Richard parecio ofendido.
– Le dije que era un rumor. Le deje muy claro que…
– Esta jugando con las vidas de los demas. Por no mencionar que me ha hecho perder el tiempo.
Richard suspiro y siguio escribiendo su nota.
– Lo siento -murmuro igual que un nino. Jeffrey no le dejo escabullirse tan facilmente.
– Por su culpa, he perdido el tiempo intentando verificar tontamente ese rumor cuando podria haber trabajado en algo mas solido. -Como no reaccionaba, Jeffrey sintio la necesidad de anadir-: Han habido algunas muertes, Richard.
– Soy consciente de ello, jefe Tolliver, pero ?que diantres tiene eso que ver conmigo? -Richard no le dio oportunidad de responder-. ?Puedo ser honesto con usted? Se que lo ocurrido es horrible, pero tengo trabajo. Un trabajo importante. Hay un grupo en California que trabaja en lo mismo. Y no creo que vayan a decir: «Oh, ultimamente Brian Keller lo ha pasado mal, vamos a interrumpir nuestro trabajo hasta que se sienta mejor». No, senor. Van a trabajar noche y dia, dia y noche, para dejarnos en la cuneta. La ciencia no es un juego de caballeros. Hay millones, puede que miles de millones, en juego.
Parecia un anuncio televisivo intentando convencer a algun pobre desgraciado para que comprara un juego de cuchillos de cocina.
– No sabia que Brian y usted trabajaran juntos -dijo Jeffrey.
– Cuando se molesta en aparecer.
Arrojo el boligrafo sobre el escritorio, recogio su maletin y se encamino hacia la puerta.
– ?Adonde va?
– A clase -dijo Richard, como si Jeffrey fuera estupido-. Algunos aparecemos alli donde se nos espera.
Se fue dramaticamente enfurrunado. En lugar de seguirle, Jeffrey se dirigio al escritorio de Keller y leyo la nota: «Querido Brian: supongo que sigues ocupado con lo de Andy, pero es urgente que reunamos la documentacion. Si quieres que lo haga solo, dimelo y ya esta». Richard habia dibujado una cara sonriente junto a su nombre.
Jeffrey leyo la nota dos veces, intentando conciliar el tono comprensivo de Richard con su evidente irritacion. No cuadraba, aunque Richard tampoco era un tipo muy racional.
Lanzo una mirada hacia la puerta antes de decidirse a ponerse comodo e inspeccionar el escritorio de Keller. Estaba arrodillado, examinando el archivador inferior, cuando su movil sono.
– Tolliver.
– Jeffrey -dijo Frank. Por su tono, Jeffrey podia haber adivinado lo que iba a decir-. Hemos encontrado otro cadaver.
Jeffrey aparco el coche delante del colegio mayor masculino, y se dijo que si nunca volvia a ver el campus de Grant Tech seria un hombre feliz. No podia olvidar el gesto inexpresivo de Jill Rosen, y penso en la cara de sorpresa que debio de poner al ver sus magulladuras. Ni en un millon de anos se habria imaginado que Keller era de los que pegan a su mujer, pero aquel dia demasiadas revelaciones le habian pillado con la guardia baja, y se sentia un estupido por no haberse fijado en lo que probablemente eran senales obvias.
Jeffrey cogio el movil y se pregunto si debia llamar a Sara. No la queria en la escena del crimen, pero sabia que ella necesitaba ver el cadaver in situ. Intento inventar una buena excusa para mantenerla alejada, pero al final marco su numero.
El telefono sono cinco veces antes de que Sara lo cogiera y farfullara un adormilado hola.
– Que hay -saludo Jeffrey.
– ?Que hora es?
Jeffrey se la dijo, y penso que estaba mas animada que ayer por la noche.
– Siento despertarte -le dijo.
– Mmm… ?Que? -pregunto Sara, y Jeffrey la oyo remolonear en la cama.
