diferente. -Echo la silla hacia atras, hacia la estanteria que habia junto al archivador, y saco su guia farmacologica-. Tendre que buscar algunos -dijo, volviendo al escritorio-. Algunos los conozco, pero hay otros de los que no tengo ni idea. Uno de mis pacientes, un nino que tiene Parkinson, utiliza buspirona para la ansiedad. A veces puedes tomarlos juntos, pero no todos. Acabarian siendo toxicos.
– ?Crees que a lo mejor los vendia? -pregunto Jeffrey-. Tenia jeringuillas. En el armario le encontramos un alijo de marihuana y diez pastillas de acido.
– No hay mercado para los antidepresivos -dijo Sara-. Hoy en dia cualquiera puede hacerse con una receta. Es solo cuestion de encontrar el medico adecuado… o equivocado, en este caso. -Senalo un par de frascos que habia apartado-. El Ritalin y el Xanax si tienen demanda en la calle.
– Puedo ir a la escuela elemental y conseguir diez pastillas de cada medicamento por unos cien dolares - senalo Jeffrey. Cogio un frasco de plastico grande-. Al menos se tomaba sus vitaminas.
– Yocon -dijo, leyendo los ingredientes-. Creo que empezare por esto. -Sara paso las paginas del libro, buscando la entrada adecuada. Le echo un vistazo a la descripcion, y la resumio diciendo-: Es un nombre comercial para la yohimbina, que es una hierba. Se supone que ayuda a la libido.
Jeffrey cogio el frasco.
– ?Un afrodisiaco?
– Tecnicamente no -contesto Sara, leyendo un poco mas-. Se supone que sirve para todo, desde la eyaculacion precoz hasta tener una ereccion mas fuerte.
– ?Y como es que nunca habia oido hablar de esto?
Sara lo miro con complicidad.
– Porque nunca lo has necesitado.
Jeffrey sonrio, dejando de nuevo el Yocon en su escritorio.
– Tenia veinte anos. ?Por que iba a necesitar algo asi?
– A lo mejor el Zoloft le habia vuelto anorgasmico.
Jeffrey apreto los ojos.
– ?No podia correrse?
– Bueno, esa es otra manera de expresarlo -concedio Sara-. Podia alcanzar y mantener una ereccion pero tenia problemas para eyacular.
– Jesus, no me extrana que se estrangulara.
Sara hizo caso omiso del comentario, repasando lo que decia su guia del medicamento solo para asegurarse.
– Efectos secundarios: anorgasmia, ansiedad, aumento del apetito, falta de apetito, insomnio…
– Eso explicaria el Xanax.
Sara levanto los ojos del libro.
– Ningun medico en su sano juicio recetaria todas estas pildoras juntas.
Jeffrey comparo algunas de las etiquetas.
– Iba a cuatro farmacias distintas.
– No me imagino a ningun farmaceutico llenandole todos estos frascos. Es algo muy insensato.
– Necesitaremos algo solido para obtener un mandato judicial que nos permita inspeccionar los archivos farmaceuticos -dijo Jeffrey-. ?Conoces al medico?
– No -dijo ella, abriendo el cajon inferior de su escritorio. Saco la guia telefonica de Grant County y alrededores. Una rapida busqueda revelo que el nombre no estaba en la guia-. ?No esta afiliado a ningun hospital ni a la universidad?
– No -dijo Jeffrey-. A lo mejor esta en Savannah. Uno de los farmaceuticos si aparece.
– No tengo la guia telefonica de Savannah.
– Bueno, hay esa cosa nueva -dijo Jeffrey tomandole el pelo-. Lo llaman Internet.
– Muy bien -dijo Sara para evitarse el sermon acerca de lo maravillosa que era la tecnologia.
Comprendia que a alguien como Jeffrey le resultaba util, pero por lo que a ella se referia, habia visto a demasiados chicos demacrados y con sobrepeso en su consulta como para apreciar las ventajas de pasarse el dia delante del ordenador.
– ?Y si no fuera medico? -sugirio Jeffrey.
– A no ser que el farmaceutico lo sepa, necesitas un numero del Departamento de Control de Farmacos cuando rellenas una receta. Esta en una base de datos.
– ?Asi que tal vez alguien le robo el numero a un medico jubilado?
– Tampoco es una receta de narcoticos ni de OxyContin. Imagino que estos medicamentos tampoco harian sonar las alarmas de los organismos del gobierno. -Sara fruncio el ceno-. Aunque no acabo de entender para que lo queria. No son estimulantes. No te puedes colocar con ninguno de ellos. El Xanax puede ser adictivo, pero el chaval tenia metanfetamina y hierba, que colocan muchisimo mas.
Mas tarde Carlos contaria y clasificaria las pastillas, pero, siguiendo un impulso, Sara abrio uno de los frascos de Zoloft. Sin sacarlas, comparo las tabletas amarillas con el dibujo de su guia farmaceutica.
– Coinciden.
Jeffrey abrio el siguiente frasco mientras Sara cogia el tercero.
– Las mias no -dijo Jeffrey.
Sara miro en el interior del tercer frasco.
– No -nego tambien, abriendo el cajon superior de su escritorio. Cogio unas pinzas y las utilizo para sacar una de las capsulas de color claro. Dentro habia un polvillo blanco-. Podemos enviarlo a analizar y averiguar que es.
Jeffrey comprobo todos los frascos.
– ?Hay dinero en el presupuesto para acelerar el analisis?
– No creo que tengamos eleccion -dijo Sara, deslizando la capsula dentro de una pequena bolsa para pruebas.
Ayudo a Jeffrey a comprobar el contenido de los frascos, pero las restantes pastillas tenian alguna marca que identificaba al fabricante o el nombre del medicamento.
– A lo mejor utilizaba las capsulas para meter otras drogas -dijo Jeffrey.
– Primero probemos con las desconocidas -sugirio Sara, sabiendo lo caro que seria ponerse a buscar sin saber que.
Si estuvieran en Atlanta, sin duda tendria muchos mas recursos, pero el presupuesto de Grant County era tan limitado que algunos meses Sara tenia que traerse los guantes de latex de la clinica.
– ?De donde era Dickson? -pregunto Sara.
– De aqui -dijo, Jeffrey.
Sara repitio la pregunta que le habia hecho antes, pensando que Jeffrey estaria mas dispuesto a hablar ahora.
– ?Como se lo han tomado los padres?
– Mejor de lo que esperaba -dijo Jeffrey-. Imagine que debia de ser un chaval dificil.
– Igual que Andy Rosen -apunto Sara.
Mientras volvian de Atlanta le habia contado en detalle las impresiones de Hare acerca de la familia Rosen.
– Si lo unico que los relaciona es que eran dos chicos malcriados de veintipocos anos, eso significa que la mitad de los estudiantes de la universidad estan en peligro.
– Rosen era maniaco-depresivo -le recordo Sara.
– Los padres de Dickson dicen que el no lo era. Nunca menciono que asistiera a ningun grupo de terapia. Que ellos sepan, estaba sano como una manzana.
– ?Crees que se habrian enterado?
– No parecian muy interesados por la vida de su hijo, aunque el padre dejo claro que le pagaba todas las facturas. Se habrian dado cuenta de algo asi.
– A lo mejor le visitaba alguien gratis en el centro de salud del campus.
– Puede ser complicado tener acceso a documentos clinicos.
– Podrias volver a pedirselo a Rosen -sugirio Sara.
– Creo que ya no da mas de si -le dijo Jeffrey, con una expresion sombria-. Hemos entrevistado a toda la