30

Veia a Gertrude a menudo en el vestibulo. Conversabamos, pero no le volvi a pedir que saliera conmigo. Ella se ponia muy cerca de mi, balanceandose gentilmente, tambaleandose a mi lado, como si estuviese borracha, sobre sus altos tacones. Un domingo por la manana me encontre en el jardin de la entrada con Gertrude y Hilda. Las chicas hacian bolas de nieve, se reian y daban gritos, me las lanzaban. Como yo nunca habia vivido en tierras con abundancia de nieve, era lento al principio, pero pronto aprendi a hacer correctamente una bola de nieve y lanzarla. Gertrude me atacaba, gritaba. Era deliciosa. Era toda llamarada y luz. Por un momento, estuve a punto de cruzar el jardincillo y abrazarla. Entonces abandone la idea, me fui caminando calle abajo mientras las bolas de nieve silbaban a mi alrededor.

Decenas de miles de jovenes estaban luchando en Europa e Indochina y en las islas del Pacifico. Cuando volvieran de la guerra, ella encontraria a alguno. No tendria ningun problema. Con ese cuerpo. Con esos ojos. Ni siquiera Hilda tendria ninguna dificultad.

Empece a sentir que llegaba la hora de irme de San Luis. Decidi volver a Los Angeles; mientras tanto segui caligrafiando relatos a destajo, emborrachandome, escuchando la quinta sinfonia de Beethoven, la segunda de Brahms…

Una noche despues del trabajo me pare en un bar de los alrededores. Me sente y bebi cinco o seis cervezas, me levante y anduve la manzana y media que me separaba de la pension. La puerta de Gertrude estaba abierta cuando pase.

– Henry…

– Hola -me acerque a la puerta, la mire-. Gertru-dre, me voy de la ciudad. Lo he notificado hoy en el trabajo.

– Oh, que pena.

– Todas vosotras os habeis portado muy bien conmigo.

– Oye, antes de que te vayas quiero que conozcas a mi novio.

– ?Tu novio?

– Si, acaba de instalarse aqui, en una habitacion junto al salon.

La segui. Llamo a la puerta y yo me quede detras suyo. La puerta se abrio: pantalones a rayas blancas y grises; camisa planchada de manga larga; pajarita. Un fino bigo-tillos. Ojos ausentes. De uno de los orificios de su nariz caia un casi invisible hilillo de moco que finalmente se recogia en una pelotilla brillante. La pelotilla de moco se le habia quedado pegada al bigotillo y estaba a punto de caerse, pero mientras tanto se sostenia alli y la luz se reflejaba en ella.

– Joey -dijo ella-, quiero que conozcas a Henry.

Nos dimos la mano. Gertrude entro. La puerta se cerro. Yo volvi a mi habitacion y empece a empacar. Siempre me habia gustado empacar.

31

Cuando estuve de vuelta en Los Angeles encontre un hotel barato justo al lado de Hoover Street, y una vez alli me quede en la cama y bebi. Estuve bebiendo durante un cierto tiempo, tres o cuatro dias. No consegui levantarme para leer las ofertas de trabajo. La idea de sentarme enfrente de un hombre sentado detras de un escritorio y contarle que deseaba un trabajo, que estaba capacitado para hacer ese trabajo, era demasiado para mi. Francamente, estaba horrorizado de la vida, de todo lo que un hombre tenia que hacer solo para comer, dormir y poder vestirse. Asi que me quedaba en la cama y bebia. Mientras bebias, el mundo seguia alli afuera, pero por el momento no te tenia agarrado por la garganta.

Sali una noche de la cama, me vesti y me puse a andar por la ciudad. Me encontre caminando por la calle Alva-rado. Segui andando hasta que encontre un bar con buena pinta y entre en el. Pedi un escoces con agua. A mi derecha estaba sentada una rubia castana, un poquito gorda, con el cuello y las mejillas algo flojas, obviamente una borracha; pero tenia una cierta belleza remanente en todo su ser, y su cuerpo todavia parecia firme y joven y con buenas formas. De hecho, sus piernas eran largas y adorables. Cuando esta dama acabo su bebida, le pregunte si queria otra. Dijo que si. La invite a una copa.

