—Vortala.

—Demasiado viejo. No duraria dieciseis anos.

—Entonces la princesa.

—El Alto Estado Mayor se la comeria viva.

—?Vordarian?

El emperador abrio los ojos.

—?Oh, por el amor de Dios! ?Un poco mas de sesera, muchacho!

—Tiene un poco de formacion militar.

—Discutiremos sus pegas en profundidad… si los medicos me dan otra semana de vida. ?Tienes algun otro chiste, antes de volver al asunto?

—Quintillian de Interior. Y no es un chiste.

El emperador esbozo una sonrisa amarilla.

—Asi que tienes algo bueno que decir de mis ministros despues de todo. Ya puedo morirme: lo he oido todo.

—Nunca conseguiria un voto de aprobacion de los condes a favor de nadie que no tenga el prefijo Vor delante de su apellido —dijo Vortala—. Ni siquiera aunque fuera capaz de caminar sobre el agua.

—Pues entonces ponedle uno. Dadle un rango que acompane a su trabajo.

—Vorkosigan —dijo Vortala, escandalizado—, ?no pertenece a la casta guerrera!

—Ni muchos de nuestros mejores soldados. Solo somos Vor porque un emperador muerto declaro que uno de nuestros antepasados muertos lo fuera. ?Por que no iniciar otra vez la costumbre, como recompensa al merito? Mejor todavia, declarad Vor a todo el mundo y acabemos con la maldita tonteria de una vez.

El emperador se echo a reir, luego se atraganto y tosio.

—?No seria tirar de la alfombra de debajo de la Liga de la Defensa del Pueblo? ?Que contrapropuesta mas atractiva para asesinar a la aristocracia! No creo que los mas locos de todos ellos pudieran presentar una propuesta mas radical. Eres un hombre peligroso, lord Vorkosigan.

—Ha pedido usted mi opinion.

—Si, en efecto. Y siempre me la das. Extrano. —El emperador suspiro—. Puedes dejar de escabullirte, Aral. No te libraras esta vez.

»Permiteme que lo deje bien claro. Lo que la Regencia necesita es un hombre de impecable rango, de mediana edad y no mas, con una educacion militar consistente. Debe ser popular con sus oficiales y hombres, bien conocido por el pueblo y, sobre todo, respetado por el Alto Estado Mayor. Lo suficientemente implacable para mantener un poder casi absoluto en este manicomio durante dieciseis anos, y lo bastante honrado para entregar ese poder al final de esos dieciseis anos a un muchacho que sin duda sera un idiota… Yo lo era, a esa edad, y segun recuerdo, tu tambien. Y, oh, si, que este felizmente casado. Eso reduce la tentacion de convertirse en emperador consorte a traves de la princesa. En resumen, tu mismo.

Vortala sonrio. Vorkosigan fruncio el ceno. Cordelia sintio que el estomago se le caia a los talones.

—Oh, no —dijo Vorkosigan, palido—. No vais a dejarme caer ese muerto encima. Es grotesco. Yo, nada menos, para calzar los zapatos de su padre, para hablarle con la voz de su padre, para convertirme en el consejero de su madre… es mas que grotesco. Es obsceno. No.

Vortala parecio sorprendido de su vehemencia.

—Un poco de reticencia decente es una cosa, Aral, pero no nos pasemos. Si te preocupan los votos, ya estan decididos. Todo el mundo comprende que eres el hombre idoneo.

—Todo el mundo no. Vordarian se convertira en mi enemigo instantaneo, y tambien el ministro del Oeste. Y en cuanto a poder absoluto, usted mejor que nadie, senor, sabe que falsa quimera es esa idea. Una ilusion temblequeante, basada en… Dios sabe que. Magia. Arte de birlibirloque. Creer en tu propia propaganda.

El emperador se encogio de hombros, con cuidado, para no soltar sus tubos.

—Bueno, no sera mi problema. Sera del principe Gregor, y de su madre. Y del individuo que pueda dejarse convencer para estar a su lado, en los momentos de necesidad. ?Cuanto tiempo crees que duraran, sin ayuda? ?Un ano? ?Dos?

—Seis meses —murmuro Vortala.

Vorkosigan sacudio la cabeza.

