Adrenalina, escarabajos. Era dificil no empezar a reirme de mi mismo, estar ahi colgado de ese nido de horquillas como si nada. Lo unico que queria era el whisky. Queria un castillo en las colinas. Un bano de vapor. Nada mas que esto. Nos sentamos los dos con nuestras bebidas. La bese otra vez, sumergiendo mi lengua podrida de tabaco por su garganta. Me aparte para tomar aire. Abri su bata y alli estaban sus tetas. No gran cosa, poca cosa. Baje mi boca y agarre una. Se hundia y resurgia como un balon a medio hinchar. Yo hice estomago y me puse a chupar el pezon mientras ella me cogia la verga con la mano y doblaba la grupa. Nos caimos de espaldas en la cama barata, y alli, con las batas puestas, la tome.

3

Su nombre era Lou, era ex-presidiario y ex-minero. Vivia en la planta baja del hotel. Su ultimo trabajo habia consistido en restregar manchas de caramelo quemado en una fabrica de dulces, y lo habia perdido -como todos los anteriores- por culpa de la bebida. El seguro de desempleo se gastaba, y alli nos quedabamos como ratas - ratas sin ningun lugar donde esconderse, ratas con un alquiler que pagar, con vientres que tenian hambre, con pollas que se ponian duras, espiritus que estaban cansados, y nada de educacion, ni ocupacion alguna-. Mierda pura, como ellos dicen, esto es America. No queriamos nada y no conseguiamos nada. Mierda dura.

Conoci a Lou mientras bebiamos sentados sobre la cama, con la gente entrando y saliendo, de un lado a otro, bebiendo. Mi habitacion era el lugar de la fiesta. Vino todo el mundo. Habia un indio, Dick, que robaba botellas de whisky y las almacenaba en su armario. Decia que eso le daba una sensacion de seguridad. Cuando no podiamos conseguir una botella en ninguna parte, siempre teniamos al indio como ultimo recurso.

Yo no era muy bueno para robar botellas, pero habia aprendido un truco de Alabam, un tio flaco y bigotudo que habia trabajado conmigo de ordenanza en un hospital. Metes la carne y otros productos de valor en un gran saco y lo cubres con patatas. El tendero lo pesa y te lo cobra a precio de patatas. Pero yo era mas habil en conseguir credito de Dick. Habia muchos Dicks en el vecindario, y el encargado de la tienda de licores tambien se llamaba Dick. Pasabamos la tarde sentados y la bebida se acababa Mi primera medida era mandar alguien a la tienda de licores.

– Me llamo Hank -le decia al tio-. Dile a Dick que yo te mando, que te de una botella, y si hay alguna duda que me llame por telefono.

– Vale, vale -el tio se iba. Nosotros esperabamos, saboreando ya la bebida, fumando, dando vueltas y volviendonos locos. Entonces el tio volvia:

– Dick dijo que ?No! Dijo que tu credito ya esta agotado.

– ?MIERDA! -gritaba yo.

Y con los ojos inyectados en ira me levantaba en un estado de indignacion biblica.

– ?MALDITA MIERDA, ESE HIJO DE MALA MADRE!

Yo estaba furioso de verdad, era un cabreo honesto, no se de donde provendria. Cerraba de un portazo, cogia el ascensor, y bajaba la colina como un angel vengador sediento.

– ?Le voy a… Sucia madre, esa sucia madre!… -Irrumpia en la tienda.

– Esta bien, Dick.

– Hola Hank.

– ?Quiero DOS BOTELLAS! -(y nombraba una marca muy buena)- dos paquetes de cigarrillos, un par de esos puros, y dejame ver… un bote de esos de cacahuetes, si.

Dick ponia el material delante mio en el mostrador y se quedaba alli quieto.

– Bueno ?me vas a pagar?

– Dick, quiero que lo pongas en mi cuenta.

– Mira, ya me debes 23,50 dolares. Antes me pagabas. Me pagabas un poco cada semana, recuerdo que era todos los viernes por la noche. No me has pagado nada desde hace tres semanas. Tu no eres como todos esos parias. Tienes clase. Yo confio en ti. ?No puedes pagarme la mitad ahora y luego el resto?

– Mira, Dick, no estoy para discusiones. ?Vas a meterme esto en una bolsa o te lo vas a GUARDAR?

