rostro.

— Ah, pasa, muchacho… — Hizo un gesto hacia la silla que Miles supuso que acababa de abandonar Elena. La sonrisa de viejo se tino de perplejidad —. Por Dios, ?he perdido un dia en algun lado? Crei que este era el dia en que estabas marchando esos cien kilometros de aca para alla en monte Sencele.

— No senor, no ha perdido ningun dia.

Miles se acomodo en la silla. Bothari puso otra delante y senalo los pie del joven. Miles comenzo a levantarlos, pero el esfuerzo fue saboteado por una punzada de dolor particularmente feroz.

— Si… ponlo tu, sargento — consintio Miles cansadamente.

Bothari le ayudo a colocar los pies en el angulo medicamente correcto y se retiro — estrategicamente, penso Miles — a hacer guardia junto a la puerta. El viejo conde observo este acto; la comprension asomo dolorosamente en su rostro.

— ?Que has hecho, muchacho? — suspiro.

Hagamoslo rapido y sin dolor, como una decapitacion…

— Salte de una pared ayer en la carrera de obstaculos y me rompi ambas piernas. Arruine completamente, yo solo, los examenes fisicos. Los otros…, bueno, no importan ahora.

— Asi que volviste a casa.

— Asi que volvi a casa.

— Ah. — El viejo hizo tamborilear una sola vez sus largos dedos nudosos sobre el brazo de la silla —. Ah.

Se giro incomodamente en el asiento y apreto los labios contemplando por la ventana, sin mirar a Miles. Sus dedos tamborilearon nuevamente.

— Todo es culpa de ese maldito democratismo rastrero — estallo quejosamente —. Un monton de disparates importados de otro planeta. Tu padre no le hizo ningun favor a Barrayar al alentarlo. Tuvo una excelente oportunidad de extirparlo cuando fue regente, y la malgasto totalmente, segun puedo ver… — prosiguio —. Enamorado de ideas de otro planeta, de mujeres de otro planeta — agrego para si mas languidamente —. Culpe a tu madre, ya lo sabes, siempre fomentando esa basura igualitaria.

— Oh, vamos — se sintio empujado a objetar Miles —. Madre es tan apolitica como se puede ser, estando cerca y siendo consciente.

— Gracias a Dios, o estaria dirigiendo Barrayar hoy en dia. Jamas he visto a tu padre contrariarla todavia. Biem, bien, podria haber sido peor. — El viejo volvio a girarse, retorciendose en el dolor de su espiritu como Miles lo hacia en el dolor de su cuerpo.

Miles descansaba en su silla, sin hacer ningun esfuerzo por defender el tema ni por defenderse a si mismo. El conde podria discutir consigo mismo en poco tiempo, asumiendo ambas partes.

— Debemos someternos a los tiempos, supongo. Todos debemos someternos a los tiempos. Hijos de tenderos son ahora grandes soldados. Dios sabe que, en mis tiempos, no comande a muchos. ?Te he contado alguna vez lo de aquel camarada, cuando estabamos peleando contra los cetagandanos alla en las montanas Dendarii, detras de Vorkosigan Surleau? El mejor teniente de guerrilla que nunca he tenido. Yo no era mucho mayot que tu, en ese entonces. Mato a mas cetagandanos ese ano… Su padre habia sido sastre. Un sastre, en la epoca en que todo se cortaba y se cosia a mano, encorvandose sobre cada pequeno detalle. — Solto un suspiro por el irrecuperable pasado —. ?Cual eral el nombre del sujeto…?

— Tesslev — senalo Miles. Miro burlonamente sus propios pies: quiza me haga sastre, entonces, estoy preparado para ello; aunque ahora estan tan obsoletos como los condes.

— Tesslev, si, ese era. Murio horriblemente cuando atraparon a su patrulla. Un hombre valiente, un hombre valiente… — El silencio cayo entre ellos por un momento.

El viejo conde eligio una panita de la silla y la apreto.

— ?El examen lo dirigieron con justicia? Uno nunca se sabe, en esta epoca; un plebeyo con un hacha que afilar en su poder…

Miles sacudio la cabeza y se apresuro a derribar esa fantasia antes de que pudiera florecer.

— Fue muy justo. Fui yo. Me confundi yo solo, no preste atencion a lo que estaba haciendo. Fracase porque no fui lo suficientemente bueno. Punto final.

