JESUS SALVA pero ni Jesus ni las cascaras de naranjas me importaban un carajo mientras subia por esa escalera en medio del viento asesino, en ese polvoriento y desierto edificio de hormigon. Aqui es adonde yo pertenezco, pensaba siempre, al interior de esta tumba de cemento.

La idea del suicidio estaba siempre alli, fuerte, como miles de hormigas corriendo por la parte inferior de las munecas. El suicidio era la unica cosa positiva. Todo lo demas era negativo. Y alli estaba Lou, agradecido de poder limpiar interiores de maquinas de caramelos para seguir viviendo.

7

Por ese tiempo conoci a una dama en un bar, un poco mayor que yo, muy sensitiva. Sus piernas estaban muy bien todavia, tenia un extraordinario sentido del humor, y vestidos muy caros. Habia sido la amante de un hombre rico. Nos fuimos a mi habitacion y vivimos juntos. Ella era un magnifico pedazo de culo, pero tenia que estar bebiendo continuamente. Su nombre era Vicki. Follabamos y bebiamos vino, bebiamos vino y follabamos. Yo tenia una tarjeta de lector de la biblioteca y me iba alli todos los dias. A ella no le habia dicho nada de la cosa del suicidio. Mi vuelta a casa despues de salir de la biblioteca era siempre un juego divertido. Yo abria la puerta y ella me miraba. -Pero ?y los libros?

– Oye Vicki, no tienen ni un solo libro en toda la biblioteca. Yo entraba, sacaba la botella (o botellas) fuera de la bolsa y empezabamos.

Una vez, despues de toda una semana de borrachera, decidi matarme. No le dije nada. Pense en hacerlo cuando ella estuviese en un bar buscando a algun «vivo». No me gustaba que esos payasos gordos se la tirasen, pero luego me traia dinero y whisky y puros, y eso estaba bien. Me consolaba diciendome que yo era el unico al que amaba. Me llamaba «Mister Van Culofrito» por alguna razon que no puedo imaginar. Se emborrachaba y decia continuamente:

– ?Te crees que estas caliente, te crees Mister Van Culofrito! -y yo no pensaba en nada mas que en como matarme. Un dia estuve ya completamente decidido a hacerlo. Fue despues de toda una semana de estar bebiendo sin descanso, oporto, habiamos comprado garrafas y las habiamos puesto en fila en el suelo, y detras de ellas habiamos alineado botellas de litro, ocho o nueve, y detras de estas una fila de cuatro o cinco botellas pequenas. La noche y el dia se esfumaron. Todo era fornicar y hablar y beber, hablar y beber y fornicar. Violentas discusiones que terminaban haciendonos el amor. Ella era una pequena y dulce zorra jodiendo, apretandose y retorciendose. Una mujer entre doscientas. Con el resto es solo una especie de acto, una broma. Sin embargo, quizas por todo ello, la bebida y el hecho de que todos esos bueyes gordos y estupidos se tiraran a Vicki, me puse muy enfermo y deprimido, pero ?que cono podia hacer?

Cuando el vino se acabo, la depresion, el miedo, la inutilidad de seguir, vinieron con mas y mas fuerza y supe que iba a hacerlo. La primera vez que ella salio de la habitacion, todo acabo para mi. Era la hora. Como hacerlo, no lo sabia muy bien, pero habia cientos de maneras. Teniamos una pequena estufa de gas. El gas era atrayente. El gas es como una especie de beso. Deja el cuerpo entero. El vino se habia acabado. Yo apenas podia andar. Ejercitos de miedo y sudor corrian de un lado a otro por mi cuerpo. Era muy sencillo. La mayor recompensa era el no tener que volver nunca a cruzarse con otro ser humano por la acera, verlos pasear en su obesidad, ver sus pequenos ojos de rata, sus caras rotas y crueles, sus gestos animales. Vaya un dulce sueno: no tener que volver a mirar nunca otro rostro humano.

