mi alma.

– Prueba esto -dijo Vicki, y me alcanzo el vaso de agua con Alka-Seltzer.

– Vete a dar una vuelta por ahi -dije-. Yo hoy no puedo moverme.

Vicki se fue a dar una vuelta y volvio dos o tres veces a ver si yo estaba bien. Yo estaba bien. Baje, comi y volvi con una docena de cervezas y me encontre con una vieja pelicula en la television, con Henry Fonda, Tyrone Power y Randolph Scott. 1939. Estaban todos tan jovenes. Era increible. Yo tenia diecisiete anos entonces. Pero, por supuesto, me habia mantenido mucho mejor que ellos. Estaba vivo.

Jesse James. La interpretacion era mala, muy mala. Vicki volvio y me conto miles de cosas fascinantes y entonces se metio en la cama conmigo y vimos Jesse James. Cuando Bob Ford estaba a punto de disparar a Jesse (Ty Power) por la espalda, Vicki dejo escapar un grito y corrio a esconderse al cuarto de bano. Bob Ford acabo el asunto.

– Ya ha pasado todo -dije- ya puedes salir.

Eso fue lo mas destacable del viaje a Catalina. No pasaron muchas mas cosas. Antes de irnos, Vicki fue a la Camara de Comercio y les dio las gracias por haberle hecho pasar unos dias tan maravillosos. Tambien le dio las gracias a la senora del bar Davey Jones y compro regalos para sus amigos Lita y Walter y Ava y su hijo Mike y algo para mi, y algo para Annie y algo para el senor y la senora Croty, y algunos mas que no recuerdo.

Subimos al barco con nuestra jaula y nuestro pajaro y nuestra neverita y nuestra maleta y nuestra maquina de escribir electrica. Encontre un hueco en la parte trasera del barco y nos sentamos alli. Vicki estaba triste porque se habia -acabado todo. Me habia encontrado con Hemingway en la calle y me habia dado un estrechon de manos a la manera hippie, me habia preguntado si yo era judio y si iba a volver, y yo le habia dicho que no respecto a lo de judio y que no sabia si iba a volver, que dependia de la senora, y el habia dicho, no quiero inmiscuirme en tus asuntos personales, y yo habia dicho, Hemingway, de verdad que eres divertido, y el barco comenzo a doblar hacia la izquierda y brinco y bamboleo y un joven que parecia como si acabase de sufrir un tratamiento de electroterapia paso entre los pasajeros repartiendo bolsas de papel para los vomitos. Pense que quizas era mejor el hidroavion, eran solo doce minutos y mucha menos gente. Y San Pedro iba apareciendo lentamente, civilizacion, civilizacion, humo y asesinatos, mucho mas bonito, mucho mas bonito, los locos y los borrachos son los ultimos santos que quedan sobre la tierra. Nunca he montado a caballo o jugado a los bolos, ni he visto los Alpes, y Vicki me miraba con su sonrisa infantil, y pense que ella era una mujer en verdad fascinante, bueno, ya era hora de tener un poco de suerte, estire las piernas y mire al frente. Necesitaba cagar de nuevo. Decidi dejar la bebida.

De como aman los muertos

1

Era un hotel cercano a la cima de una colina, lo suficientemente empinada para ayudarte a bajar corriendo hasta la tienda de licores, y, de vuelta con la botella, una subida suficiente para hacer el esfuerzo mas meritorio. El hotel habia estado alguna vez pintado de verde brillante, llamaradas calidas de verde, pero ahora, despues de las lluvias, esas peculiares lluvias de Los Angeles, que lo limpian y marchitan todo, el verde calido estaba apagado y al borde de la desaparicion -como la gente que vivia dentro-.

