Sara sabia que Richard Carter no era el primer hombre que intentaba salvar a Lena Adams y fracasaba estrepitosamente.

– ?Que me dices de William Dickson? -pregunto Sara.

– Muerte accidental, a no ser que encuentres una manera de endosarselo a Richard.

– No -dijo Sara-. ?En ningun momento implico a Keller?

– No.

– ?Por que se inventaria la mentira esa de que tenia una aventura?

Jeffrey volvio a suspirar, evidentemente exasperado.

– Para remover mas la mierda, supongo. O a lo mejor pensaba que Brian acudiria a el pidiendo ayuda. ?Quien sabe?

– La succinilcolina estaba guardada bajo llave en el laboratorio -le informo Sara-. Deberia haber un diario en el que se especifique quien la utilizaba. Podrias averiguar los nombres de los que tenian acceso a ella.

– Lo investigare -dijo Jeffrey-. Pero si los dos tenian acceso, sera dificil demostrar que Keller tuvo algo que ver. -Hizo una pausa-. Tengo que decirte, Sara, que si Keller hubiera querido matar a uno de sus hijos, habria sido a Richard, y no con una aguja.

– Es una desagradable manera de morir -dijo Sara, imaginando los ultimos minutos de la vida de Andy Rosen-. Primero se paralizan las extremidades, a continuacion el corazon y, los pulmones. No afecta al cerebro, de modo que debio de ser consciente de lo que le ocurria hasta el ultimo minuto.

– ?Cuanto tardaria en morir?

– Segun la dosis, veinte o treinta segundos.

– ?Dios!

– Lo se -dijo Sara-. Y es casi imposible encontrarlo en la autopsia. El cuerpo lo asimila muy rapidamente. Ni siquiera existia ningun analisis para encontrarlo hasta hace cinco anos.

– O sea que las pruebas que deben realizarse para encontrarla en el organismo deben de ser caras.

– Si eres capaz de relacionar a Keller con la succinilcolina, pedire dinero del presupuesto para hacer el analisis. Y si hace falta lo pagare yo misma.

– Hare todo lo que pueda -dijo Jeffrey, aunque no parecia muy esperanzado-. Se que les daras la noticia a tus padres, pero ?quieres esperar a que yo llegue para decirselo a Tessa?

– Claro -dijo Sara, pero habia vacilado al contestar.

Jeffrey espero antes de decir:

– ?Sabes que? Tengo muchisimas cosas que hacer. Ya nos veremos.

– Jeffrey…

– No -dijo el-. Quedate con tu familia. Es lo que necesitas en este momento, estar con tu familia.

– Eso no es…

– Vamos, Sara -repuso Jeffrey, y ella se dio cuenta de que estaba dolido-. ?Que estamos haciendo?

– No se. Yo… -Sara busco algo que decirle, pero no se le ocurrio nada-. Te dije que necesitaba tiempo.

– El tiempo no va a cambiar nada -dijo Jeffrey-. Si no podemos superar esto, algo que hice cinco anos atras…

– Lo dices como si yo fuera la insensata.

– No es eso. No quiero presionarte, es solo que… -Solto un grunido-. Te quiero, Sara. Estoy harto de que salgas a hurtadillas todas las mananas. Estoy harto de esta chorrada de que estes y no estes en mi vida. Quiero estar contigo. Quiero casarme contigo.

– ?Casarte conmigo?

Se echo a reir, como si le hubiera pedido que fueran a dar un paseo por la luna.

– No se por que te parece tan horrible.

– No me parece horrible. Es solo que… -Otra vez se quedo sin palabras-. Jeff, ya hemos estado casados. Y no salio demasiado bien.

– Si. Yo tambien estaba presente, ?te acuerdas?

– ?Por que no podemos seguir tal como estamos ahora?

– Quiero algo mas que eso -dijo Jeffrey-. Quiero tener un dia realmente asqueroso de trabajo y volver a casa y que me preguntes que hay para cenar. Quiero volcar el cuenco de agua de Bubba en mitad de la noche. Quiero despertarme por la manana con el sonido de tus palabrotas porque me deje el suspensorio colgado de la puerta.

