La camilla se engancho en una baldosa rota y Brock trastabillo.
– ?Puedo echarte una mano? -le pregunto Jeffrey.
Brock solto una risita, enderezandose.
– Llevo el carne de conducir y los papeles del coche, jefe -como si Jeffrey le hubiera detenido por saltarse una senal de trafico. Sara saco el cuerpo de Andy Rosen y comenzo a ayudar a Brock a moverlo.
– ?Necesitas la bolsa? -pregunto Brock.
– Traemela manana -dijo Sara. Pero enseguida se acordo de Carlos y cambio de opinion-. De hecho, ?te importaria usar una de las tuyas?
– Soy como los boy scouts -dijo Brock.
Metio la mano bajo la camilla y saco una bolsa verde oscuro para cadaveres con el emblema de Brock e Hijos impreso a un lado en letras doradas.
Sara tiro de la cremallera mientras colocaba la bolsa sobre la camilla.
– Bonita incision -observo Brock-. Puedo pegarlo y luego meterle un poco de algodon encima, no hay problema.
– Bien -le contesto Sara, sin saber que mas decir.
– Ayer, cuando estuve aqui, le eche un vistazo solo para ver como le embalsamaria. -Exhalo un suspiro de resignacion-. Supongo que puedo utilizar un poco de masilla para remendarle la cabeza. Pero este cabron goteara como me llamo Brock.
Sara dejo lo que estaba haciendo.
– ?Goteara? ?El que?
Brock le senalo la frente.
– El agujero. Creia que lo habias visto, Sara. Lo siento.
– No -dijo Sara, agarrando la lupa.
Aparto el pelo de Andy Rosen y encontro una pequena perforacion en el cuero cabelludo. El cuerpo llevaba ya muchas horas en decubito, y la piel habia tenido tiempo de contraerse. Ahora el agujero se veia sin lupa.
– No puedo creer que se me pasara por alto -dijo Sara.
– Le examinaste la cabeza -dijo Jeffrey-. Te vi hacerlo.
– Ayer por la noche estaba tan cansada -se disculpo Sara, aunque le parecio una excusa muy pobre-. Maldita sea.
Brock se quedo visiblemente sorprendido por la exclamacion. Sara sabia que debia disculparse, pero estaba demasiado enfadada.
La perforacion que habia en la frente de Andy Rosen era debida, sin duda, a una aguja. Alguien le habia puesto una inyeccion en el cuero cabelludo, con la esperanza de que la pequena herida quedara oculta por los foliculos pilosos. De no habersela senalado Brock, nunca la hubiera visto.
– Necesito a Carlos. Vamos a volver a tomar muestras de sangre y tejido.
– ?Le queda sangre? -pregunto Jeffrey.
– Nosotros no… -dijo Brock.
– Claro que queda sangre -le interrumpio Sara. A continuacion, para si misma, anadio-: Quiero extirpar esta zona de alrededor de la frente. ?Alguien sabe decirme que mas se me ha pasado por alto?
Se quito las gafas, tan furiosa que se le nublo la vista.
– Maldita sea -repitio-. ?Como se me pudo pasar?
– Yo tampoco lo vi -dijo Jeffrey.
Sara se mordio el labio inferior para no explotar.
– Lo necesito durante al menos otra hora.
– Oh, vale -dijo Brock, ansioso por marcharse-. Llamame cuando acabes.
Sara estaba sentada en el marmol de la cocina, contemplando el microondas y preguntandose si podia contraer cancer por sentarse tan cerca del aparato. Estaba tan cansada que no le importaba, y tan furiosa consigo misma por haber pasado por alto la puncion de aguja del cuero cabelludo de Andy Rosen que casi daba por bueno el castigo. Tres horas del mas complicado examen fisico que Sara habia realizado en su vida no arrojo nada nuevo en el caso de Rosen. A continuacion, llevo a cabo el mismo examen detallado con William Dickson, haciendo que Carlos y Jeffrey siguieran todos sus movimientos para tener una triple comprobacion de lo que hacia.