De como me habia ido a vivir alli, o porque habia abandonado mi anterior domicilio, apenas me acuerdo. Probablemente por causa de la bebida y de que apenas trabajaba, y por las violentas discusiones a media manana con las senoras de la calle. Y al decir las discusiones a media manana no me refiero a las 10:30 de la manana, me refiero a las 3:30. Generalmente, si no llamaban a la policia, todo acababa con una pequena nota pasada por debajo de la puerta, siempre escrita a lapiz en papel cuadriculado: «Estimado senor, vamos a tener que pedirle que se vaya de aqui tan pronto como sea posible». Una vez la cosa paso a media tarde. La discusion acabo. Recogimos los cristales rotos, metimos todas las botellas en sacos de papel, vaciamos los ceniceros, dormimos, nos despertamos, y yo estaba encima de ella actuando cuando oi una llave abriendo la puerta. Estaba tan sorprendido que me quede con la polla bombeando dentro, sin parar el ritmo. Y alli estaba el, el casero bajito, de unos 45 anos, sin pelo, excepto quizas en las orejas o las pelotas; se puso a mirarle a ella el culo, se acerco y apuntandola le dijo:

– ?Tu. Tu te vas DE AQUI HOY MISMO! -Yo pare de fornicar y me eche a un lado, mirandole de reojo. Entonces el me apunto:

– ?Y usted TAMBIEN SE VA de aqui hoy mismo! -Se dio la vuelta y se fue hacia la puerta, la cerro despacio y bajo las escaleras. Yo comence otra vez la marcha y nos pegamos una buena despedida.

De cualquier modo, yo estaba alli, en el hotel verde, el marchito hotel verde, y estaba alli con mi maleta llena de harapos, solo, pero con el dinero para el alquiler. Estaba sobrio, y consegui una habitacion exterior, que daba a la calle, en el tercer piso, con el telefono en el pasillo, pero al lado de mi puerta, un infiernillo al lado de la ventana, un gran lavabo, una nevera pequena pero buena, un par de sillas, una mesa, una cama y el bano en el recibidor del hotel. Y aunque el edificio era muy viejo, tenia incluso un ascensor -el hotel habia tenido en otro tiempo una cierta categoria-. Y ahora yo estaba alli. La primera cosa que hice fue procurarme una botella, y despues de unos tragos y de matar dos cucarachas, me senti como en mi casa. Entonces sali al pasillo y trate de telefonear a una dama que con seguridad podria ayudarme, pero ella estaba fuera, evidentemente, ayudando a algun otro.

2

Hacia las tres de la manana alguien llamo a la puerta. Me puse mi vieja bata de cuadritos y abri la puerta. Alli estaba de pie una mujer en bata.

– ?Si? -le dije-. ?Si?

– Soy su vecina. Soy Mitzi. Vivo en el piso de abajo. Le vi esta tarde en el telefono.

– ?Si? -dije yo.

Entonces ella saco algo de detras de su espalda y me lo enseno. Era una botella de buen whisky.

– Entra -dije.

Limpie dos vasos y abri la botella. ?Seco o mezclado?

– Con dos tercios de agua.

Habia un pequeno espejo encima del lavabo y ella se puso delante de el, enrollandose el pelo con rulos. Yo le alcance su vaso y me sente en la cama.

– Te vi esta tarde al telefono. Solo con verte me di cuenta de que eras un tipo simpatico. Yo en seguida conozco a las personas. Algunos de ellos no son tan simpaticos.

– Suelen decir que soy un bastardo.

– No creo que sea cierto.

– Yo tampoco.

Acabe mi bebida. Ella bebia a pequenos sorbos, asi que me prepare otro trago. Charloteamos. Me tome un tercer vaso. Entonces me levante y me puse detras de ella. Le puse las manos en las tetas.

– ?OOOOOOh! ?Chico tonto!

Empece a murmurar en su oido.

– ?Ooouch! ?SI que eres un bastardo!

Tenia un rulo en una mano. La agarre de la cabeza entre perifollos y bese su boquita ajada. Estaba blanda y abierta. Ella estaba lista. Puse el vaso en su mano, la lleve a la cama, la sente. «Bebe» le dije. Ella lo hizo. Se lo llene de nuevo. Yo no llevaba nada debajo de mi bata. La bata se abrio y la cosa salio afuera, tiesa. Dios, pense, soy asqueroso. Soy un payaso. Como en una pelicula. Una de las peliculas familiares del futuro. 2490 D.C.

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