– No, no es verdad -dijo ella, pero no con la conviccion que queria.
El le puso el pelo detras de la oreja, y a continuacion le repaso el corte del ojo con el dedo, suavemente.
– No queria hacerte dano.
Lena se aclaro la garganta.
– Bueno, pues me lo hiciste.
– Te prometo… te prometo… que no volvera a ocurrir.
Lena queria decirle que no tendria oportunidad, pero era incapaz de dejar de mirarle, de romper el hechizo.
Ethan sonrio, probablemente al ver el efecto que causaban sus palabras.
– ?Sabes?, ni siquiera te he besado -dijo, pasandole el dedo por los labios.
Hubo algo en Lena, algo que creia ya extinguido, que reacciono ante ese roce, y sintio que le afloraban las lagrimas. Tenia que detener eso antes de que se le fuera de las manos. Debia de hacer algo para echarlo de su vida.
– Por favor -rogo el, con una sonrisa en los labios-. Empecemos de nuevo.
Ella dijo lo unico que sabia que podia detenerle.
– Quiero volver a la policia.
Ethan aparto la mano bruscamente, como si Lena le hubiera escupido.
– Es lo que soy -dijo Lena.
– No es verdad -insistio el-. Se lo que eres, Lena, y no eres un poli.
En ese momento volvio Chuck, subiendose el cinturon y haciendo repiquetear las llaves. Lena se sintio tan aliviada al verle que sonrio.
– ?Que? -pregunto Chuck, suspicaz.
– Hablaremos luego -dijo Ethan a Lena.
– Muy bien -concluyo ella, echandolo.
Ethan no se movio.
– Hablaremos luego.
– De acuerdo -asintio ella. Penso que debia ser mas explicita si queria que se marchara-. Hablaremos luego. Te lo prometo. Vete.
Por fin se marcho, y Lena bajo la vista, intentando recuperar el dominio de si misma. Al hacerlo, vio sangre en el suelo. El corte del dedo goteaba como un grifo mal cerrado.
Chuck cruzo sus rollizos brazos sobre el pecho.
– ?Que esta pasando?
– No es asunto tuyo -contesto ella, esparciendo la sangre del suelo con el zapato.
– Estas en horario de trabajo, Adams. No me robes horas.
– ?Ahora voy a cobrar las horas extra? -pregunto Lena, aunque sabia que ni de cona.
La universidad hacia que todo el mundo cumpliera con las horas estipuladas, pero cada vez que Lena hacia horas de mas, a Chuck parecia olvidarsele.
Lena le enseno el dedo.
– Tengo que volver a la oficina y vendarmelo.
– Dejame ver -dijo Chuck, como si Lena mintiera.
– Me llega practicamente al hueso -repuso ella, quitandose la camisa. Unos pinchazos lacerantes le hacian sentir la mano fria y caliente al mismo tiempo-. Tal vez necesite puntos.
– No necesita puntos -nego Chuck, como si Lena fuera una nina grande-. Vuelve a la oficina. Llegare dentro de un par de minutos.
Lena salio del laboratorio antes de que Chuck cambiara de opinion o se diera cuenta de que en la enorme caja blanca colgada de la pared, en la que se leia «PRIMEROS AUXILIOS», a lo mejor habia tiritas.
La lluvia que habia amenazado toda la semana comenzo a caer en cuanto Lena llego al centro del patio de la universidad. El viento soplaba tan fuerte que la lluvia caia al bies, azotandole la cara como diminutas esquirlas de cristal. Tenia los ojos medio cerrados, y la mano la llevaba unos centimetros por delante, mientras intentaba encontrar el camino a la oficina de seguridad.
Tras buscar la llave durante cinco minutos y batallar con ella dentro de la cerradura, la puerta se abrio, empujada por el viento. Lena agarro el pomo y afianzo los pies mientras intentaba cerrarla.
Presiono varias veces el interruptor, pero no habia electricidad.