– Es toda una puta pandilla de imbeciles los que hay aqui -dijo.

– En todas partes, pero especialmente aqui -dije yo.

Pague tres o cuatro copas mas. No hablamos. Entonces le dije a la dama:

– Esa fue la ultima. Estoy en la ruina.

– ?Hablas en serio?

– Si.

– ?Tienes donde dormir?

– Un apartamento, me quedan dos o tres dias de alquiler.

– ?Y no tienes nada de dinero? ?Ni nada que beber?

– No.

– 'Ven conmigo.

La segui fuera del bar. Me di cuenta de que tenia un trasero muy bonito. La acompane hasta la tienda de licores mas proxima. Le dijo al encargado lo que queria: dos botellas de whisky Grandad, un paquete de seis cervezas, dos paquetes de cigarrillos, patatas fritas, frutos secos, alka-seltzer y un cigarro. El encargado lo apunto todo.

– Carguelo a la cuenta -dijo- de Wilbur Oxnard.

– Espere -dijo el-, tendre que llamar por telefono.

El encargado marco un numero y cruzo unas palabras con alguien. Luego colgo.

– Conforme -dijo. La ayude con las bolsas y salimos a la calle.

– ?Adonde vamos con esta mercancia? -pregunte.

– A tu casa. ?Tienes coche?

La lleve hasta mi coche. Me lo habia comprado en una subasta por treinta y cinco dolares. Tenia los amortiguadores rotos y al radiador se le salia el agua, pero andaba.

Llegamos a mi apartamento y meti todo el material en la nevera. Servi dos bebidas, las saque a la sala, me sente y encendi mi puro. Ella se sento en el sofa, enfrente mio, con las piernas cruzadas. Llevaba puestos unos pendientes verdes.

– Irresistible -dijo ella.

– ?Que?

– ?Te crees irresistible, te crees que eres el mismo demonio!

– No.

– Si, te lo crees. Lo puedo ver por el modo como actuas. Me sigues gustando, de todos modos. Me gustaste desde el primer momento.

– Subete un poco el vestido.

– ?Te gustan mis piernas?

– Si. Subete un poco el vestido.

Ella lo hizo.

– ?Oh, Jesus, ahora un poco mas arriba, aun mas arriba!

– Oye, ?no seras alguna especie de maniatico, no? Hay un tio que les hace cabronadas a las chicas. Las recoge, luego las lleva a su casa, las desnuda y luego las raja todo el cuerpo con una navajita.

– No soy yo.

– Luego hay tios que se te folian y luego te descuartizan. Mas tarde encuentran parte de tu culo en un desague en Playa del Rey y tu teta izquierda en un cubo de basura en algun callejon.

– Hace anos que deje de hacer esas cosas. Subete un poco mas la falda.

Se subio mas la falda. Era como el comienzo de la vida y de la risa, era el significado verdadero del sol. Me levante y fui a sentarme en el sofa junto a ella, la bese, luego volvi a levantarme, servi dos bebidas mas y puse la radio en la KFAC* Cogimos el principio de algo de Debussy.

– ?Te gusta este tipo de musica? -dijo ella.

En un momento durante la noche, mientras conversabamos, me cai del sofa. Me quede tumbado en el suelo, contemplando aquellas piernas celestiales.

– Nena -le dije-, soy un genio, pero nadie mas que yo lo sabe.

Ella me miro desde arriba.

– Levantate del suelo, condenado idiota, y sirveme un trago.

Le puse una bebida y me sente a su lado. Realmente me sentia un poco idiota. Mas tarde nos fuimos a la cama. Apagamos las luces y yo me puse encima de ella. Di dos o tres caderazos, entonces me pare.

Вы читаете Factotum
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату
×