de la droga de sus parejas. Y algunos miles mas habian cometido algun delito porque la carcel era el unico lugar donde podian protegerse de los malos tratos.

En Birmingham, cuando Jeffrey era patrullero, habia acudido al menos diez veces a socorrer a la misma mujer. Era directora de comunicaciones de una empresa internacional, y tenia dos titulos de Auburn. Casi un millar de personas en el mundo podian responder por ella, y cada vez que Jeffrey acudia a su casa porque le llamaban los vecinos, ella se quedaba en la entrada, con la cara ensangrentada, las ropas destrozadas, diciendo que se habia caido por las escaleras. Su marido era un capullo canijo que se calificaba a si mismo de padre hogareno. De hecho, era un alcoholico incapaz de conservar un empleo y que vivia del dinero de su mujer. Al igual que casi todos los maltratadores, era amable y encantador y no veia el aspecto que tenia su mujer cuando acababa de sacudirle. En la actualidad, un policia no necesitaba el testimonio de una mujer para arrestar a un maltratador, pero en aquella epoca las leyes protegian al marido.

Jeffrey se acordaba de un caso en particular. Estaba en la puerta de la casa, helado de frio, viendo como la sangre le resbalaba por la pierna de la victima y formaba un charco a sus pies a causa de Dios sabe que, mientras ella insistia en que su marido era un buen hombre que nunca le habia puesto la mano encima. De hecho, la unica vez que Jeffrey vio que el marido la tocara fue cuando la enterraron. Metio una mano dentro del ataud y le dio unas palmaditas en la cabeza, y a continuacion le ofrecio a Jeffrey la mayor sonrisa de hijoputa que este habia visto y le dijo:

– Ese ultimo peldano era mortal.

Jeffrey trabajo dos anos con el forense intentando conseguir pruebas contra ese capullo, pero mientras que era facil demostrar que alguien se habia caido por las escaleras y roto el cuello, demostrar que le habian empujado era mas dificil.

Todo eso le hizo pensar en Lena y en como se habia comportado aquella manana. Tenia razon en lo de que el vello encontrado solo la relacionaba con Andy Rosen de manera circunstancial. Un buen abogado encontraria una explicacion a la huella del libro. Jeffrey habia ensenado a Lena todo lo que sabia, y no ignoraba que estaba familiarizada con las interioridades de la investigacion forense. Lena habria sido meticulosa. Habria sabido como eliminar cualquier pista. Y Jeffrey se preguntaba: ?era capaz de hacerlo? ?Estaba tan colgada de Ethan White que haria cualquier cosa para encubrirle?

Jeffrey tenia que considerar todos los hechos, y estos convertian a Lena en sospechosa, sobre todo considerando su actitud hostil en el interrogatorio. Solo le habia faltado desafiarlo a que encajara todas las piezas del rompecabezas.

Aunque se resistia a ello, Jeffrey se obligo a considerar la posibilidad de que hubiera dos asesinos, planteada la noche anterior por Sara: uno que hubiera matado a Andy y apunalado a Tessa y el otro que hubiera acabado con la vida de Ellen Schaffer. El punto debil de ese razonamiento aparecia al llegar al atacante de Tessa en el bosque. Despues de echarle un vistazo al historial de Ethan White y de hablar con Lena, Jeffrey tenia que considerar una variante de esa teoria.

Ethan podia haber matado a Andy Rosen. Lena podia haber llegado tarde a la escena del crimen. Llamaria a Ethan por el movil para decirle que Tessa estaba en el bosque. No habia manera de saber donde estaba ninguno de los dos cuando Ellen Schaffer se mato, pero sabia que Lena se habria dado cuenta de que el cartucho no era del mismo calibre que el rifle. Sabia mas de armas que cualquier hombre que Jeffrey hubiera conocido. Le consolaba poco el hecho de que Lena quiza solo fuera complice. Segun la ley de Georgia, era tan culpable como Ethan.

Se froto los ojos, pensando que todo eso era ridiculo. Lena era policia, por mucho que no llevara placa. Cometer un asesinato, o incluso participar como complice, era algo que no haria nunca, por mucho encanto que tuviera Ethan White. Eso era una locura, y la unica razon que habia para sospechar de ella era que no colaboraba. Pero como Sara habia senalado, a Lena le gustaba hacerse la dificil.