Entonces se lo ponia todo delante de el y esperaba, chupando mi cigarrillo como si fuese el dueno del mundo. Un enano en calzoncillos, eso es lo que yo era. No tenia mas clase que un saltamontes. Solo sentia miedo de que el tuviese la sensatez de volver a guardar las botellas y me dijera que me fuese a. la mierda. Pero su cara siempre se ablandaba y metia la mercancia en una bolsa, entonces yo esperaba a que totalizase la nueva cuenta. Me la daba; yo asentia y me iba. Las bebidas siempre sabian mejor bajo estas circunstancias. Y cuando yo entraba con las botellas para los chicos y las chicas, era realmente el rey.

Estaba sentado una noche con Lou en su habitacion. El llevaba una semana de retraso en el pago del alquiler y yo dos. Estabamos bebiendo vino de oporto. Liando nuestros cigarrillos. Lou tenia una maquinita que los dejaba muy bien hechos. La cosa era mantener cuatro paredes a tu alrededor. Si tenias cuatro paredes, tenias una oportunidad. En cuanto estuvieses en la calle, las oportunidades se irian al carajo, ellos te tendrian, te tendrian bien cogido. ?Para que robar algo si no lo puedes cocinar? ?Como te vas a follar a alguien si estas viviendo en un callejon? ?Como vas a dormir si todo el mundo ronca en el albergue de la Mision? ?Y se rompen tus zapatos? ?Y huelen? ?Y es insano? Ni siquiera puedes mear sin mojarte, ver sin tener que cerrar los ojos o morirte sin sufrir. Necesitas cuatro paredes. Dadle a un hombre cuatro paredes y movera el mundo. Asi que estabamos un poco preocupados. Cualquier paso en la escalera parecia el de la casera. Era una casera muy misteriosa. Una joven rubia con la que nadie habia podido follar. Yo me habia mostrado frio con ella pensando que asi se sentiria atraida. Ella vino y llamo a mi puerta, pero solo para cobrar el alquiler. Tenia un marido en alguna parte, pero nunca lo habiamos visto. Vivian alli y no vivian. Y nosotros ahora solo pensabamos en ella. Suponiamos que si nos cepillabamos a la casera, nuestros problemas se acabarian. Era uno de esos edificios donde te acostabas con todas las mujeres por sistema, casi por obligacion. Pero con esta no habia podido hacer nada, y eso me hacia sentir inseguro. Asi que nos quedabamos alli sentados, fumando nuestros cigarrillos liados y bebiendo oporto, mientras veiamos como las cuatro paredes se iban disolviendo, derrumbando. En casos como este, lo mejor es hablar. Hablas de un modo salvaje, bebes tu vino. Eramos cobardes porque queriamos vivir. No queriamos vivir demasiado mal, pero queriamos vivir de todos modos.

– Bueno -dijo Lou- creo que ya lo tengo.

– ?Si?

– Si.

Me servi otro vaso.

– Trabajaremos juntos.

– Claro.

– Muy bien. Tu hablas bien, cuentas muchas historias interesantes, no importa que sean o no verdaderas.

– Son verdaderas.

– Quiero decir que da igual. Tienes un buen pico. Ahora te voy a decir lo que haremos. Hay un bar de lujo bajando la calle, ya lo conoces, el Molino's. Vas alli. Todo lo que necesitas es algo de dinero para la primera copa. Lo juntaremos entre los dos. Te sientas, coges tu bebida y buscas a algun tio que parezca tener pasta. Por ahi van algunos peces gordos. Tu eliges al tipo y te acercas. Te sientas a su lado y te enrollas con el, sacas la labia y tus historias. A el le gustara. Tu tienes incluso un gran vocabulario. Siempre culto y amable. Muy bien, el te invitara a copas toda la noche, el bebera toda la noche. Tu haras que beba mucho. Cuando cierren, lo llevas hacia la calle Alvarado, lo llevas hacia el oeste pasado el callejon. Dile que le vas a conseguir un bonito cono de jovencita, cuentale cualquier cosa pero llevalo hacia el oeste. Yo estare esperando en el callejon con esto.

Lou se fue detras de la puerta y volvio con un bate de beisbol, un inmenso bate de beisbol, creo que de mas de 42 onzas.

– ?Cristo, Lou, lo vas a matar!

– No, no, es imposible matar a un borracho, ya lo sabes. Quizas si el estuviese sobrio, lo matara, pero borracho solo perdera el sentido. Le cogemos la cartera y nos largamos por caminos diferentes.

– Escucha, Lou, yo soy un buen hombre, yo no hago esas cosas.

– Tu no eres un buen hombre; eres el hijo de puta mas salvaje que he visto en mi vida. Por eso me gustas.

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