4

Encontre a uno. Un gordo sonriente. Me habia pasado toda mi vida pisoteado por gordos estupidos como el. En trabajos duros y estupidos, indignos y mal pagados. Iba a ser bonito. Empece a hablar. No sabia de que estaba hablando. El escuchaba y se reia y asentia agitando la cabeza y pedia bebidas. Tenia un reloj de pulsera, una mano repleta de anillos y una cartera llena y estupida. Era un trabajo jodido. Le conte historias sobre prisiones, bandas de vagabundos, casas de putas. A el le gustaba el material sobre casas de putas.

Le conte aquella del tio que pasaba cada dos semanas y pagaba muy bien. Todo lo que queria era una puta con el en una habitacion. Los dos se quitaban la ropa, jugaban a las cartas y hablaban. Solo se sentaban alli y hablaban. Luego, dos horas mas tarde aproximadamente, el se levantaba, se vestia, decia adios y se iba. Nunca tocaba a la puta.

– Es la hostia -dijo el.

– Si.

Decidi que no me iba a importar nada que el bate gigante de Lou hiciera un buen chichon en ese craneo obeso. Vaya un gilipollas. Vaya una masa de mierda inutil.

– ?Te gustan las chicas jovencitas? -le pregunte.

– Oh, si, si, si.

– ?De unos catorce anos y medio?

– Oh, cristo, si.

– Hay una que viene hoy de Chicago en el tren de la 1:30 de la manana. Estara en mi casa hacia las dos y media. Es limpia, calida e inteligente. Bueno, te estoy ofreciendo algo fuera de lo normal, asi que te pido diez billetes. ?Es muy alto?

– No, esta bien.

– De acuerdo, cuando cierren este sitio, te vienes conmigo.

A las dos de la madrugada salimos por fin, y yo lo aleje de alli, llevandole hacia el callejon. Quizas Lou no estuviese. Quizas el vino le habia tumbado, o simplemente se habia rajado, o habia vuelto a casa. Un viento como ese podia matar a un hombre. O dejarle impedido para toda la vida. Caminabamos bajo la luz de la luna. No habia nadie por los alrededores, nadie en las calles. Iba a ser facil.

Nos metimos por el callejon. Lou estaba alli. Pero el gordo le vio. Levanto un brazo y bajo la cabeza cuando Lou golpeo. El mazo me dio a mi de lleno detras de la oreja.

5

Lou recupero su antiguo trabajo, el que habia perdido por emborracharse, y ahora juraba que solo iba a beber los fines de semana.

– De acuerdo, amigo -le dije- mantente lejos de mi, yo estoy bebido y bebiendo todo el tiempo.

– Ya lo se, Hank, y me gustas, me gustas mas que cualquier otro hombre que haya conocido, solo que tengo que dejar la bebida para los fines de semana, es necesario, solo los viernes y sabados por la noche y nada los domingos. Yo seguia aun bebiendo los lunes por la manana y eso me costo el empleo. Me voy a apartar de la bebida, pero quiero que sepas que esto no tiene nada que ver contigo.

– Solo que yo soy un borracho desesperado.

– Si, bueno, pero yo estoy decidido.

– Esta bien, Lou, pero no vengas a llamar a mi puerta hasta el viernes por la noche. Puede que oigas cantar y reir a bellas jovencitas de diecisiete anos, pero no vengas a llamar a mi puerta.

– Tio, tu no jodes otra cosa que sacos.

– Pero parecen diecisieteaneros por el ojo de la cerradura.

Comenzo a explicarme la naturaleza de su trabajo, algo acerca de la limpieza del interior de las maquinas de dulces. Era un trabajo sucio y jodido. El dueno solo empleaba a ex-presidiarios a los que sacaba el culo haciendoles trabajar hasta la muerte. Explotaba a estos desgraciados de un modo brutal durante todo el dia y ellos no podian hacer nada. Les rebajaba la paga y ellos no podian hacer nada. Si se quejaban estaban perdidos. Muchos de ellos estaban comprometidos con el bajo juramento. El cabronazo los tenia agarrados por los cojones.