Saco el movil y llamo al despacho de Kevin Blake. Al decano de Grant Tech le gustaba dar la impresion de que era un hombre muy ocupado, pero Jeffrey sabia con certeza que pasaba casi todo el dia en el campo de golf. Queria concertar una cita con el para ponerle al corriente del caso antes de que se largara. La secretaria de Blake le paso de inmediato.

– Jeffrey -dijo Blake.

Estaba usando el manos libres, y si la tension de la voz de Blake no era bastante para advertirle de que no estaba solo en su despacho, el manos libres se lo confirmo.

– ?Donde estas? -le pregunto Blake.

– En el campus -contesto Jeffrey.

Keller le habia dicho a Frank que estaria todo el dia en el laboratorio si Jeffrey queria hablar con el a solas. Antes de lo de esta manana con Lena, Keller era el mejor camino que podia explorar. Jeffrey sabia que seria muy facil desviarse del tema, pero ahora no podia hacer nada con Lena, y sabia que no podia ir a por Ethan White sin nada con que apretarle las tuercas.

– Estoy con Albert Gaines y con Chuck. Ibamos a llamarte a la comisaria para ver si podias pasarte -informo Blake.

Jeffrey reprimio el exabrupto que pugnaba por salir de su boca.

– Eh, jefe -dijo Chuck, y Jeffrey se imagino la expresion de suficiencia de este al hablarle-. Le hemos guardado cafe y unos donuts.

Se oyo un grunido, probablemente emitido por Albert Gaines.

– Jeffrey, ?podrias pasarte por mi despacho? Nos gustaria hablar contigo -rogo Blake.

– Puedo estar alli dentro de una hora -le dijo Jeffrey, pensando que antes se dejaria cortar el cuello que acudir corriendo cuando ellos chasqueaban los dedos-. Tengo que seguir una pista.

– Oh -exclamo Blake, pensando quiza que deberia posponer su partido de golf-. ?Seguro que no puede venir ahora?

Albert Gaines volvio a refunfunar algo. Era un hombre avinagrado, y exigia respuestas de sus subordinados, pero siempre habia apoyado a Jeffrey.

Era evidente que a Blake le habia caido una bronca. Su tono fue brusco cuando dijo:

– Entonces le veremos dentro de una hora, jefe.

Jeffrey cerro el movil, y lo mantuvo en la barbilla mientras el grupo de chicas se desplazaba hacia la siguiente zona del patio. Salio del coche y se dirigio hacia la asociacion de estudiantes, deteniendose para echar un vistazo a los carteles. En la parte superior habia una foto borrosa en blanco y negro de Ellen Schaffer, y aparte otra, aun mas borrosa, de Andy Rosen. Debajo se leian las palabras «Vigilia con velas». Se daba una hora y un lugar, junto con un nuevo numero de telefono para ayuda a suicidas que habia sido creado en colaboracion con el centro de salud mental.

– ?Cree que servira de algo?

Jeffrey dio un respingo, sobresaltado, al oir la voz de Jill Rosen.

– Doctora Rosen…

Jill -le corrigio ella-. Siento haberle asustado.

– No pasa nada -la disculpo Jeffrey.

La mujer tenia peor aspecto que el dia anterior. Sus ojos estaban tan hinchados de llorar que apenas se le veian, y estaba demacrada. Llevaba un jersey de manga larga de cuello alto con cremallera. Mientras hablaba con Jeffrey se apretaba el cuello con las dos manos para combatir el frio.

– Menuda pinta tengo -se disculpo.

– En ese momento me disponia a hablar con su marido -dijo Jeffrey, pensando que habia echado a perder la oportunidad de hablar con Keller a solas.

– Esta al llegar -le explico ella, sacando un juego de llaves-. Tiene dos juegos -comento-. Le dije que nos encontrariamos aqui. Necesitaba salir de casa.

– Me sorprendio saber que venia a trabajar.

– El trabajo le ayuda a recuperarse. -Sonrio con languidez-. Es un buen lugar donde esconderte mientras todo se desmorona a tu alrededor.

Jeffrey sabia exactamente a que se referia. Despues de que Sara se divorciara de el, lo unico que hacia era trabajar; de no haber tenido un empleo al que acudir todos los dias, se habria vuelto loco.

– Sientese -le invito Jeffrey, indicando un banco-. ?Como lo lleva?

Rosen espiro lentamente al sentarse.

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