a la pregunta de Jeffrey si esta hubiera querido.
Jeffrey saludo al hombre.
– Doctor Keller.
Keller parecio perplejo al ver a Jeffrey y a su mujer juntos.
– ?Ocurre algo? -pregunto.
Jeffrey se levanto y le indico a Keller que se sentara, pero este hizo caso omiso y le pregunto a su mujer:
– ?Tienes mis llaves?
Ella le entrego el juego de llaves, sin mirarle.
– Debo volver al trabajo -dijo Keller-. Jill, deberias irte a casa.
Rosen se incorporo para ponerse en pie.
– Debo decirles algo a los dos -advirtio Jeffrey, e hizo una sena a Rosen para que permaneciera sentada-. Se trata de Andy.
Keller lo miro de una forma que daba a entender que su hijo era en lo ultimo en que estaba pensando en esos momentos.
– Quiero decirselo antes de que lo sepa todo el campus -dijo Jeffrey-. No estoy seguro de que la muerte de su hijo fuera un suicidio.
– ?Que? -exclamo Rosen.
– No puedo excluir la posibilidad de que fuera asesinado -les comunico Jeffrey.
Keller dejo caer las llaves, pero no las recogio.
– No hemos encontrado nada concluyente en la autopsia de Andy, pero en el caso de Ellen Schaffer…
– ?La chica de ayer? -pregunto Rosen.
– Si, senora -dijo Jeffrey-. No hay duda de que fue asesinada. Teniendo en cuenta que su muerte fue escenificada para que pareciera suicidio, tenemos que cuestionarnos las circunstancias que rodearon la muerte de su hijo. Honestamente, no puedo decir que tengamos nada que demuestre que su hijo no se suicido, pero si disponemos de fundadas sospechas, y voy a investigar hasta que averigue la verdad.
Rosen se echo hacia atras, boquiabierta.
– Tengo que hablar de ello con el decano, pero queria que ustedes lo supieran primero.
– ?Y la nota? -pregunto Rosen.
– Esa es una de las cosas que no puedo explicar -dijo Jeffrey-. Y siento decirles que todo lo que puedo ofrecerles ahora son sospechas. Estamos analizando todas las hipotesis para averiguar exactamente que sucedio, pero he de ser honesto: no se me ocurre ninguna explicacion evidente. Los dos casos podrian no guardar ninguna relacion. Y existe la posibilidad de que tengamos que aceptar que Andy se suicido.
Keller exploto, y su rabia fue tan inesperada que Jeffrey se echo hacia atras.
– ?Como demonios puede ocurrir algo asi? -pregunto-. ?Como demonios permite que mi mujer y yo creamos que nuestro hijo se suicido cuando…?
– Brian.
Rosen intento calmarlo.
– Callate, Jill -le espeto, sacudiendo la mano como si fuera a golpearla-. Esto es ridiculo. Esto es… -Estaba demasiado furioso para hablar, pero movia la boca mientras consideraba que palabras utilizar para describir como se sentia-. No puedo creerlo… -Se agacho y recogio las llaves-. Esta facultad, toda esta ciudad…
Acerco un dedo a la cara de su mujer, y ella echo el cuerpo hacia atras en ademan defensivo.
Keller se alzo en toda su estatura gritando.
– Te lo dije, Jill. ?Te dije que este lugar era un agujero infecto!
– Doctor Keller, creo que seria mejor que se calmase -intervino Jeffrey.
– ?Y yo creo que usted deberia ocuparse de sus asuntos y averiguar quien asesino a mi hijo! -bramo, con la cara deformada de rabia-. Ustedes, polis de cine comico, se creen que mandan en esta ciudad, pero es como vivir en un pais del tercer mundo. Estan todos corruptos. Todos le rinden cuentas a Albert Gaines.
Jeffrey tenia suficiente.
– Hablaremos en otro momento, doctor Keller, cuando haya asimilado la noticia.
Esta vez, Keller apunto con el dedo a la cara de Jeffrey.
– Ya puede estar seguro de que hablaremos de esto -dijo. Les dio la espalda a los dos y se alejo a grandes zancadas. Jill Rosen se disculpo de inmediato en nombre de su marido.
– Lo siento.
– No tiene por que disculparse por el -dijo Jeffrey, procurando controlar su colera.
Queria seguir a Keller hasta su laboratorio, pero los dos sabian que necesitaba unos minutos para calmarse.
Jeffrey, percibiendo la desesperacion de Rosen, le dijo:
– Siento no poder proporcionarle mas informacion.
Ella se apreto el cuello del sueter contra la piel y le pregunto:
– ?Su pregunta hipotetica de antes?
– ?Si?
– ?Esta relacionada con Andy?
– Si, senora -contesto Jeffrey, intentando reconducir la conversacion.
Rosen se quedo mirando el patio, a los estudiantes sentados en el cesped que disfrutaban del dia.
– Hipoteticamente -dijo-, podia tener razones para conocer mi nombre.
– Gracias -dijo Jeffrey, experimentando un enorme alivio por haber podido hallar explicacion a algo.
– Acerca de la otra -prosiguio Rosen, aun observando a los estudiantes-. El hombre con el que sale.
– ?Le conoce? -pregunto Jeffrey, pero enseguida rectifico-: ?Hipoteticamente?
– Oh, le conozco -dijo Rosen-. O al menos conozco a los tipos como el. Los conozco mejor de lo que me conozco a mi misma.
– No estoy seguro de entenderla.
Se echo el cuello hacia atras, y se bajo la cremallera para ensenarle un enorme moraton en la clavicula. En la parte interior del cuello se veian marcas de dedos, de color oscuro. Alguien habia intentado estrangularla.
Jeffrey la observo con detenimiento.
– Pero ?quien…? -intento preguntar, aunque la respuesta era evidente.
Rosen se subio la cremallera.
– Deberia irme.
– Puedo llevarla a alguna parte -se ofrecio Jeffrey-. A un centro de acogida…
– Ire a casa de mi madre -dijo ella, con una sonrisa triste-. Siempre voy a casa de mi madre.
– Doctora Rosen -insistio Jeffrey-. Jill…
– Agradezco su interes -le interrumpio ella-. Pero tengo que irme.
Jeffrey se quedo alli, de pie, observando como pasaba junto a un grupo de estudiantes. Se detuvo a hablar con uno, comportandose como si nada hubiese ocurrido. No sabia si seguirla o ir a buscar a Brian Keller y hacerle saber que se siente exactamente cuando te maltratan.
Siguiendo un impulso, Jeffrey se decidio por lo segundo, y echo a andar hacia el edificio de ciencias a paso vivo. De nino, se habia metido demasiado en las peleas entre sus padres para saber que la colera solo engendra mas colera, de modo que inhalo profundamente para calmarse antes de abrir la puerta del laboratorio de Keller.
En la estancia solo estaba Richard Carter, de pie tras un escritorio, dandose golpecitos con un boligrafo en la barbilla. Su expresion expectante se torno decepcion al reconocer a Jeffrey.
– Oh -dijo-. Es usted.
– ?Donde esta Keller?
– Eso quisiera saber yo -le solto Richard, claramente enojado. Volvio a inclinarse sobre el escritorio y garabateo una nota-. Debia reunirse conmigo hace media hora.
– Acabo de hablar con su mujer sobre su supuesta aventura amorosa.
Eso parecio animarle, y le asomo una sonrisa en los labios.
– ?Si? ?Y que ha dicho?
– Que no era cierto -le advirtio Jeffrey-. Tiene que tener mas cuidado con lo que dice.