llamaba Elena, la conoci en la nave insignia… Solo puede tratarse de ella. Increiblemente hermosa. Comprendo por que llamo la atencion de Vorrutyer. Pero tan joven, y tratar con ese tipo de horror…

—Las mujeres no deberian participar en el combate —dijo Vorkosigan, sombrio.

—Ni los hombres tampoco, en mi opinion. ?Por que intentaron los tuyos encubrir sus recuerdos? ?Lo ordenaste tu?

—No, fue idea del cirujano. Sintio lastima por ella. —Su cara era tensa y sus ojos distantes.

—Fue horrible. No lo comprendi en su momento. Creo que ahora si. Cuando Vorrutyer termino con ella… y se esmero, incluso para sus baremos, estaba catatonica. Yo… era demasiado tarde para ella, pero fue entonces cuando decidi matarlo, si volvia a suceder, y al infierno con las ordenes del emperador. Primero Vorrutyer, luego el principe, despues yo. Tendria que haber dejado a salvo a Vorhalas…

»De todas formas, Bothari… le pidio el cadaver, como si dijeramos. La llevo a su propio camarote. Vorrutyer supuso que para continuar torturandola, presumiblemente imitando su dulce persona. Se sintio halagado y los dejo a solas. Bothari, de algun modo, evito sus monitores. Nadie tenia la menor idea de lo que estaba haciendo alli dentro, cada minuto de su tiempo libre. Pero acudio a mi con una lista de medicinas que queria que le consiguiera. Anestesicos, algunas cosas para el tratamiento de choque, una lista muy bien pensada. Su experiencia de combate lo habia convertido en un buen administrador de primeros auxilios. Entonces me di cuenta de que no la estaba torturando, y de que solo queria que Vorrutyer lo creyera. Estaba loco, pero no era tonto. Estaba enamorado, de algun modo extrano, y tenia el instinto de no permitir que Vorrutyer lo supiera.

—Dadas las circunstancias, no parece muy alocado —comento ella, recordando los planes que Vorrutyer tenia para Vorkosigan.

—No, pero la manera en que lo llevaba a cabo… Vi un par de casos. —Vorkosigan resoplo—. Bothari cuido de ella en su camarote: le dio de comer, la vistio, la lavo… mientras seguia actuando para Vorrutyer. Hacia ambas cosas. Al parecer habia elaborado una fantasia donde ella estaba enamorada de el, casada incluso: una pareja normal, cuerda y feliz. ?Por que no puede un loco sonar con estar cuerdo? Ella debio de sentirse aterrada durante sus periodos de conciencia.

—Senor. Casi lo siento tanto por el como por ella.

—No del todo. Bothari tambien se acosto con ella, y tengo motivos para creer que no limito ese matrimonio de fantasia a solo palabras. Comprendo por que, supongo. ?Puedes imaginar a Bothari acercandose a cien kilometros de una chica semejante en cualquier circunstancia normal?

—Mm, a duras penas. Los escobarianos protegieron a las mejores de vosotros.

—Pero eso, creo, es lo que decidio intentar recordar de Escobar. Debio requerir una increible fuerza de voluntad. Recibio terapia durante meses.

—Fiuuu —jadeo Cordelia, atormentada por las visiones que conjuraban sus palabras. Se alegro de tener unas cuantas horas por delante antes de volver a ver a Bothari—. Vamos a tomar esa copa ahora, ?quieres?

15

El verano se acababa cuando Vorkosigan propuso hacer un viaje a Bonsanklar. Casi habian hecho las maletas la manana prevista cuando Cordelia se asomo a la ventana principal de su dormitorio, y dijo, con voz apagada:

—?Aral? Un volador acaba de aterrizar y estan bajando seis hombres armados. Se estan desplegando por toda la propiedad.

Vorkosigan, instantaneamente en guardia, se acerco a mirar, y entonces se relajo.

—No pasa nada. Son los hombres del conde Vortala. Debe de venir a visitar a mi padre. Me sorprende que encuentre tiempo para salir de la capital ahora mismo. He oido decir que el emperador lo mantiene muy ocupado.

