— Comprendo — dijo el doctor Rossman -. Estamos tratando de proporcionar a toda la zona del Pacifico las predicciones mas exactas posibles a Largo Plazo. Un tercio de mi personal trabaja ahora en ese problema. Por desgracia, localizar una tempestad que se desarrolla en el mar abierto es una tarea muy, pero que muy dificil.

— Me lo imagino.

— Mire, senor Thorn, nuestras predicciones a Largo Plazo se efectuan basandonos en estadisticas. Podemos predecir, con bastante seguridad, cuanta agua de lluvia caera sobre cierta zona durante un periodo de tiempo dado… digamos, un mes. Pero no podemos predecir exactamente cuando se formara una tempestad hasta practicamente el ultimo minuto. Y todavia es mas dificil predecir el camino exacto que seguira esa tempestad, salvo de un modo general.

— Si, pero cuando una tempestad va a afectar una zona vital como las areas de nuestros dragados — pregunte — ?no la pueden desviar o quiza destruirla?

Casi se carcajeo, pero se contuvo a tiempo.

— Senor Thorn, ?como concibio la idea de que podemos hacer eso?

— Bueno… ?no son ustedes los que efectuan el trabajo de control del tiempo? He leido historias sobre sembrar nubes y patrullas contra huracanes…

— Pero esas personas del otro despacho… hablaban sobre el control del tiempo.

Rossman trato de sonreir otra vez, pero contrajo los ojos.

— Ese es Ted Marrett. Como acabo de explicarle. siempre se habla mucho de controlar el tiempo. El senor Marrett es joven y ambicioso… y desea alcanzar su doctorado en el MIT y se muestra inflamado, siendo de los que arrollan el mundo. Estoy seguro de que ha conocido ya antes a otros de su clase. Algun dia se aposentara y entonces se convertira probablemente en un estupendisimo meteorologo.

— ?Entonces… entonces no pueden hacer ustedes nada para ayudarnos?

— Yo no dije tanto — Rossman tamborileo su lapiz contra su barbilla durante un momento -. Podemos proporcionarles un servicio de ultima hora de nuestras predicciones, por lo menos. En terminos tecnicos, eso significa que podemos ofrecerles nuestras predicciones mediante enlace por calculador tan rapidamente como salen impresas de aqui. Adivino que reciben ustedes las predicciones ahora por el videofono comercial, lo que indica un retraso de doce a dieciocho horas con respecto a la emision.

— Me imagino que eso sera de alguna ayuda — dije.

— Tambien pueden solicitar asistencia financiera del Gobierno. Claro, no conseguiran que declaren zona de desastre el Pacifico central, pero estoy seguro de que obtendran alguna ayuda de buen numero de departamentos gubernamentales.

— Comprendo — de pronto ya no quedo nada de que hablar. Empece a levantarme de mi silla -. Bueno, gracias por su amabilidad, doctor Rossman.

— Lamento haberle desilusionado.

— Mi padre sera el que se desilusione.

Me acompano hasta la puerta de su despacho.

— ?Puede volver manana? Le pondre en contacto con las personas que estableceran los acuerdos para que reciban las predicciones nada mas hechas.

Asenti.

— Esta bien. No tenia intencion de marcharme hasta manana por la tarde, de cualquier forma.

— Bueno. Haremos por ustedes cuanto podamos.

Recorri el pasillo, cruce el despacho, ahora vacio, donde Ted y el doctor Barneveldt habian estado, y me dirigi hacia el vestibulo. El edificio parecia ya completamente desierto y yo experimente una terrible sensacion de soledad.

Ted estaba tumbado en uno de los divanes del vestibulo, ojeando una revista. Alzo los ojos y me miro.

— El doctor 'Bee' se imagino que no tendria usted transporte para que le trasladara a la ciudad. Es dificil conseguir un taxi a estas horas. ?Quiere que le lleve?

— Gracias. ?Va usted a Boston?

— Vivo en Cambridge, a la otra parte del rio. Vamos.

