– ?Mierda, mierda, mierda! ?Tu, quemador de perros! ?Tu, puerco, sadico…! Tu hiciste arder a Juana en el poste, tu metiste clavos en las manos de Cristo, tu votaste por la guerra, tu votaste por Goldwater, tu votaste por Nixon… ?Hijo de puta! ?Que me estas HACIENDO?

– Pgonto ya acabo. Usted aguanta bienn. Va a serr un buen paciente.

Volvio a guardar el tubo y entonces le vi escudrinandome con algo que parecia un periscopio. Me echo de un golpe unas cuantas gasas en el culo ensangrentado y yo me levante y me puse mis ropas.

– ?Y para que va a ser la operacion?

El sabia lo que yo queria decir.

– Simplemente porr hemorroidess.

Mientras me iba, le mire las piernas a su enfermera. Ella sonrio dulcemente.

6

En la sala de espera del hospital una nina miro nuestras caras grises, nuestras caras blanquecinas, nuestras caras amarillentas…

– ?Todo el mundo se esta muriendo! -proclamo. Nadie le contesto. Yo pase la pagina de un viejo ejemplar del Time.

Luego de la rutina de rellenar los impresos… analisis de sangre… orina. Me llevaron a una sala de cuatro camas en el octavo piso. Cuando vino la pregunta acerca de mi religion, yo conteste «Catolico» para salvarme de las miradas e interrogatorios que habitualmente seguian a una declaracion de ateismo. Estaba cansado de todas las discusiones y papeleos y explicaciones. Era un hospital catolico -tal vez conseguiria asi mejor servicio o la bendicion del Papa-.

Bueno, me encerraron con otros tres tios. Para mi, el monje, el solitario, jugador, playboy, idiota, todo estaba acabado. Mi soledad amada, el refrigerador lleno de cervezas, los puros a cualquier hora, los numeros de telefono de las mujeres de grandes culos, de grandes piernas. Todo.

Habia uno con la cara amarilla. Parecia algo asi como un gran pajaro gordo sumergido en orina y secado al sol. Continuamente estaba apretando su timbre. Tenia una voz quejumbrosa y sollozante.

– Enfermera, enfermera, ?donde esta el doctor Thomas?

– No se donde esta.

– El doctor Thomas me dio ayer un poco de codeina. ?Donde esta el doctor Thomas?

– No lo se.

– ?Puede darme una pildora para la tos?

– Estan en su mesilla, coja una.

– Pero estas no me paran la tos, y esa medicina que me dan tampoco es nada buena.

– ?Enfermera! -aullaba un tio de pelo blanco desde la ultima cena-. ?Puede darme mas cafe? Quiero mas cafe.

– Voy a ver -dijo ella, y salio.

Mi ventana dejaba ver colinas, un declive de colinas levantandose. Mire a las colinas. Estaba oscureciendo. Nada mas que casas encima de colinas. Viejas casas. Tuve la extrana sensacion de que estaban deshabitadas, que todo el mundo habia muerto, que todo el mundo se habia rendido. Escuche a los tres hombres quejarse de la comida, del precio del hospital, de los doctores y enfermeras. Cuando uno hablaba, los otros dos no parecian escuchar, no contestaban. Entonces otro comenzaba a hablar. Hacian turnos. No habia otra cosa que hacer. Hablaban vagamente, eliminando sujetos. Estaba alli con un okie, un cameraman y el pajaro amarillo meado. Fuera de mi ventana una cruz cambiaba intermitentemente de color en medio del cielo -primero era azul, y entonces se ponia roja, y luego azul de nuevo-. Era de noche y cerraron las cortinas alrededor de nuestras camas. Me senti mejor, y me di cuenta de que el dolor o la posible muerte no me acercaban a la humanidad, sino mas bien al contrario. Empezaron a llegar visitantes. Yo no tuve ninguno. Me sentia como un santo. Mire por mi ventana y vi algo escrito cerca de la cruz luminosa intermitente, MOTEL, decia. Los cuerpos alli estarian tumbados en mejor armonia. Follando.

7

Un pobre diablo vestido de verde entro y me afeito el culo. ?Habia trabajos tan terribles en este mundo! Este era uno que yo no conocia.

Me pusieron una especie de gorro de bano en la cabeza y me echaron encima de una camilla. Ya estaba. El quirofano. El cobarde deslizandose por pasillos hacia la muerte ridicula. Habia un hombre y una mujer, me empujaban la camilla y sonreian, parecian muy tranquilos. Me metieron en un ascensor. Habia cuatro mujeres en el.

– Voy al quirofano. ?A alguna de ustedes, senoras, le gustaria cambiar el puesto conmigo?

Ellas se pegaron a la pared y rehusaron contestar.

En la sala de operaciones esperamos la llegada de Dios. Dios entro por fin:

– ?Bienn, bienn, bienn, aqui esta mein amigo!

Ni siquiera me moleste en replicar una mentira tan evidente.

– Pongase boca abajo, porr favorr.

– Bueno -dije-, supongo que es demasiado tarde para echarme atras.

– Ya -dijo Dios-. ?Aboga esta usted en nuegstro poderr!

Vi como me ataban con correas. Me abrieron las piernas. Entro el primer espinal. Senti como me ponian toallas por la espalda y alrededor del ojo del culo. Otro espinal. Un tercero. Yo no paraba de hablar, de gritar e insultarles. El cobarde, el showman, silbando en la oscuridad.

– Ponganle a dogmirr ?ya? -dijo el. Senti un pinchazo en el hombro. Anestesia. No estaba bien. Tenia a demasiados borrachos a mi espalda como para dejarles solos.

– ?Alguien tiene un cigarro? -pregunte.

Alguien se rio. Yo me estaba quedando frito. Mala forma. Decidi quedarme tranquilo.

Pude sentir el cuchillo hurgandome en el culo. No sentia dolor.

– Aqui egsto -le oi decir-, egsta ess la obstruccionn prrincipal. ?Vess? Enn aqui…

8

La sala de recuperacion era de lo mas triste. Habia algunas mujeres de muy buen aspecto paseando por ahi, pero me ignoraban. Me incorpore sobre mi codo y mire a mi alrededor. Cuerpos por todas partes. Todo muy muy blanco y en silencio. Operaciones de verdad. De pulmon. Cardiacas. De todo. Me senti como un aficionado, me senti avergonzado. Me alegre cuando me sacaron de alli. Mis tres companeros de habitacion se quedaron mirandome fijamente cuando me entraron. Me eche de la camilla a la cama. Me encontre con que mis piernas estaban todavia dormidas y no tenia control sobre ellas. Decidi dormir. El lugar entero era deprimente. Cuando desperte me dolia de verdad el culo. Pero las piernas seguian dormidas. Pense en mi polla y me parecio como si no estuviese. Quiero decir que no habia ninguna sensacion de tacto o presencia. Excepto que tenia ganas de mear y no podia hacerlo. Era horrible y trate de olvidarlo.

Uno de mis antiguos amores vino a visitarme, y se sento alli mirandome. Yo le habia dicho que iba a ser operado. Por que se lo dije, no lo se.

– ?Hola! ?Que tal estas?

– Bien, solo que no puedo mear.

Ella sonrio.

Hablamos un poco sobre algo y luego se marcho.

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