—Me gustaria que empleara algun otro termino para ello —dijo el medico.

—Si, pero no se puede decir que nazcan —recalco razonablemente el hombre—. Tecnicamente, ya han nacido una vez. Digame usted lo que es, entonces.

—En casa lo llaman descorchar la botella —sugirio Cordelia, observando con interes los preparativos.

El tecnico, tras extender los aparatos medidores y colocar una cunita bajo una luz calida, le dirigio una mirada de curiosidad.

—Es usted betana, ?verdad, milady? Mi esposa se entero en las noticias del matrimonio del almirante. Yo nunca leo la seccion de estadisticas vitales.

El doctor alzo la cabeza, sorprendido, pero luego se concentro de nuevo en su lista. Bothari fingio apoyarse contra la pared, con los ojos entrecerrados, ocultando su aguda atencion. El doctor y el tecnico terminaron sus preparativos y los permitieron acercarse.

—?Tiene preparada la sopa, senor? —murmuro el tecnico.

—Aqui mismo —contesto el medico—. Inyecte en el administrador C…

El tecnico inserto la mezcla hormonal correcta en la apertura adecuada, mientras el doctor comprobaba repetidas veces el disco de instruccion en su monitor.

—Cinco minutos de espera, desde… ya. —El doctor se volvio hacia Vorkosigan—. Una maquina fantastica, senor. ?Sabe algo mas sobre lo de conseguir fondos y personal especializado para intentar duplicarlas?

—No —respondio Vorkosigan—. Estare fuera de este proyecto oficialmente en cuanto el ultimo bebe vivo sea… liberado, terminado, o como quiera llamarlo. Va a tener que trabajarse usted a sus superiores normales, y tendra que pensar en una aplicacion militar para justificarlo, o al menos algo que lo parezca, para camuflarlo.

El doctor sonrio, pensativo.

—Creo que merece la pena conseguirlo. Podria ser un buen cambio tras pensar en tantas formas nuevas para matar a la gente.

—Tiempo, senor —dijo el tecnico, y se volvio hacia el proyecto actual.

—La separacion de placenta parece ir bien… un poco mas tensa de lo habitual. Sabe, cuanto mas lo estudio, mas me impresionan los medicos que hicieron las secciones en las madres. Tenemos que conseguir que mas estudiantes de medicina se formen fuera del planeta. Conseguir esas placentas sin danos debe ser… ya. Aqui. Y aqui. Rompa el sello. —Completo los ajustes y alzo la tapa—. Cortamos la membrana… y aqui sale. Succion, rapido, por favor.

Cordelia advirtio que Bothari, todavia pegado a la pared, contenia la respiracion.

El bebe, mojado y resbaladizo, tomo aliento y tosio cuando el aire frio lo alcanzo. Bothari respiro tambien. Limpia de sangre, a Cordelia le parecio una nina bastante bonita, y mucho menos roja y arrugada que los vids de los recien nacidos corrientes que habia visto. La nina lloro bien fuerte. Vorkosigan dio un respingo, y Cordelia solto una carcajada.

—Bueno, parece perfecta.

Cordelia miro por encima del hombro de los dos medicos, que tomaban medidas y muestras de su diminuta, sorprendida, asombrada y parpadeante carga.

—?Por que llora tan fuerte? —pregunto Vorkosigan, nervioso, sin moverse del sitio, como Bothari.

Porque sabe que ha nacido en Barrayar, fue el comentario que Cordelia reprimio. En cambio, dijo:

—Bueno, tu tambien llorarias si un punado de gigantes te sacara de un sueno calentito y te fueran agitando por ahi como si fueras un saco de patatas.

Cordelia y el tecnico intercambiaron una mirada medio divertida medio seria.

—Muy bien, milady —reconocio el tecnico, mientras el medico volvia a su preciosa maquina.

—Mi cunada dice que hay que abrazarlos asi, con fuerza. No a un brazo de distancia. Yo tambien protestaria si me dejaran suspendido sobre un pozo y estuviera a punto de caer. Ya esta, nena. Sonrie o algo para tu tia Cordelia. Eso es, tranquilita. ?Eras lo bastante mayor para recordar los latidos de tu madre?