Por un instante se imagino junto a ella y sintio una emocion que no habia experimentado en mucho tiempo. No habia nada que deseara mas que meterse en la cama con Sara y empezar de nuevo ese dia.
– Hace veinte minutos llamo mi madre. Tessa esta mejor.-Bostezo sonoramente-. Tengo que arreglar el papeleo del deposito, y por la tarde ire a la clinica en coche.
– Por eso te llamo.
– ?Que? -pregunto Sara, asustada.
– Un ahorcado -dijo Jeffrey-. En la universidad.
– Mierda -musito Sara.
En una ciudad donde la tasa de criminalidad era diez veces menor que la media nacional, de pronto los cadaveres comenzaban a amontonarse.
– ?A que hora? -pregunto Sara.
– Aun no estoy seguro. Acaban de llamarme. -Sabia cual seria la reaccion de Sara, pero de todos modos lo sugirio-: Podrias enviar a Carlos.
– Tengo que ver el cadaver.
– No me gusta la idea de que estes en el campus -le dijo-. Si algo ocurriera…
– Debo hacer mi trabajo -afirmo ella, dejando bien claro que no pensaba discutir.
Jeffrey sabia que tenia razon. Sara no solo tenia que hacer su trabajo; tenia que vivir su vida. Penso en el aspecto de Lena esa manana, y en los maratones del cuello de Jill Rosen. ?Tambien debia permitir que ellas vivieran su vida?
– Jeff.
El tuvo que ceder.
– Colegio mayor masculino, edificio B.
– Muy bien -dijo Sara-. Estare ahi en un par de minutos.
Jeffrey colgo y salio del coche. Se abrio paso entre el grupo de muchachos que habia delante de la puerta y entro en la residencia. Un fuerte olor a licor le envolvio como una nube. Cuando vivia en Auburn, donde Jeffrey habia estudiado historia durante las horas que no calentaba banquillo en el equipo de futbol americano, celebraban unas fiestas bastante salvajes, pero no recordaba que su residencia hubiera olido jamas a tienda de licores.
– Hola, jefe -dijo Chuck.
Estaba en lo alto de las escaleras, las manos en los bolsillos delanteros de sus pantalones ajustados. El efecto era obsceno, y Jeffrey deseo que se apartara de las escaleras que estaba a punto de subir.
– Chuck -saludo Jeffrey, bajando la vista hasta los peldanos.
– Me alegro de que por fin haya venido. Kev y yo le estabamos esperando.
Jeffrey fruncio el ceno ante el modo en que Chuck se refirio al decano, como si fueran grandes amigos. De no ser porque Albert Gaines era el padre de Chuck, Kevin Blake ni le habria dado la hora, por no hablar de jugar al golf con el. Y lo cierto es que Kevin tardaria en volver a acercarse a un hoyo. Probablemente se pasaria todo lo que quedaba de mes enfrentandose a llamadas telefonicas de padres preocupados porque sus hijos estudiaban en una universidad donde ya habian muerto tres estudiantes.
– Hablare con el cuando tenga un momento -le dijo Jeffrey, preguntandose cuanto podria posponer la reunion.
– Parece un caso bastante claro -dijo Chuck, refiriendose al suicidio-. Le pillaron con los pantalones bajados.
Jeffrey hizo caso omiso del comentario y le pregunto:
– ?Quien le encontro?
– Uno de los chavales de la residencia.
– Quiero hablar con el.
– Ahora esta abajo -dijo Chuck-. Adams intento hacerle hablar, pero tuve que intervenir. -Chuck le guino un ojo-. A veces es un poco torpe. En estas situaciones hay que utilizar la mano izquierda.
– ?Es eso cierto? -pregunto Jeffrey, mirando hacia el fondo del pasillo.
Frank y Lena estaban ante la puerta de una habitacion. Por sus ademanes, se adivinaba que no estaban lo que se dice muy alegres.
– Ella encontro la aguja -afirmo Chuck.