Se habia pasado otra hora con los ojos pegados al microscopio, estudiando los fragmentos del cuero cabelludo de Ellen Schaffer recuperados en la escena del crimen. Al final Jeffrey logro convencer a Sara de que, aunque hubiera alguna prueba que no hubiera resultado danada y fuera aun detectable, estaba demasiado cansada para encontrarla. Necesitaba irse a casa y descansar. Jeffrey le prometio que, despues de que ella descansara, la llevaria de vuelta al deposito para que pudiera revisarlo todo otra vez. En aquel momento, la idea le habia parecido bien a Sara, pero el sentimiento de culpa y la necesidad de respuestas impedian que se le pasara por la cabeza cerrar los ojos. Se le habia pasado por alto algo crucial en el caso, y, de no haber sido por Brock, Andy Rosen habria sido incinerado, destruyendose toda esperanza de que Sara encontrara algo que demostrara que lo habian asesinado.
Sono la alarma del microondas, y Sara saco su pollo con pasta precocinado, sabiendo, antes de quitar la envoltura transparente, que seria incapaz de comerselo. Incluso los perros arrugaron el hocico ante el olor, y Sara se planteo tirarlo al cubo de la basura que estaba fuera antes de que la dominara la pereza y acabara arrojandolo al triturador de basura del fregadero.
La nevera no tenia mucho que ofrecerle, exceptuando una mandarina reseca que se habia pegado al estante de cristal, y dos tomates de aspecto fresco y origen dudoso. Sara se quedo mirando el frigorifico, sin expresion, debatiendo sus opciones, hasta que el estomago comenzo a quejarse. Por fin decidio hacerse un sandwich de tomate sentada a la mesita con ruedas de la cocina, para poder mirar el lago. Fuera se oia el rugido de los truenos. La tormenta les habia seguido desde Atlanta.
Sara observo la hilera de platos y vasos colocados en el escurridor que habia junto al fregadero en el que Jeffrey los habia lavado, y por alguna estupida razon se le escaparon algunas lagrimas. Ni todas las flores del mundo ni los mas hermosos cumplidos podian compararse con un hombre que hacia las tareas domesticas.
– Dios mio -exclamo Sara, riendose de si misma.
Se seco los ojos y se dijo que la falta de sueno y el estres la estaban dejando para el arrastre.
Estaba pensando en darse una buena ducha y quitarse la mugre del dia cuando alguien llamo energicamente a la puerta. Sara refunfuno al levantarse, suponiendo que algun vecino bienintencionado se dejaba caer para interesarse por Tessa. Durante una fraccion de segundo se le ocurrio fingir que no estaba en casa, pero la minima posibilidad de que algun vecino le trajera un guiso o un pastel la empujo a abrir la puerta.
– Devon -dijo, sorprendida al ver al novio de Tessa en el porche.
– Hola -le contesto el, metiendose las manos en los bolsillos. A sus pies habia una bolsa de marinero-. ?Por que hay un poli vigilando?
Sara saludo a Brad, quien se hallaba en el interior de un vehiculo estacionado al otro lado de la calle desde que ella llegara a casa.
– Es una larga historia -dijo, sin querer mencionar los temores de Jeffrey.
Devon bajo los ojos a la bolsa.
– Sara, yo…
– ?Que? -pregunto Sara, y el corazon le dio un vuelco al comprender que a lo mejor le habia pasado algo a Tessa-. ?Es que esta…?
– No -la tranquilizo Devon, extendiendo los brazos para poder cogerla si se desmayaba-. No, lo siento. Deberia habertelo dicho. Ella esta bien. Acababa de volver a…
Sara se llevo la mano al corazon.
– Dios mio, me has dado un susto de muerte. -Le hizo una sena para que entrara-. ?Quieres comer algo? Solo tengo…
Sara se detuvo al ver que el no la seguia.
– Sara -dijo Devon y, a continuacion, volvio a mirar la bolsa-. Te he traido algunas cosas de Tessa. Cosas que dijo que queria.
Sara se apoyo contra la puerta abierta, sintiendo un hormigueo en la nuca. Sabia por que habia venido, y para que era la bolsa. Dejaba a Tessa.