Yo agarre la jarra del agua para pegarle, pero nunca paso cerca mio. Finalmente cayo en una esquina y se quedo alli, pasando de todo. Estuve en ese sotano toda la noche y hasta el mediodia del dia siguiente. Entonces me subieron arriba. La sala estaba repleta y me pusieron en un oscuro rincon.

– Ooh, se va a morir en esta esquina tan oscura -dijo una de las enfermeras.

– Si -dijo la otra.

Me levante por la noche y no pude llegar hasta el retrete. Me puse a cagar sangre en medio del suelo. Cai y estaba demasiado debil para poder levantarme. Llame a la enfermera, pero las puertas de la sala estaban cubiertas con estano de casi 10 centimetros de grosor y no pudieron oirme. Una enfermera solia pasar cada dos horas para mirar si alguien se habia muerto. Sacaban muchos cadaveres por las noches. Como yo no podia dormir, solia mirarles. Sacaban al tio de la cama, lo ponian sobre la camilla y le cubrian la cara con una sabana. Las camillas estaban bien engrasadas para no hacer ruido. Yo ahora tendria que esperar a que entraran a por alguno. Tal vez a por mi. Gritaba:

«?Enfermera!», sin saber bien por que. «?Callate!», me dijo un viejo, «queremos dormir». Perdi el sentido.

Cuando lo recobre estaban todas las luces encendidas. Dos enfermeras estaban tratando de levantarme.

– Le dije que no se levantara de la cama -dijo una de ellas.

Yo no podia hablar. Tenia tambores en la cabeza. Me senti vaciado y muerto. Era como si pudiese oir todo, pero no podia ver, solo llamaradas de luz. No sentia panico, ni miedo; solo una sensacion de espera, de esperar algo sin preocuparme.

– Es usted demasiado grande -dijo una de ellas-, vamos a sentarle en esa silla.

Me sentaron en la silla y me arrastraron con ella. Yo me sentia como si no pesase mas de tres kilos.

Entonces vinieron a mi alrededor: gente. Recuerdo un doctor con un gorro verde, un gorro de operar. Parecia furioso. Estaba hablandole a la enfermera jefe.

– ?Por que no le han hecho una transfusion a este hombre? Esta a punto de… m.p.d.

– Sus papeles pasaron por el piso de abajo cuando yo estaba arriba y los rellenaron antes de que pudiera verlos. Y, aparte, doctor, el paciente no tiene ningun credito de sangre.

– ?Quiero que suban sangre, y la quiero aqui arriba AHORA!

?Quien cono sera este tio?, pense, demasiado amable, muy raro, muy extrano para ser un doctor.

Comenzaron las transfusiones: tres litros y medio de sangre y dos de glucosa.

Una enfermera trato de darme de comer un rosbif con patatas, guisantes y zanahorias en mi primer almuerzo. Puso la bandeja delante mio.

– Infiernos, no puedo comerme esto -le dije-. ?Me mataria!

– Comalo -dijo-, esta en su lista, esta en su dieta.

– Traigame algo de leche -dije.

– Comase eso -dijo ella, y se fue.

Yo lo deje alli sin tocarlo.

Cinco minutos mas tarde, entro corriendo en la sala.

– ?NO SE COMA ESO! -grito-. ?No puede TOMAR ESO! ?Ha habido una equivocacion en la lista!

Se lo llevo y volvio con un vaso de leche.

Tan pronto como me metieron la primera botella de sangre, me sentaron en una camilla y me bajaron a la sala de rayos X. El doctor me hizo poner de pie. Yo no podia sostenerme y me caia hacia atras continuamente.

– ?ME CAGO EN LA PUTA! -grito-. ?ME HA HECHO ARRUINAR OTRA PLACA! ?SE VA A QUEDAR QUIETO SIN MOVERSE DE UNA MALDITA VEZ?

Lo intente pero no podia sostenerme. Me cai de nuevo.

– Oh, mierda -dijo a la enfermera-. Llevenselo.

