diecinueve anos que supuestamente se disparo en la cabeza con una escopeta Wingmaster de calibre doce. Ha sido identificada como Ellen Marjory Schaffer por el agente encargado de la investigacion. Las fotografias y las placas de rayos X se han tomado bajo mi direccion. De acuerdo con las disposiciones de la Ley de Investigacion Forense de Georgia, se lleva a cabo una autopsia en el deposito de cadaveres de la Oficina del Forense de Grant County el dia…

Jeffrey dijo la fecha y Sara continuo:

– Comenzamos a las 20.33 horas, con la ayuda de Carlos Quinonez, tecnico forense, y Jeffrey Tolliver, jefe de policia de Grant County. -Hizo una pausa y miro la pizarra para ver la informacion anotada-. Pesa aproximadamente cincuenta y seis kilos y mide uno setenta y dos. La cabeza esta seriamente danada a causa de un disparo de escopeta. -Le puso la mano en el abdomen-. El cuerpo ha sido refrigerado y esta frio al tacto. El rigor mortis es completo y generalizado hasta las extremidades superiores.

A continuacion, Sara enumero las senales identificativas mientras con unas tijeras cortaba la bolsa que habia cubierto la cabeza de Ellen Schaffer. Habia sangre coagulada y materia gris pegadas al plastico, y trozos de cuero cabelludo formaban grumos gelatinosos.

– El resto del cuero cabelludo esta en el congelador -dijo Carlos.

– Lo examinare despues -contesto Sara, apartando la bolsa de lo que quedaba de la cabeza de Ellen Schaffer.

Quedaba poco mas que un munon sanguinolento, con fragmentos de pelo rubio y dientes alojados en el tallo cerebral. Tomaron mas fotografias antes de que Sara cogiera el escalpelo para comenzar el examen interno. Cuando hizo la habitual incision en Y se sintio un poco atontada por la falta de sueno, y cerro los ojos un momento para recuperarse.

Todos los organos fueron extraidos del cuerpo, pesados, catalogados y registrados, mientras Sara declamaba sus averiguaciones. En el estomago quedaban lo que debia haber sido los restos de la ultima comida de Schaffer: cereales con nueces que probablemente tenian el mismo aspecto que en la caja.

Sara saco los intestinos y se los entrego a Carlos para que hiciera lo que denominaban limpieza de tripas. Utilizo una manguera conectada a uno de los fregaderos para lavar el tracto intestinal, y coloco un cedazo bajo el desague para recoger lo que saliera. El hedor era insoportable, y Sara siempre se sentia culpable de enjaretarle el trabajo a otro hasta que le llegaba una vaharada del contenido.

Se quito los guantes con un chasquido y se dirigio a la otra punta del deposito, donde estaba la caja de luz. Carlos habia colocado las radiografias anteriores a la autopsia, y bien por falta de sueno o por pura estupidez, a Sara se le habia olvidado mirarlas antes. Estudio toda la serie dos veces antes de observar una forma familiar en los pulmones.

– Jeff -dijo.

Jeffrey miro las placas de la caja de luz antes de preguntar:

– ?Eso es un diente?

– Pronto lo averiguaremos.

Sara volvio a ponerse dos pares de guantes antes de sacar el pulmon izquierdo de la bolsa de visceras. El aspecto del tejido pleural era liso, sin indicios de solidificacion. Sara habia dejado aparte los pulmones para hacer una biopsia mas tarde, pero la hizo en ese momento utilizando un cuchillo de hacer secciones afilado quirurgicamente.

– Hay una leve aspiracion de sangre -le dijo a Jeffrey. Encontraron el diente en el cuadrante inferior derecho del pulmon izquierdo.

– ?Es posible que la explosion del disparo se lo hiciera tragar? -pregunto Jeffrey.

– Lo aspiro -dijo Sara-. Inhalo el diente hasta que le llego a los pulmones.

Jeffrey se froto los ojos con las manos. Resumio la anomalia en palabras sencillas:

– Aun respiraba cuando le arrancaron el diente.

MARTES

8

Lena ahogo un bostezo al salir del cine con Ethan. Horas antes se habia tomado un Vicodin y, aunque no conseguia aliviarle en demasia el dolor de muneca, se sentia amodorrada.

– ?En que piensas? -pregunto Ethan; una frase que muchos hombres utilizaban cuando querian que quien hablara fuera la mujer.

– En que mas vale que consiga averiguar algo en esta fiesta -le dijo Lena, inyectando un tono de velada amenaza en su voz.

– Ya veo -dijo-. ?Ha hecho algo mas ese poli?

– No -contesto Lena.

Aunque despues de tomar el cafe con Ethan volvio a casa, en su identificador de llamadas aparecian cinco efectuadas desde la comisaria. Solo era cuestion de tiempo que Jeffrey se presentara en su casa y, cuando lo hiciera, mas le valdria a Lena tener algunas respuestas si no queria sufrir las consecuencias. Durante la pelicula se habia convencido de que Chuck no la despediria aunque Jeffrey se lo dijera, pero habia otras cosas peores que ese gordo cabron podia hacerle. A Chuck le encantaba ponerle las cosas dificiles, y, aunque su trabajo era una porqueria, aun podia hacerla sufrir mucho mas.

– ?Te ha gustado la pelicula? -pregunto Ethan.

– La verdad es que no -dijo Lena, pensando en que haria si el amigo de Andy no se presentaba.

Al dia siguiente tendria que hacer un hueco en su agenda para tener una charla con Jill Rosen. Lena hablo con la criada de la mujer y dejado tres mensajes, pero la doctora no le habia llamado. Lena tenia que saber que le habia dicho a Jeffrey. Incluso habia rebuscado en el fondo de su armario y encontrado el maldito contestador por si la doctora la llamaba esa noche mientras estaba fuera.

Lena levanto la vista al cielo, inhalando profundamente para despejarse la cabeza. Necesitaba a alguien con quien poder hablar de todo eso, pero no tenia a nadie en quien confiar.

– Bonita noche -dijo Ethan, pensando probablemente en que Lena disfrutaba de la contemplacion de las estrellas-. Luna llena.

– Manana llovera -dijo Lena, abriendo y cerrando el puno. Una fea magulladura negroazulada le rodeaba la muneca alli donde Ethan la habia agarrado, y Lena estaba segura de que habia algo roto. Le dolia el hueso cuando se llevaba la mano al costado, y la hinchazon casi le habia impedido abrocharse el puno de la camisa. Llevo la muneca vendada hasta que Ethan llamo a la puerta, pero que se la llevara el diablo si iba a confesarle que aun le dolia.

El problema era que Lena no cobraba hasta el lunes. Si se iba a urgencias a hacerse una radiografia, los cincuenta dolares que le exigiria su aseguradora como pago compartido dejarian su cuenta corriente a cero. Supuso que no habia ningun hueso roto, pues podia mover la mano. Si el lunes seguia doliendole, entonces ya se preocuparia. De todos modos, era diestra y, ademas, habia vivido durante dos dias con unos dolores peores que ese. Casi era tranquilizador; le recordaba que seguia viva.

Como si pudiera leerle el pensamiento, Ethan le pregunto:

– ?Como tienes la muneca?

– Bien.

– Lo siento. Es que -parecio buscar las palabras adecuadas no queria que te fueras.

– Bonita manera de demostrarlo.

– Siento haberte hecho dano.

– No importa -murmuro Lena.

Hablar de la muneca habia hecho que le doliera mas. Antes de salir de su habitacion, Lena se guardo otro Vicodin y un Motrin de ochocientos miligramos en el bolsillo en caso de que el dolor fuera a mas. Mientras Ethan

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