.

– A lo mejor Lena se lo llevo sin que nadie lo supiera -sugirio Sara.

– ?Te parece Lena la clase de persona que leeria El pajaro espino?

– No tengo ni idea -admitio Sara, aunque no se imaginaba a Lena realizando una actividad tan sedentaria como leer, y mucho menos una historia de amor-. ?Se lo preguntaste? ?Que te dijo?

– Nada -dijo Jeffrey-. Intente que viniera conmigo. No quiso.

– ?A comisaria?

Jeffrey asintio.

– Si me lo pidieras, yo tampoco iria.

– ?Por que?

Jeffrey sentia verdadera curiosidad.

– No seas ridiculo -contesto Sara, sin molestarse en contestar a la pregunta-. ?Crees que Lena tiene algo que ocultar?

– No lo se. -Tamborileo los dedos en el volante-. Parecia muy reservada. Cuando hablamos en la colina, despues de que tu y Tessa os marcharais, parecio reconocer el nombre de Andy. Y cuando le pregunte, lo nego.

– ?Recuerdas su reaccion cuando le dimos la vuelta al cadaver?

– No estaba presente -le recordo Jeffrey.

– Es verdad.

– Tambien encontramos otra cosa en el cuarto de Rosen -dijo Jeffrey-. Unas bragas.

– ?De Lena? -Sara se pregunto por que no se lo habia dicho antes.

– Es una suposicion -contesto Jeffrey.

– ?Como eran?

– No de las que tu llevas. Pequenas.

Sara lo fulmino con la mirada.

– Muchas gracias.

– Ya sabes a que me refiero. De esas que son mas finas en el culo.

Sara apunto:

– ?Un tanga?

– Probablemente. De seda, granate, con encaje en los laterales.

– Me parece tan propio de Lena como que leyera El pajaro espino.

Jeffrey se encogio de hombros.

– Nunca se sabe.

– ?Podrian haber pertenecido a Andy Rosen?

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