Sara sonrio en contra de su voluntad.

– Haces que todo suene tan romantico.

– Te quiero.

– Ya lo se -dijo Sara y, aunque ella tambien le amaba, era incapaz de expresarlo-. ?Cuando puedes venir?

– Eso es lo que queria oir.

– Quiero que se lo cuentes tu -dijo Sara. Como el no respondiera, anadio-: Van a hacerme preguntas que yo no puedo contestar.

– Ya sabes todo lo que yo se.

– No creo que sea capaz de contarselo. Creo que en estos momentos no me veo con fuerzas.

Jeffrey espero un instante antes de decir:

– Me pasare a eso de las cuatro y media.

– Muy bien. -Sara le dio el numero de habitacion de Tessa. Estaba a punto de colgar cuando dijo-: ?Jeff?

– ?Si?

Ahora que no le habia dejado colgar, Sara no sabia que decirle.

– Nada -dijo-. Te vere cuando llegues.

Jeffrey le concedio unos segundos para anadir algo mas, pero al final se despidio.

– Muy bien. Hasta entonces.

Sara se despidio con la sensacion de que acababa de caminar sobre una cuerda floja encima de un lago infestado de caimanes. Le habian sucedido tantas cosas esa semana que ni siquiera podia asimilar lo que le habia dicho Jeffrey. Queria coger el telefono y decirle que lo sentia, que le queria, pero tambien queria llamarle y decirle que se quedara en casa.

Al otro lado de la puerta oia como por megafonia llamaban a los medicos y repetian los codigos de urgencia. Unas figuras borrosas pasaron junto al cristal, y sus imagenes centellearon como luces estroboscopicas mientras corrian para ayudar a los pacientes. Era como si hubieran transcurrido cien anos desde que ella era una interna. Ahora todo parecia mas complicado y, aunque estaba segura de que la vida era tan agobiante como cuando era joven, siempre pensaba en esos dias con nostalgia. Aprender a ser cirujano, tratar casos criticos que exigian el empleo de toda su disciplina, habia sido algo tan adictivo como la heroina. Todavia le daba un subidon cuando se acordaba de lo que era trabajar en el Grady. En cierto momento de su vida, el hospital habia sido mas importante que el aire. Hasta su familia parecia poca cosa en comparacion.

Tomar la decision de volver a Grant le habia parecido facil en aquel momento. Queria -necesitaba- estar con su familia, regresar a sus raices y sentirse segura, volver a ser una hija y una hermana. Habia sido muy comodo asumir el papel de pediatra de una pequena poblacion, y sabia que le habia proporcionado cierta paz poder devolver a esa poblacion todo lo que le habia dado de nina y adolescente. Sin embargo, desde que se fuera de Atlanta, no pasaba una semana sin que se preguntara que habria sido de su vida de haberse quedado. Hasta ese momento no se habia dado cuenta de lo mucho que lo echaba de menos.

Sara recorrio el despacho de Mason con la mirada, preguntandose como seria volver a trabajar con el. Cuando era interno, Mason era muy meticuloso, lo que le convirtio en un cirujano muy bueno. Contrariamente a Sara, dejaba que ese rasgo se traspasara a su vida personal. Era de esos hombres que no podian dejar un plato sucio en el fregadero ni un monton de ropa arrugada en la secadora. La primera vez que Mason visito su apartamento, casi le da una apoplejia al ver el cesto de ropa sin doblar que llevaba dos semanas en la mesa de la cocina. Cuando Sara se desperto a la manana siguiente, Mason habia doblado la ropa antes de iniciar su turno de las cinco de la manana.

Un golpe en la puerta saco a Sara de su ensueno.

– Pase -dijo poniendose en pie.

Mason James abrio la puerta. Llevaba una caja de pizza en una mano y dos latas de Coca-Cola en la

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