Su coche era un antiguo y maltrecho dos plazas 'Lotus'. Salio disparado del aparcamiento y entro en la pista, el motor aullando, hasta instalarse en el sendero de control manual. Probablemente, pense, aquel coche carecia de equipo de control electronico.

Habia pasado mucho tiempo desde que estuve la ultima vez en Nueva Inglaterra, en abril; me habia olvidado del frio que podia hacer. Surcando raudos el crepusculo y aun llevando mis ropas deportivas islenas, note como los dientes empezaban a castanetearme. Ted no se dio cuenta de esto. Hablaba rapidamente por encima del zumbido del motor y del viento frio, gesticulando con una mano y meneando el volante por el denso trafico con la otra, Su monologo casi abordaba el mismo tema mientras cambiaba de senderos de conduccion: hablo de Rossman, del doctor Barneveldt, de algo sobre un flujo de aire turbulento, de matematicas, del envenenamiento del aire; incluso me dio una rapida conferencia sobre las peculiaridades del clima de Hawai. Asenti y me estremeci. Cada vez que pasaba rozando otro coche deseaba encontrarme en la seccion de control automatico de la autopista.

Me dejo en el hotel que yo le indique, despues de alzar las cejas en un respeto burlon al mencionar el nombre del establecimiento.

— El lugar mas elegante de la ciudad. Se ve que ustedes viajan en primera clase.

Mi habitacion era comoda. Y calida. Sin embargo, me sorprendio que el hotel no me hubiese dado una suite. Demasiada gente y no bastante espacio superficial, me dijo el conserje. Ordene que me trajesen ropas nuevas por el visofono; no mucho, solo pantalones deportivos y una chaqueta, con los complementos necesarios.

La cena se parecia mucho al almuerzo, hasta que me di cuenta de que mi cuerpo seguia viviendo en la hora de Hawai. No tenia sueno ni siquiera a medianoche, asi que estuve contemplando las peliculas de TV hasta que finalmente me senti cansado.

* * *

El sol se alzo brillante a traves del hemisferio occidental del globo, su infalible energia calentando los mares y continentes… y al inquieto y vibrante oceano de aire que envolvia ambas cosas como si fuese un manto. Impulsada por el sol, retorcida por el girar de la Tierra de debajo, la atmosfera se movia como una criatura pulsante y viviente. Los vientos y las corrientes la acuciaban por completo. Columnas gigantes de aire ascendian durante kilometros y volvian a caer, absorbian humedad y la soltaban, tomaban calor prestado de los tropicos y lo transportaban hacia el polo, inhalando la vida en todo cuanto tocaban. Por encima de esta infinita actividad, el turbulento oceano de aire se convertia cada vez en algo mas placido, a excepcion de los rios fulgurantes de las corrientes en chorro. A mayor altura todavia, las cargas electricas giraban en torno a un cielo oscuro en donde brillaban los meteoros y los gases irrespirables lo bloqueaban todo, a excepcion de una parte pequena de la potente radiacion solar. Arrastrado por mareas solares y lunares, mezclado con campos magneticos y vientos fantasmales interplanetarios, el oceano de aire gradualmente se hacia mas fino y desaparecia en la playa oscura del espacio.

* * *

Dormi hasta tarde, me vesti a toda prisa y consegui un coche de alquiler para trasladarme a la Division de Climatologia. Mientras el auto se conducia a si mismo cruzando el agobio imposible del trafico de Boston, adquiri el mejor desayuno que ofrecia la diminuta maquina vendedora del asiento posterior: jugo sintetico, un bollo recalentado y leche en polvo.

Telefonee mientras el vehiculo seguia su camino hacia la autopista y cobraba velocidad. La secretaria del doctor Rossman contesto que su jefe estaba atareado, pero que designaria a alguien para que me saliese a recibir al vestibulo.

El aparcamiento de Climatologia estaba ahora atestado y el vestibulo repleto de personas. Me anuncie al recepcionista, que senalo con la cabeza a una esbelta rubia adorable sentada cerca del escritorio.

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