– ?Magnifico! -dijo-. ?Quien lo compro?

– Ese hombre que acaba de dejar la habitacion hace un momento -dije.

– Oh.

El y Edna se sirvieron otro trago y empezaron a devorarse con los ojos. Entonces mi senora le dijo:

– ?Aparta tus ojos de esa zorra!

– ?Que zorra?

– ?Ella!

– Tu bebe y callate.

Senalo con el dedo a mi senora, hubo un pequeno chisporroteo y mi senora desaparecio. Entonces me miro:

– ?Y tu que tienes que decir?

– Oh, yo soy el tio que te llevo las tenazas corta-alambres, ?recuerdas? Estoy aqui para hacer los recados, traer las toallas y todo eso…

– Es agradable volver a disponer de mis poderes sobrenaturales.

– Si, son muy utiles -dije yo- en cualquier caso, tenemos problemas de superpoblacion…

Estaba comiendose a Edna con los ojos. Estaba tan ciego que pude coger una de las botellas de whisky sin que se enterase. Agarre la botella, sali, subi a mi coche y regrese a la playa.

La mujer de Ernie seguia sentada en la habitacion trasera. Se alegro al ver la botella. Servi dos vasos.

– ?Quien es el tio que teneis ahora encerrado en la jaula? -pregunte.

– Oh, es del equipo de rugby de la universidad. Trata de ganarse un poco de dinero.

– Tienes unos pechos muy bonitos -le dije.

– ?De verdad? Ernie nunca me dice nada de mis pechos.

– Bebe. Es un whisky muy bueno.

Me acerque hasta sentarme a su lado. Tenia unos muslos macizos y magnificos. Cuando la bese, no se resistio.

– Estoy tan cansada de esta vida -dijo-. Ernie ha sido siempre un negociero barato. ?Tu tienes un buen trabajo?

– Oh, si. Soy jefe de mozos de carga en el Drombo-Western.

– Besame otra vez -dijo ella.

Me eche a un lado, me limpie y me tape con la sabana.

– Si Ernie nos encuentra asi nos matara -dijo ella.

– Ernie no nos va a encontrar. No te preocupes.

– Haces maravillosamente el amor -dijo- ?pero, por que conmigo?

– No entiendo.

– Quiero decir, en realidad ?que te hizo venir conmigo?

– Oh -dije- fue cosa del diablo.

Entonces encendi un cigarrillo, me tumbe de espaldas y expulse un perfecto anillo de humo. Ella se levanto y fue hacia el bano. Paso un minuto y oi sonar la cadena.

Cojones

Como cualquiera podra deciros, no soy un hombre muy agradable. No conozco esa palabra. Yo siempre he admirado al villano, al fuera de la ley, al hijo de perra. No aguanto al tipico chico bien afeitado, con su corbata y un buen trabajo. Me gustan los hombres desesperados, hombres con los dientes rotos y mentes rotas y destinos rotos. Me interesan. Estan llenos de sorpresas y explosiones. Tambien me gustan las mujeres viles, las perras borrachas, con las medias caidas y arrugadas y las caras pringosas de maquillaje barato. Me interesan mas los pervertidos que los santos. Me encuentro bien entre marginados porque soy un marginado. No me gustan las leyes, ni morales, religiones o reglas. No me gusta ser modelado por la sociedad.

Una noche, estaba bebiendo con Marty, el ex-presidiario, en mi habitacion. No tenia trabajo. No queria tener trabajo. Solo queria sentarme con los zapatos quitados y beber vino y conversar, y reirme, a ser posible. Marty era un poco estupido, pero tenia manos de trabajador, una nariz rota y ojos de topo; no era gran cosa pero lo sabia llevar.

– Me gustas, Hank -dijo Marty- eres un hombre de verdad, uno de los pocos hombres de verdad que he conocido.

– Ya -dije yo.

– Tienes cojones.

– Ya.

– Yo fui una vez minero…

– ?Si?

– Y me pelee con un tio. Usamos mangos de hacha. El me rompio el brazo izquierdo con su primer golpe. Yo aguante el dolor y solte mi golpe. Le hundi la cabeza. Cuando se recupero del golpe, habia perdido la cabeza. Yo le habia roto el seso. Lo metieron en una casa de locos.

– Eso esta bien -dije yo.

– Escucha -dijo Marty- quiero pelear contigo.

– El primer golpe es tuyo. Anda, pega.

Marty estaba sentado en una silla verde con respaldo. Yo iba hacia el lavabo a servirme otro vaso de la botella de vino. Me volvi de pronto y le pegue un directo de derecha en medio de la cara. Se cayo de espaldas con la silla, se levanto y se vino hada mi. Descuide la izquierda. Me pego en lo alto de la nuca y me tumbo. Cai sobre un saco de papel lleno de vomito y botellas vacias. Saque una botella, me puse de rodillas y se la arroje. Marty la esquivo, yo me levante y agarre la silla. Cuando la tenia levantada sobre Marty, se abrio la puerta. Era nuestra casera, una atractiva rubia de veintipocos anos. Que hacia ella llevando una casa como esa, nadie se lo podia imaginar. Yo baje la silla.

– Senor Chinaski -dijo ella- quiero que sepa…

– Quiero que sepa usted -dije- que es inutil.

– ?Que es inutil?

– Es inutil. No es usted mi tipo. No quiero follar con usted.

– Escuche -dijo ella- quiero decirle algo. Le vi meando la otra noche en la puerta de al lado, y como siga haciendo eso, le voy a echar de aqui. Alguien ha estado tambien meando dentro del ascensor. ?Ha sido usted?

– Yo no meo en los ascensores.

– Bueno, yo le vi anoche mear en la puerta de al lado. Estaba mirando. Fue usted.

– Y un cuerno que fui yo.

– Estaba demasiado borracho para enterarse. No vuelva a hacerlo.

Cerro la puerta y se fue.

Unos minutos mas tarde, estaba sentado bebiendo vino y tratando de recordar si habia meado en la puerta vecina, cuando se oyo un golpe en mi puerta.

– Adelante -dije.

Era Marty:

– Tengo algo que decirte.

– Claro, sientate.

Le servi un vaso de oporto y se sento.

– Estoy enamorado -dijo.

Yo no conteste. Lie un cigarrillo.

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