Unos pocos minutos despues un segundo volador aterrizo junto al primero, y Cordelia vio por primera vez al nuevo primer ministro de Barrayar. La descripcion que de el habia hecho el principe Serg, diciendo que era un payaso arrugado, era una exageracion, pero justa: era un hombre delgado, encogido por la edad, que aun se movia con viveza. Llevaba baston, pero por la forma en que lo blandia Cordelia supuso que era por pura afectacion. El pelo blanco rodeaba una cabeza calva y manchada que brillaba al sol mientras el y un par de ayudantes, o guardaespaldas, Cordelia no estaba segura de que, pasaban bajo su linea de vision y llegaban a la puerta principal.

Los dos condes estaban charlando en el salon cuando Cordelia y Vorkosigan bajaron las escaleras.

—Ah, aqui viene —dijo el general.

Vortala los miro con ojos brillantes y penetrantes.

—Aral, muchacho. Me alegro de ver que estas tan bien. ?Y esta es tu joven Pentasilea betana? Mis felicitaciones por una captura notable. Milady.

Se inclino sobre su mano y la beso con una especie de savoir faire maniaco.

Cordelia parpadeo al oir la descripcion que hacia de ella, pero consiguio decir «?Como esta usted, senor?». Vortala la miro a los ojos, calculador.

—Me alegro de que pudiera venir de visita, senor —dijo Vorkosigan—. Mi esposa y yo —la frase se amplifico en su boca, como un sorbo de vino de bouquet superior—, casi hemos estado a punto de no verlo. Hice la promesa de llevarla a ver el oceano hoy.

—Muy bien… Da la casualidad de que no se trata de una visita social. Traigo un mensaje de mi amo y senor. Y mi tiempo es por desgracia escaso.

Vorkosigan asintio.

—Entonces les dejo, caballeros.

—Ja. No trates de escabullirte, muchacho. El mensaje es para ti.

Vorkosigan parecio cansado.

—Me parece que el emperador y yo no tenemos nada mas que decirnos. Crei haberlo dejado bien claro cuando dimiti.

—Si, bueno, el acepto que estuvieras fuera de la capital mientras se llevaba a cabo el trabajo sucio con el Ministerio de Educacion Politica. Pero tengo la mision de informarte —hizo una pequena reverencia—, de que se te ordena y requiere que vayas a verlo. Esta tarde. Y tu esposa tambien —anadio, como si se lo pensara mejor.

—?Por que? —pregunto Vorkosigan bruscamente—. Ezar Vorbarra no estaba en mis planes para hoy… ni para ningun otro dia.

Vortala se puso serio.

—No puede esperar a que te aburras del campo. Se esta muriendo, Aral.

Vorkosigan resoplo.

—Lleva once meses muriendose. ?No se puede seguir muriendo un poco mas?

Vortala se echo a reir.

—Cinco meses —corrigio, ausente, y luego miro a Vorkosigan con el ceno fruncido—. Mm. Bueno, ha sido muy conveniente para el. Ha tirado mas ratas por el desague estos ultimos cinco meses que en los pasados veinte anos. Practicamente se podia ver la limpieza en los ministerios por sus boletines medicos. Una semana, estado muy grave. A la semana siguiente, otro subsecretario acusado de malversacion, o de lo que fuera. —Volvio a ponerse serio—. Pero esta vez es de verdad. Tienes que verlo hoy. Manana podria ser demasiado tarde. Dentro de dos semanas sera definitivamente demasiado tarde.

Vorkosigan apreto los labios.

—?Para que me quiere? ?Lo ha dicho?

—Ah… Creo que tiene en mente un puesto para ti en el inminente gobierno regente. Ese del que no quisiste oir hablar durante vuestro ultimo encuentro.

Vorkosigan sacudio la cabeza.

—No creo que haya un puesto en el Gobierno que pudiera tentarme para volver a ese circo. Bueno, tal vez… no. Ni siquiera el Ministerio de la Guerra. Es demasiado peligroso. Aqui llevo una vida muy tranquila y agradable. —Rodeo protectoramente la cintura de Cordelia—. Vamos a tener familia. No la arriesgare en la arena de la politica y sus gladiadores.

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