ser un vencedor, no hay mas leches, tienes que aprender a pelear por cualquier pequenez, sin preguntar ni dudar, y aparte, si yo dejaba caer el ternero, lo tendria que recoger y levantarlo, y sabia que eso nunca lo podria hacer. Ademas, se ensuciaria. Yo no queria que se ensuciase, o mejor dicho: ellos no querian que se ensuciase.

Entre balanceandome en el camion.

– ?CUELGALO!

El gancho que habia era romo como un pulgar sin una. Dejabas el ternero para que se enganchara, y resbalaba, lo levantabas de nuevo y volvia a resbalar, una y otra vez y el gancho no lo atravesaba ??El culo de mi madre!! Era todo cartilaginoso y gordo, duro, duro.

– ?VAMOS! ?VAMOS!

Utilice mis ultimas reservas y el gancho se clavo, fue una hermosa vision, un milagro, ese gancho atravesando la carne, ese ternero colgando solito, completamente apartado de mi hombro, colgado para los abrigos y el sombrerito y el parloteo en la carniceria.

– ?MUEVETE!

Un negro de 145 kilos, insolente, cortante, frio, asesino, entro, colgo su carne de un golpe, y me miro desde arriba.

– ?Nos ponemos en fila aqui!

– De acuerdo campeon.

Sali delante de el. Otro ternero me estaba esperando. Cada vez que agarraba uno estaba seguro de que era el ultimo que iba a poder aguantar, pero continuamente me decia: Uno mas solo uno mas y luego escapo y a tomar por saco.

Estaban esperando que abandonase, lo podia leer en sus ojos, sus sonrisas cuando creian que yo no estaba mirando., No queria darles la victoria. Me iba a por un nuevo ternero. El jugador. La ultima carta del jugador arruinado de los viejos tiempos. Fui a por la carne.

Segui por dos horas y entonces alguien grito:

– DESCANSO.

Lo habia conseguido. Un descanso de diez minutos, algo de cafe, y nunca lograrian hacerme abandonar. Camine detras de ellos hacia el carro del almuerzo. Podia ver el vapor del cafe levantandose en la noche; podia ver las rosquillas y cigarrillos y bollos y sandwiches bajo las luces electricas.

– ?EH, TU!

Era Hank. Parecia que yo le gustaba a Hank.

– ?Si, Hank?

– Antes de descansar, coge ese camion y llevalo a la seccion 18.

Era el camion que habiamos cargado anteriormente, el de medio sotano de largo. La seccion 18 estaba cruzando toda la planta.

Abri la puerta y subi a la cabina. Tenia un blando asiento de cuero y estaba tan bien que supe que si no lo combatia, pronto me quedaria dormido. Yo no era un conductor de camiones. Mire abajo y vi media docena de palancas, mandos, pedales y demas. Di la vuelta a la llave y el motor arranco. Me puse a probar pedales y palancas hasta que la maquina se puso a andar y entonces lo conduje por toda la planta hasta la seccion 18, pensando todo el rato: para cuando vuelva, el carro del almuerzo ya se habra ido. Esto era una tragedia para mi, una verdadera tragedia. Estacione el inmenso camion, apague el motor y me quede un minuto disfrutando de la blanda bondad del asiento de cuero. Luego abri la puerta y sali fuera. Me olvide del escalon o lo que quiera que fuese y me cai al suelo con mi delantal ensangrentado y mi casco metalico de Cristo, como si me hubiesen pegado un tiro. No me dolio, no sentia nada. Me levante con tiempo para ver al carro del almuerzo saliendo por la verja hacia la calle. Los vi regresando al trabajo riendose y encendiendo cigarrillos.

Yo me quite las botas, el delantal, el casco de metal, el mono, y camine hacia la salida. Lance todo el equipo por encima de la mesa. El viejo me miro:

– ?Que? ?Vas a abandonar un BUEN trabajo como este?

– ?Digales que me manden el cheque por dos horas o si no que se limpien el culo con el, me importa un carajo!

Sali. Cruce la calle hacia un bar mexicano y alli me tome una cerveza, luego cogi el autobus hasta mi casa. La educacion de las escuelas americanas me habia jodido otra vez.

6

La noche siguiente estaba sentado en un bar entre una mujer con una cinta alrededor de la cabeza y otra mujer sin cinta en la cabeza, y no era mas que otro bar -estupido, triste, cruel, imperfecto, desesperado, mierdoso, pobre y el pequenisimo retrete apestaba y provocaba la nausea, y no podia hacer caca alli, solo mear, vomitar o apartar asfixiado la cabeza, buscando la luz y el aire, rogando a tu estomago que solo aguantase una noche mas-.

Llevaba alli cerca de tres horas bebiendo y convidando a beber a la mujer sin cinta en la cabeza. No tenia mala pinta: zapatos caros, buenas piernas y trasero; justo al borde de la decadencia fisica, pero asi es como parecen mas sexys -por lo menos asi me lo parece-.

Pedi otra copa, dos copas mas.

– Ya esta -le dije-, me he gastado el ultimo centimo.

– Estas bromeando.

– No.

– ?Tienes algun sitio donde dormir?

– Me quedan dos dias de alquiler.

– ?Trabajas?

– No.

– ?Que haces?

– Nada.

– Quiero decir que como has vivido hasta ahora.

– Fui agente de jockeys por un tiempo. Tenia un buen chico, pero le pescaron dos veces con una pistola en la verja de salida. Lo procesaron. Hice algo de boxeo, juego, incluso intente la cria de pollos, me pasaba toda la noche sentado cuidandolos frente a los perros callejeros de las colinas, era duro, y entonces un dia tire un puro encendido a la paja sin darme cuenta y todo se incendio y todos mis pollos se quedaron fritos, mal fritos. Trate de buscar oro en el norte de California. Fui charlatan en una feria. Probe el comercio, probe de vendedor: nada me fue bien, soy un fracasado.

– Bebete eso -dijo ella- y vente conmigo.

Ese «vente conmigo» sono bien. Acabe mi bebida y la segui afuera. Subimos la calle caminando y paramos en una tienda de licores.

– Ahora tu no hagas nada -dijo- dejame hablar a mi.

Entramos. Ella cogio algo de salami, huevos, pan, bacon, cerveza, mostaza, escabeche, dos botellas de whisky bueno, Alka Seltzer y sardinas. Cigarrillos y puros.

– Carguelo a la cuenta de Willie Hansen -le dijo al empleado.

Salimos con toda la compra y ella llamo un taxi desde el telefono de la esquina. El taxi aparecio y subimos detras.

– ?Quien es Willie Hansen? -pregunte.

– Olvidalo -dijo.

Una vez en mi casa, me ayudo a poner los viveres en la nevera. Luego se sento en el sofa y cruzo sus dos buenas piernas y se quedo alli, moviendo y girando el tobillo, mirandose el zapato negro, bello y adornado. Saque el tapon de una botella y me puse a mezclar dos tragos bien fuertes. Era de nuevo un rey.

Esa noche en la cama, me pare en medio del acto y la mire.

– ?Como te llamas? -pregunte.

– ?Que cono importa mi nombre?

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