El Domingo de Resurreccion, el Ejercito de Salvacion se puso a tocar justo debajo de mi ventana a las 5 de la manana. Tocaban una horrible musica religiosa, la tocaban mal y con un estruendo infernal, y a mi me ahogaba, me atravesaba, casi me mata. Me senti mas cerca de la muerte esa manana de lo que nunca me habia sentido. Estuve a un centimetro, a un pelo de ella. Finalmente se fueron con la cencerrada a otra parte y yo empece lentamente a revivir. Yo diria que aquella manana esta gente mato probablemente a media docena de cautivos con su musica.

Entonces aparecio mi padre con mi puta. Ella estaba borracha y me di cuenta de que el le habia dado dinero para que bebiera y asi traermela deliberadamente en ese estado a mi presencia, para hacerme sentir desgraciado. El viejo y yo eramos enemigos desde tiempo inmemorial, en todo lo que yo creia el estaba en contra, y viceversa. Ella se sento y empezo a bambolear la cama, enrojecida y borracha.

– ?Por que la has traido asi? -pregunte-. ?Por que no esperaste a otro dia?

– ?Te dije que no era buena! ?Te he dicho siempre que no era una buena mujer!

– Tu la has emborrachado y luego la has traido aqui. ?Por que estas siempre jodiendome?

– ?Te dije que no era una buena mujer, te lo dije, te lo dije!

– ?Tu, hijo de la gran puta, una palabra mas y voy a sacarme esta aguja del brazo, me voy a levantar y te voy a sacar la mierda a hostias!

El la cogio del brazo y se fueron.

Me imagine que les habian telefoneado diciendo que iba a morirme. La hemorragia continuaba. Esa noche vino el sacerdote.

– Padre -le dije-, no se ofenda, pero, por favor, me gustaria morir sin ninguna clase de ritos, sin ninguna clase de palabras.

Me quede sorprendido porque entonces el empezo a agitarse, a gesticular, a temblar atonito y furioso. Digo que me quede sorprendido porque siempre crei que estos tios tenian mas frialdad. Pero al fin y al cabo, se limpian el culo como todo el mundo.

– Padre, hableme a mi -dijo un anciano-, puede hablarme a mi.

El cura se fue con el anciano y todos felices.

Trece dias despues de aquella noche en la que ingrese regando sangre, yo estaba conduciendo un camion y descargando paquetes de mas de 25 kilos. Una semana mas tarde me tome mi primer trago, el que decian que me mataria.

Supongo que algun dia morire en ese condenado hospital de caridad. Simplemente parece que no puedo escapar de el.

5

Mi suerte estaba de nuevo en decadencia y yo estaba demasiado nervioso debido a mis excesos con el vino; la mirada enloquecida y una gran debilidad; estaba demasiado deprimido para buscar mi habitual trabajo sencillo y ocasional como mozo de carga o chico de recados, asi que me fui a una planta empaquetadora de carne en el matadero y entre en la oficina.

– ?No te he visto a ti antes? -me pregunto el encargado.

– No -menti.

Habia estado alli dos o tres anos antes, habia pasado por todo el papeleo, el reconocimiento medico, y una vez admitido me habian conducido escaleras abajo, pasando hasta cuatro plantas, y cada vez iba haciendo mas frio y los suelos estaban cubiertos con una capa de sangre, suelos verdes, paredes verdes. Me habia explicado en que consistia el trabajo: pulsar un boton y entonces salia de la portezuela de la pared un ruido parecido al estruendo de una manada de elefantes cayendo, y entonces aparecia algo muerto, en gran cantidad, ensangrentado, y entonces, me explico el, lo coges y lo colocas en ese camion frigorifico. Luego aprietas el boton y saldra otro nuevo. Acabo la explicacion y se fue. Cuando lo perdi de vista me quite el mono, el casco, las botas (tres tamanos mas pequenas que mi pie), subi las escaleras y me largue de alli. Ahora estaba de vuelta.

– Pareces algo viejo para este trabajo.

– Quiero recobrar la forma. Necesito trabajo duro, un buen trabajo duro -menti.

– ?Podras aguantar?

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