– Voy a salir fuera a mirar algun periodico para ver que dia es hoy ?Te parece bien?

– Claro -dijo ella- claro.

Sali de la habitacion. Nadie en el recibidor. Ni un solo ser humano. Eran alrededor de las 10 de la noche. Baje en el ascensor con olor a orina. Hacia falta una gran voluntad para meterse en ese ascensor. Sali a la calle. Baje la colina. Cuando volviera, ella se habria ido. Se movia deprisa cuando el vino se acababa. Entonces yo podria hacerlo. Pero primero queria saber que dia era. Baje la colina hasta el drugstore, en la puerta habia un puesto de periodicos. Era viernes. Muy bien, viernes. Tan bueno como cualquier otro dia. Eso queria decir algo. Entonces lei los titulares del periodico:

AL PRIMO DE MILTON BERLE * LE CAE UNA ROCA ENCIMA Y LE PEGA EN LA CABEZA

Me parecio no haber leido bien. Me acerque mas y lo lei con atencion. Era lo mismo:

AL PRIMO DE MILTON BERLE LE CAE UNA ROCA ENCIMA Y LE PEGA EN LA CABEZA

Estaba escrito en grandes titulares negros, en la cabecera. De todas las cosas importantes que habian ocurrido en el mundo, esta era su cabecera:

AL PRIMO DE MILTON BERLE LE CAE UNA ROCA ENCIMA Y LE PEGA EN LA CABEZA

Cruce la calle, me sentia mucho mejor, y entre en la tienda de licores. Compre dos botellas de oporto y un paquete de cigarrillos a credito. Cuando volvi a la habitacion, Vicki estaba alli todavia.

– ?Que dia es? -pregunto.

– Viernes.

– Muy bien -dijo.

Llene dos vasos de vino. Habia un poco de hielo en la neverita de la pared. El hielo floto destelleante.

– No quiero que te sientas desgraciado -dijo Vicki.

– Ya se que no.

– Tomate antes un trago.

– Claro.

– Mientras estabas fuera, ha entrado una nota por debajo de la puerta.

– Ya.

Me tome un trago, tosi, encendi un cigarrillo, me tome otro trago, y entonces me entrego la nota. Era una calida noche en Los Angeles. Un viernes. Lei la nota:

Querido senor Chinaski: Tiene hasta el proximo miercoles para pagar su alquiler. Si no lo hace, se largara de aqui. Se que lleva mujeres a su habitacion. Y hace mucho ruido. Y ha roto una ventana. Usted paga por sus privilegios, o se supone que lo hace. Yo he sido muy amable con usted. Ahora le digo que pague antes del miercoles o le echare de aqui. Los inquilinos estan cansados de tanto ruido, de sus blasfemias y canciones dia y noche, noche y dia, y yo tambien estoy cansado. No puede seguir viviendo aqui sin pagar. No diga que no le he advertido.

Me bebi el resto del vaso. Era una calida noche de Los Angeles.

– Estoy cansada de follar con imbeciles -dijo ella.

– No te preocupes, yo ganare el dinero -le dije.

– ?Como? Si no sabes hacer nada.

– Ya lo se.

– ?Entonces como vas a conseguirlo?

– De alguna manera.

– Ese ultimo tio me jodio tres veces. Me dejo el cono despellejado de tanta refriega.

– No te preocupes, nena, yo soy un genio. El unico problema es que nadie lo sabe.

– ?Un genio en que?

– No se.

– ?Mister Van Culofrito!

– Ese soy yo. Por cierto ?sabes que al primo de Milton Berle le cayo una roca en la cabeza?

– ?Cuando?

– Ayer u hoy.

– ?Que clase de roca?

– No se. Me imagino que una especie de gran piedra amarillenta.

– ?Y a quien cono le importa?

– A mi no. Desde luego que no. Excepto…

– ?Excepto que?

– Excepto que creo que esa roca me ha hecho seguir vivo.

– Hablas como un gilipollas.

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