—Crei que estaba siendo sutil.

—No demasiado.

—Bueno, me parece bien. Es algo extraordinariamente incomodo.

—Si, tienes preocupado a tu padre. Me dirigio una mirada muy peculiar.

—Espero que no fuera su famosa mirada abrasadora, perfeccionada a lo largo de toda una vida.

—En absoluto. Sonrio y todo.

—Santo Dios. —Una sonrisa arrugo las comisuras de sus ojos.

Ella se echo a reir y doblo el cuello para mirarlo a la cara. Eso estaba mejor…

—Tambien me afeitare —prometio el en un arrebato de entusiasmo.

—No te pases por causa mia. Tambien he venido a retirarme. Una paz separada, como dicen.

—Paz, en efecto. —El le acaricio el pelo, saboreando su olor. Sus musculos se disolvieron bajo ella como un arco demasiado tenso que se afloja de golpe.

Unas semanas despues de su matrimonio hicieron su primer viaje juntos. Cordelia acompano a Vorkosigan en su peregrinacion periodica al Hospital Militar Imperial de Vorbarr Sultana. Viajaron en un vehiculo de tierra proporcionado por el conde, con Bothari ejerciendo lo que era evidentemente su funcion principal como combinacion de conductor y guardaespaldas. A Cordelia, que estaba empezando a conocerlo lo bastante bien como para ver a traves de su taciturna fachada, le parecio tenso. Sentado entre ella y Vorkosigan, miraba inseguro por encima de su cabeza.

—?Se lo ha dicho, senor?

—Si, todo. No pasa nada, sargento.

Cordelia anadio, tranquilizadora:

—Creo que esta haciendo usted lo adecuado, sargento. Yo, hum, estoy muy satisfecha.

El se relajo un poco, y casi sonrio.

—Gracias, milady.

Cordelia estudio su perfil con disimulo, recordando la gama de dificultades que pasaria la aldeana contratada ese dia en Vorkosigan Surleau, dudando de su habilidad de enfrentarse a ellas. Se arriesgo a sondear un poco.

—?Ha pensado usted en… lo que va a contarle sobre su madre, cuando sea mayor? Tarde o temprano querra saberlo.

El asintio, guardo silencio y luego hablo.

—Voy a decirle que esta muerta. Le dire que estabamos casados. No es buena cosa tener a una bastarda por aqui. —Su mano se tenso sobre los controles—. Asi que ella no lo sera. Nadie debe llamarla asi.

—Ya veo.

Buena suerte, penso Cordelia. Paso a una pregunta mas ligera.

—?Sabe que nombre le va a poner?

—Elena.

—Que bonito. Elena Bothari.

—Era el nombre de su madre.

Cordelia se sorprendio.

—?Crei que no recordaba usted nada de Escobar!

Paso un buen rato, y luego el dijo:

—Se puede derrotar a las drogas contra la memoria, a algunas, si sabes como.

Vorkosigan alzo las cejas. Evidentemente, esto era nuevo tambien para el.

—?Como lo consigue, sargento? —pregunto, cuidadosamente neutral.

—Alguien a quien conoci una vez me dijo…: Se anota lo que quieres recordar, y piensas en ello. Luego lo escondes, igual que soliamos esconder sus archivos secretos a Radnov, senor… nunca los encuentran tampoco. Entonces, lo primero que haces cuando vuelves, antes de que tu estomago deje de dar vueltas siquiera, es sacarlo y mirarlo. Si puedes recordar una cosa de la lista, normalmente puedes recordar el resto, antes de que vuelvan a por ti. Entonces haces lo mismo una y otra vez. Y otra mas. Ayuda tambien tener un objeto.

—?Tenia usted, ah, un objeto? —pregunto Vorkosigan, claramente fascinado.

—Un mechon de pelo.

Guardo silencio durante largo rato, y luego confeso:

—Ella tenia el pelo largo y negro. Olia bien.

Cordelia, aturdida y divertida por lo que implicaba su historia, se acomodo y contemplo el dosel del vehiculo. Vorkosigan parecia levemente iluminado, como un hombre que encuentra una pieza clave en un rompecabezas. Ella contemplo el variado paisaje, disfrutando de la clara luz del sol, el aire de verano tan fresco que no hacian falta artilugios protectores, y los pequenos destellos de verde y agua en los huecos de las colinas. Tambien advirtio algo mas. Vorkosigan vio la direccion de su mirada.

—Ah, los has visto, ?no?

Bothari sonrio levemente.

—?El volador que no nos adelanta? —dijo Cordelia—. ?Sabes quien es?

—Seguridad Imperial.

—?Siempre te siguen a la capital?

—Siempre me siguen a todas partes. No ha sido facil convencer a esa gente de que me queria retirar en serio. Antes de que vinieras, me divertia esquivandolos. Hacia cosas como emborracharme y conducir mi volador de noche por esos canones del sur. Es nuevo. Muy rapido. Eso hacia que condujeran con cuidado.

—?Cielos, eso parece letal! ?De verdad que hacias eso?

El parecio moderadamente avergonzado de si mismo.

—Me temo que si. No pensaba que fueras a venir, entonces. Era muy excitante. No habia buscado una descarga de adrenalina semejante desde que era adolescente. El Servicio suministro ese tipo de necesidad.

—Me sorprende que no tuvieras un accidente.

—Lo tuve, una vez —admitio el—. Solo un choque sin importancia. Eso me recuerda que debo atender las reparaciones. Parece que tardan una eternidad. El alcohol me dejaba flacido como un trapo, supongo, y nunca tuve valor para conducir sin el arnes de seguridad. No hubo danos, excepto para el volador y los nervios de los agentes del capitan Negri.

—Dos veces —comento de pronto Bothari.

—?Como dice, sargento?

—Tuvo usted dos accidentes. —Los labios del sargento se retorcieron—. No se acuerda de la segunda vez. Su padre dijo que no le sorprendia. Le ayudamos, hum, a sacarlo de la jaula de seguridad. Estuvo inconsciente durante un dia.

Vorkosigan parecio sobresaltado.

—?Me esta tomando el pelo, sargento?

—No, senor. Puede usted buscar las piezas del volador. Estan repartidas por un kilometro y medio a la redonda en el Barranco Dendarii.

Vorkosigan se aclaro la garganta, y se hundio en su asiento.

—Ya veo. —Permanecio en silencio, y luego anadio—: Que… desagradable, tener un agujero asi en la memoria.

—Si, senor —coincidio Bothari.

Cordelia miro el volador a traves de una abertura en las montanas.

—?Nos han estado vigilando todo el tiempo? ?A mi tambien?

Vorkosigan sonrio ante la expresion de su rostro.

—Desde el momento en que pusiste los pies en el espaciopuerto de Vorbarr Sultana, supongo. Despues de lo de Escobar, soy materia importante desde el punto de vista politico. La prensa, que es la tercera mano de Ezar Vorbarra en esto, me ha calificado como una especie de heroe en la retirada, capaz de arrancar la victoria espontaneamente en las fauces de la derrota y todo eso… absolutamente ridiculo. Hace que me duela el estomago, incluso sin el conac. Sabiendo lo que sabia de antemano, tendria que haber podido hacer un trabajo mejor. Sacrifique demasiados cruceros para cubrir a las tropas de tierra… tuvo que ser asi, porque la pura aritmetica lo exigia, pero…

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