– Suena como un tio que necesita ser asesinado -le dije a Lou.

– Bueno, a mi me gusta, dice que soy el mejor obrero que ha tenido nunca, pero que tengo que alejarme del vino; el necesita de alguien en quien pueda confiar. Una vez me llevo a su casa y todo, para pintarle algunas cosas, le pinte el cuarto de bano, hice un trabajo muy bueno, tambien. Tiene una casa en las colinas, una casa enorme, y tendrias que ver a su esposa. Nunca pense que pudiese haber mujeres asi, tan hermosas, sus ojos, sus piernas, su cuerpo, su manera de andar, de hablar, es la hostia.

6

Bueno, Lou cumplio su palabra. No le vi durante algun tiempo, ni siquiera los fines de semana, y mientras tanto yo me estaba sumergiendo en una especie de infierno personal. Estaba muy nervioso, con los nervios rotos -un pequeno ruido imprevisto me hacia brincar fuera de mi piel-. Tenia miedo de ir a dormir: pesadilla tras pesadilla sacudian mi alma, cada una mas terrible que la precedente. No pasaba nada si te ibas a dormir totalmente borracho, eso estaba bien, pero si te ibas a dormir medio borracho, o aun peor, sobrio, entonces los suenos comenzaban a atormentarte, y nunca estabas seguro de cuando estabas durmiendo y cuando la accion era real y en tu propia habitacion; porque cuando dormias, sonabas la habitacion entera, los platos sucios, los ratones, las paredes doblandose, el par de bragas cagadas que alguna puta habia dejado olvidadas en el suelo, el grifo goteante, la luna alli fuera como una bola encendida, coches llenos de hombres sobrios y bien alimentados, anuncios luminosos atravesando tu ventana, todo, todo, estabas en una especie de esquina oscura, oscura y oscura, sin ayuda, sin razon, la razon perdida y perdida, esquina oscura y sudorosa, la tiniebla extraviada, oscuridad e inmundicias, la realidad fetida, el hedor de todas las cosas: aranas, ojos, caseras, aceras, bares, edificios, hierba y no hierba, luz y no luz, sin jamas pertenecerte nada. Nunca aparecian elefantes rosas en mis pesadillas, pero si montanas de hombrecillos sonrientes hirviendo y esgrimiendo trucos salvajes, o feroces hombres gigantescos apareciendo como una tormenta brutal para estrangularte, o clavar sus dientes en tu garganta. O te quedabas tumbado de espaldas paralizado, sudando, con la mirada dilatada de terror, con esta cosa negra, hedionda y peluda de baba verde subiendo arrastrandose lentamente por tu cuerpo por tu cuerpo por tu cuerpo.

Y si no era eso, eran dias enteros sentado en una silla, horas de miedo indecible, miedo abriendose y desplegandose en tu interior como una flor gigantesca; no podias analizarlo, saber porque aparecia, y eso lo empeoraba. Horas de estar sentado en una silla en medio de una habitacion, de levantarse y dar vueltas bordeando las paredes. Cagando y meando con mayor esfuerzo, cosas sin sentido, peinarse o cepillarse los dientes -actos ridiculos e insanos-. Caminar a traves de un mar de fuego. O llenar con agua una copa para vino - parecia como si no tuvieras derecho a llenar de agua una copa de vino-. Decidi que estaba loco, inhabil, y esto me hacia sentirme sucio. Fui a la biblioteca y trate de encontrar libros que hablasen sobre la causa que hacia sentir a las personas lo que yo estaba sintiendo, pero no habia ningun libro, o si lo habia, no lo pude entender. Ir a la biblioteca no era tampoco muy bonito -todo el mundo parecia tan comodo, los bibliotecarios, los lectores, todo el mundo menos yo-. Tenia problemas incluso para usar los urinarios de la biblioteca, los tios que habia alli, los desconocidos mirandome mear, todos parecian mas fuertes que yo -despreocupados y seguros-. Yo salia corriendo y me ponia a andar por la calle, subiendo luego por la escalera azotada por el viento de un edificio de hormigon donde almacenaban miles de cascaras de naranjas. Una pintada en el tejado de otro edificio decia

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