El viejo retorcio los labios con una malhumorada negativa. Sus manos se apretaron colericamente y se abrieron sin esperanza.

— En otros tiempos nadie hubiera cuestionado tu derecho…

— En otros tiempos el precio de mi incompetencia hubiera sido pagado con la vida de otros hombres. Esto es mas productivo, creo yo. — La voz de Miles era apagada.

— Bien… — El viejo miraba sin ver a traves de la ventana —. Bien, los tiempos cambian. Barrayar ha cambiado. Soporto todo un mundo de cambios entre la epoca en que yo tenia diez anos y la epoca en que tuve veinte. Y otro entre el momento en que tuve veinte y cuarenta anos. Nada era lo mismo… Y un nuevo mundo de cambios entre los cuarenta y los ochenta que tengo ahora. Esta generacion debil, degenerada…, incluso sus pecados estan agudos. Los viejos piratas del tiempo del tiempo de mi padre podrian haberselos comido a todos en el desayuno y digiriendo sus huesos antes del almuerzo. ?Sabes?, sere el primer conde Vorkosigan en nueve generaciones que morira en el lecho. — Hizo una pausa, aun fija la mirada, y susurro un poco para si —. Dios, me he cansado de los nuevos cambios. La sola idea de aguantar otro mundo nuevo me desanima. Me desanima.

— Senor — dijo Miles con ternura.

El viejo levanto la vista rapidamente.

— No es culpa tuya, muchacho, no es culpa tuya. Fuiste atrapado por las ruedas del cambio y de la fortuna, igual que todos nosotros. Fue un puro azar que el asesino eligiera ese veneno en particular para tratar de matar a tu padre, ni siquiera apuntaba a tu madre. Te has desenvuelto bien a pesar de ello. Nosotros…, nosotros esperabamos demasiado de ti, eso e todo; que nadie diga que no lo has hecho bien.

— Gracias, senor.

El silencio se extendio de un modo insoportable. El cuarto estaba poniendose caluroso.

A Miles le dolia la cabeza por la falta de sueno y sentia nauseas debido a la combinacion del hambre y de los medicamentos. Se encaramo torpemente sobre sus pies.

— Si usted me excusa, senor…

El viejo movio una mano a manera de despedida.

— Si, debes de tener cosas que hacer… — Hizo una pausa nuevamente y miro a Miles con curiosidad —. ?Que vas a hacer ahora? Es muy extrano para mi; siempre hemos sido los Vor, los guerreros, aun cuando la guerra cambio el resto de las cosas…

Parecia muy disminuido, ahi en su silla. Miles se recompuso para dar una apariencia de jovialidad.

— Bueno, ya se sabe, siempre esta la otra linea aristocratica a la que recurrir; si no puedo ser un militar grunon sere un bufon popular. Tengo pensado ser un famoso epicureo y amante de mujeres, siempre es mas divertido que ser soldado.

El abuelo se unio a la broma.

— Si, yo siempre he endiviado la casta; adelante con ello, muchacho. — Sonrio, pero Miles sintio que era algo tan forzado como lo suyo. De todas maneras, era mentira: «holgazan» significaba un insulto en el vocabulario del viejo. Miles recogio a Bothari y realizo su propia fuga.

Miles estaba sentado, encorvado en una desmantelada silla de brazos, en un pequeno salon que daba a la calle lateral de la vieja mansion, con los pies levantados y los ojos entrecerrados. Era un cuarto privado que rara vez se usaba; una buena oportunidad para estar solo y cavilar en paz. Jamas habia llegado a una interrupcion tan completa, un entumecimiento absoluto y vacio, parecido al dolor. Tanta pasion gastada para nada; una vida de nada, alargandose interminablemente hacia el futuro, por culpa de una fraccion de segundo de estupida y colerica verguenza…

Oyo el ruido de una garganta que se aclaraba detras de el y luego una voz timida.

— Hola Miles.

Sus ojos se abrieron parpadeando y, de pronto, se sintio poco menos que un animal herido ocultandose en su cueva.

— ?Elena! Deduje que habias vuelto con madre anoche desde Vorkosigan Surleau. Pasa.

Ella se apoyo sobre el brazo de otra silla, cerca de el.

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