Farfullando una maldicion, Lena saco su linterna y empezo a buscar el botiquin. Cuando lo encontro, no pudo abrirlo, y tuvo que utilizar la hoja del cuchillo que llevaba en el tobillo para abrir la tapa de plastico. Tenia la mano tan resbaladiza que la navaja se le escapo, y todo lo que habia en el botiquin se desparramo por el suelo.
Se ayudo de la linterna para encontrar lo que necesitaba, y dejo el resto en el suelo. Si tanto le importaba, ya lo limpiaria Chuck. Diablos, seguramente le entraba tanto dinero en efectivo a la semana que bien podia pagar a alguien para limpiar la oficina.
Lena musito «Mierda» entre dientes al echarse alcohol en la herida abierta. La sangre, mezclada con el alcohol, se derramo sobre el escritorio. Intento limpiar el charco con la manga, pero lo unico que consiguio fue empeorar la mancha.
– Joder -farfullo.
Tenia un poncho en su taquilla, pero Lena nunca lo habia usado. El cuello solo se cerraba por un lado, un defecto de fabricacion que a Chuck no le parecio un problema cuando Lena se lo senalo. Naturalmente, el poncho de Chuck no tenia taras, y Lena decidio cogerselo prestado para volver a casa.
Abrio la taquilla de Chuck tras tirar un par de veces del pestillo. El impermeable seguia dentro de su envoltura de plastico, en el estante superior, pero Lena decidio aprovecharse de la situacion y registrar la taquilla.
Ademas de una revista de submarinismo, en la que aparecian modelos medio desnudas exhibiendo la ultima novedad en trajes, y una caja sin abrir de barras energeticas, no habia nada de interes. Cogio el poncho y, en el momento en que se disponia a cerrar la taquilla, alguien abrio la puerta de la oficina.
– ?Que cono estas haciendo? -le pregunto Chuck, cruzando el despacho a una velocidad que Lena nunca le habia creido capaz de alcanzar.
Cerro la taquilla con tanta fuerza que volvio a abrirse.
– Queria cogerte el poncho.
– Ya tienes uno -dijo el, arrancandoselo de la mano y arrojandolo sobre su escritorio.
– Te dije que el mio tiene una tara.
– Tu si que estas tarada, Adams.
Lena estaba demasiado cerca de el. Retrocedio en el momento en que volvia la luz. El fluorescente parpadeo, proyectando sobre ellos una espectral luz grisacea. Aun con tan poca luz, se dio cuenta de que Chuck tenia ganas de camorra.
Lena se dirigio a su taquilla.
– Cogere el mio.
Chuck apoyo el culo en el escritorio.
– Fletcher ha telefoneado para decir que estaba enfermo. Necesito que hagas el turno de noche.
– Ni hablar -objeto Lena-. Ya hace dos horas que tendria que haber acabado.
– Asi es la vida, Adams -dijo Chuck-. Jodida.
Lena abrio su taquilla y miro su contenido, pero no reconocio nada.
– ?Que estas haciendo? -pregunto Chuck, cerrandola de un golpe.
Lena consiguio apartar la mano instantes antes de que pudiera aplastarsela con la puerta. Por error habia abierto la taquilla de Fletcher. En el estante superior habia dos bolsitas de plastico, y Lena intuyo su contenido. Estaban tan seguros de que nadie les pillaria que dejaban la mierda en cualquier sitio.
– ?Adams? -repitio Chuck-. Te he hecho una pregunta.
– Nada -dijo ella.
De pronto comprendio por que Fletcher nunca consignaba ningun incidente en el registro. Estaba demasiado ocupado vendiendo droga a los estudiantes.
– Muy bien -dijo Chuck, pensando que Lena estaba conforme-. Te vere por la manana. Llamame si me necesitas.
– No -dijo Lena, cogiendo el poncho de Chuck-. Te he dicho que no voy a hacerlo. Para variar, tendras que