Le canturreo al bebe, quien chasqueo los labios y bostezo, y la arropo con la manta.

—Que viaje tan largo y extrano has realizado.

—?Quiere mirar el interior, senor? —continuo el doctor—. Usted tambien, sargento… Hizo usted tantas preguntas la ultima vez que estuvo aqui…

Bothari nego con la cabeza, pero Vorkosigan se acerco a recibir la exposicion tecnica que el doctor obviamente ansiaba proporcionar. Cordelia le llevo el bebe al sargento.

—?Quiere sostenerla?

—?Estara bien, milady?

—Cielos, no tiene que pedirme permiso. En todo caso, al contrario.

Bothari la sostuvo con torpeza. Sus grandes manos parecieron absorberla. La miro a la cara.

—?Seguro que es esta? Crei que iba a tener la nariz mas grande.

—Lo han comprobado una y otra vez —le aseguro Cordelia, esperando que no le preguntara como lo sabia. Pero parecia una suposicion segura—. Todos los bebes tienen la nariz pequena. No se sabe como van a ser los ninos hasta que tienen dieciocho anos.

—Tal vez se parecera a su madre —dijo el, esperanzado. Cordelia secundo la esperanza, en silencio.

El doctor termino de ensenar a Vorkosigan las tripas de su maquina ideal. Vorkosigan consiguio amablemente parecer solo un poco inquieto.

—?Quieres sostenerla tu tambien, Aral? —invito Cordelia.

—No se si estaria bien —se excuso el rapidamente.

—Te vendra bien la practica. Tal vez la necesites algun dia.

Intercambiaron una mirada de privada esperanza, y el cedio y se dejo convencer.

—Mm. He sostenido gatos con mas peso. No sirvo para estas cosas.

Parecio aliviado cuando los medicos volvieron a recogerla para terminar su analisis tecnico.

—Hum, veamos —dijo el doctor—. Esta es la que no llevaremos al Orfanato Imperial, ?verdad? ?Adonde la llevamos, despues del periodo de observacion?

—Me han pedido que cuide de ella personalmente —dijo Vorkosigan tranquilamente—. Por bien de la intimidad de su familia. Yo… Lady Vorkosigan y yo la entregaremos a su tutor legal.

El doctor parecio extremadamente pensativo.

—Oh. Ya veo, senor —miro a Cordelia—. Es usted el hombre a cargo del proyecto. Puede hacer lo que quiera con ellos. Nadie le hara preguntas, se… se lo aseguro, senor.

—Bien, bien. ?Cuanto tiempo es el periodo de observacion?

—Cuatro horas, senor.

—Bien, podremos ir a almorzar. ?Cordelia, sargento?

—Uh, ?puedo quedarme aqui, senor? No… no tengo hambre.

Vorkosigan sonrio.

—Por supuesto, sargento. A los hombres del capitan Negri les vendra bien el ejercicio.

Camino del vehiculo de tierra, Vorkosigan le pregunto a Cordelia:

—?De que te ries?

—No me estoy riendo.

—Tus ojos se estan riendo. Brillan como locos, de hecho.

—Por el medico. Me temo que hemos acabado por confundirlo, sin mala intencion. ?No te diste cuenta?

—Creo que no.

—Cree que ese bebe que descorchamos hoy es mio. O tal vez tuyo. O quiza de ambos. Practicamente pude ver los engranajes de su cerebro girando. Cree que finalmente ha descubierto por que no abriste los contenedores.

—?Santo Dios! —El casi se dio media vuelta.

—No, no, dejalo —dijo Cordelia—. Si lo niegas solo servira para empeorarlo. Me han culpado antes de los pecados de Bothari. Deja que siga con la duda.

Guardo silencio. Vorkosigan estudio su perfil.

—?En que piensas ahora? Ahora tus ojos no brillan.

—Me preguntaba que habra pasado con su madre. Estoy segura de que la conoci. Pelo negro y largo, se

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