—Ya me planteasteis ese argumento antes de Escobar. Era falso entonces, aunque tarde algun tiempo en advertirlo, y es falso ahora.

—Falso no —nego el emperador—. Ni entonces ni ahora. Eso debo creer.

Vorkosigan cedio un poco.

—Si. Puedo ver que debe usted creerlo. —Su rostro se tenso, lleno de frustracion, mientras contemplaba al hombre postrado—. ?Por que tengo que ser yo? Vortala tiene mas sentido politico. La princesa tiene mas derecho. Quintillian comprende mejor los asuntos internos. Incluso hay mejores estrategas militares. Vorlakial. O Kanzian.

—Pero no puedes nombrar a un tercero —murmuro el emperador.

—Bueno… tal vez no. Pero teneis que comprender mis razones. No soy el hombre irreemplazable que por algun motivo todo el mundo imagina que soy.

—Al contrario. Tienes dos ventajas unicas, desde mi punto de vista. Las he tenido en cuenta desde el dia en que matamos al viejo Yuri. Siempre he sabido que no viviria para siempre: demasiados venenos latentes en mis cromosomas, absorbidos cuando luchaba contra los cetagandanos como aprendiz militar de tu padre, y descuidado con mis tecnicas de limpieza, pues no esperaba llegar a viejo. —El emperador volvio a sonreir, y se concentro en el rostro intenso e inseguro de Cordelia—. De los cinco hombres con mejor derecho de sangre y ley que yo para gobernar el Imperio de Barrayar, tu nombre encabeza la lista. Ja —anadio—. Tenia razon. Sabia que no se lo habias dicho. Que picaro, Aral.

Cordelia, angustiada, volvio los ojos hacia Vorkosigan. El sacudio la cabeza, irritado.

—No es cierto. Descendencia salica.

—No entablaremos un debate aqui. Sea como sea, todo aquel que desee deponer al principe Gregor usando argumentos basados en la sangre y la ley debera primero deshacerse de ti, o tendra que ofrecerte el Imperio. Todos sabemos lo dificil que es matarte. Y eres el unico hombre de esa lista, el unico, estoy absolutamente seguro, por los restos dispersos de Yuri Vorbarra, que no desea ser emperador. Otros pueden creer que eres timido. Yo se bien que no.

—Gracias por eso, senor. —Vorkosigan parecia enormemente triste.

—Como aliciente, senalo que no puedes estar mejor situado para impedir esa eventualidad que siendo regente. Gregor es tu vida, muchacho. Gregor es todo lo que impide que seas propuesto. Tu esperanza del cielo.

El conde Vortala se volvio hacia Cordelia.

—Lady Vorkosigan. ?No nos comunicas tu voto? Parece que lo conoces muy bien. Dile que es el hombre adecuado para el puesto.

—Cuando vinimos aqui —dijo Cordelia lentamente—, con esa vaga idea de que le ofreceriais un puesto, pense que tal vez deberia instarlo a que lo aceptara. Necesita trabajar. Esta hecho para ello. Confieso que no esperaba esta oferta. —Contemplo la colcha bordada del emperador, absorta en sus intrincados disenos y colores—. Pero siempre he pensado que las pruebas son regalos. Y las pruebas mayores son el mayor de los regalos. Fallar la prueba es una desgracia. Pero rechazar la prueba es rechazar el regalo, y algo peor, aun mas irrevocable, que la desgracia. ?Comprenden lo que quiero decir?

—No —dijo Vortala.

—Si —dijo Vorkosigan.

—Siempre he pensado que los creyentes eran mas implacables que los ateos —dijo Ezar Vorbarra.

—Si piensas que es un error es una cosa —le dijo Cordelia a Vorkosigan—. Tal vez esa es la prueba. Pero si solo es miedo al fracaso… no tienes derecho a rechazar el regalo.

—Es un trabajo imposible.

—Eso pasa, a veces.

El la llevo, en silencio hasta los ventanales.

—Cordelia… no tienes ni idea de que tipo de vida sera. ?Crees que nuestros hombres publicos se rodean de hombres de armas por gusto? Si tienen un momento de tranquilidad, es al coste de la vigilancia de veinte

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