– Soy todo musculos. Solia trabajar en el Ring. He peleado con los mejores.

– ?Ah, si?

– Si.

– Humm, puedo verlo por tu cara. Has debido encajar unas cuantas buenas palizas.

– No se preocupe por mi cara. Tengo manos veloces. Todavia las conservo. Tengo que utilizarlas en algo. Soy rapido y duro.

– Yo soy aficionado al boxeo. No me suena tu nombre.

– Peleaba bajo otro nombre, Kid Stardust.

– ?Kid Stardust? No me suena ningun Kid Stardust.

– Pelee por Sudamerica, Africa, Europa, las islas, peleaba en las ciudades industriales. Por eso hay tantos huecos en mi historial de trabajo. No me gusta poner que boxeo porque la gente se cree que estoy mintiendo o bromeando. Simplemente dejo los huecos y al infierno con ello.

– De acuerdo, presentate manana a las 9:30 y te pondremos a trabajar. ?Dices que quieres un trabajo duro?

– Bueno, si hay alguna otra cosa…

– No, en estos momentos no. Sabes, aparentas por lo menos 50 anos. Me pregunto si no estare haciendo el imbecil. No queremos que la gente como tu nos haga perder el tiempo.

– Yo no soy ninguna gente: soy Kid Stardust.

– De acuerdo, Kid -dijo, riendose-. ?Te pondremos a TRABAJAR!

No me gusto su modo de decirlo.

Dos dias mas tarde entre en la planta 2 y le ensene a un viejo que llevaba una libreta mi mono con mi nombre escrito: Henry Chinaski, y el me mando a la cadena de carga, tenia que presentarme a Thurman. Me fui hacia alla. Habia un grupo de hombres sentados en un banco de madera que me miraron como si fuese homosexual o apestado.

Les mire con lo que supuse que era un tranquilo desden y pregunte lentamente con mi mejor acento barriobajero:

– ?Donde esta Thurman? Parece ser que tengo que ver a ese tio.

Alguien me lo senalo.

– ?Thurman?

– ?Si?

– Estoy trabajando para ti.

– ?Si?

– Si.

Me miro.

– ?Donde estan tus botas?

– ?Botas? No me dieron -dije.

Se agacho bajo el banco y agarro un par, un viejo, gastado y maloliente par. Me las puse. La misma vieja historia: tres numeros demasiado pequenas; mis pies estaban en ellas aplastados y doblados.

Luego me dio un delantal ensangrentado y un casco de metal. Me los puse. Me quede alli de pie mientras el encendia un cigarrillo. Despacho la cerilla con gesto tranquilo y hombruno.

– Vamos.

Eran todos negros y cuando apareci me miraron como si fuesen sultanes de color. Yo media cerca de un metro noventa pero ellos eran todos mas altos, y si alguno no lo era, era dos o tres veces mas robusto.

– ?Hank! -grito Thurman.

Hank, pense, Hank, igual que yo. Es curioso.

Ya estaba sudando, con ese casco metalico encima de las orejas.

– ?Ponle a TRABAJAR! -le dijo.

Cristo y Cristo. ?Que habia sido de las noches dulces y ociosas? ?Por que no le pasaba esto a Walter Winchell, que creia en el sueno americano? ?No habia sido yo uno de los estudiantes mas brillantes en antropologia? ?Que habia pasado?

Hank me llevo consigo y me planto enfrente de un gigantesco camion de medio sotano de largo, inmovil, vacio e inquietante.

– Espera aqui.

Entonces varios de los sultanes negros se acercaron corriendo, arrastrando carros de ruedas pintados de un blanco triste y costrilloso, como detergente mezclado con mierda de gallina. Y cada uno de los carros estaba lleno de jamones que flotaban en sangre oscura y espesa. No, no flotaban en sangre, se sentaban en ella, como plomo, como balas de canon, como la muerte.

Uno de los chicos salto al interior del camion y otro empezo a lanzarme los jamones y yo los cogia y se los lanzaba al otro tio que daba media vuelta y los echaba al extremo del camion. Los jamones llegaban de prisa DE PRISA y eran pesados y se volvian cada vez mas pesados. Tan pronto como lanzaba un jamon y me volvia, otro venia hacia mi por el aire. Sabia que estaban tratando de destrozarme. Muy pronto estuve sudando y sudando, como si me hubiesen abierto grifos por todo el cuerpo, y me dolia la espalda, me dolian las munecas, me dolian los brazos, me dolia todo y estaba agotando el ultimo soplo imposible de energia. Apenas podia ver, apenas podia someter mi cuerpo al esfuerzo de agarrar un jamon mas y arrojarlo, un jamon mas y arrojarlo. Estaba banado en sangre y seguia agarrando la muerta, blanda y pesada pecora con mis manos. El jamon da un poco la impresion de una grupa de mujer, y yo estoy demasiado debil para hablar y decir: «?Hey, que CONO pasa con vosotros, eh, tios?». Los jamones llegan volando y yo giro, clavado como un hombre en una cruz debajo de un casco metalico, y ellos traen continuamente carros llenos de jamones y jamones y jamones y al fin estan todos vacios y yo estoy alli de pie, temblando y respirando fuertemente la luz electrica amarilla. Era de noche en el infierno. Bueno, a mi siempre me gusto el trabajo nocturno.

– ?Vamos!

Me llevan a otro sector. Por el aire, desde la lejana pared, viene hacia mi medio ternero colgado, o podia ser un ternero entero, si, eran terneros enteros, pensandolo bien, desollados y sangrientos, con las cuatro patas estiradas, y uno de ellos venia hacia mi colgado de un gancho, recien acabado de matar, y se paro justo encima mio, colgando del gancho sobre mi cabeza, goteando sangre.

– Lo acaban de matar -pense- han matado a esta condenada cosa. ?Como pueden distinguir a un hombre de un ternero? ?Como saben que yo no soy un ternero?

– ?ESTA BIEN: ABRAZALO!

– ?Abrazarlo?

– ?Eso mismo: BAILA CON EL!

– ?Que?

– ?Por el amor de dios! ?George, ven aqui!

George se puso debajo del ternero. Lo agarro. UNO. Dio unos pasos hacia delante. DOS. Dio unos pasos hacia atras. TRES. Dio bastantes pasos hacia delante. El ternero estaba casi paralelo al suelo. Alguien apreto un boton y por ahi se fue el bicho. Ya lo tenian, para los mercaderes de carne del mundo. Lo tenian para las charlatanas, simpaticas y bien alimentadas amas de casa imbeciles del mundo a las 2 de la tarde, peinadas, fumando cigarrillos con filtro sin sentir casi nada.

Me pusieron debajo del siguiente ternero.

UNO.

DOS.

TRES.

Lo tenia. Con sus huesos muertos contra mis huesos vivos, su carne muerta contra mi carne viva, y el hueso y el pesado corte sangrando a chorros, pense en un cono calido y hambriento, sentado enfrente mio en un sofa con las piernas cruzadas y levantadas, y yo con una copa en mi mano, acercandome despacio, con seguridad, hacia el blanco lugar de su cuerpo, y Hank grito: ?CUELGALO EN EL CAMION!

Me fui dando traspies hacia el camion. El sentido de la verguenza que me habian inculcado en las escuelas americanas me decia que no debia dejar caer el becerro al suelo porque esto probaria que yo era un cobarde y no era un hombre y que luego no podria esperar mas que continuas risas y burlas, y es que en America tienes que

Вы читаете Mujeres
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату
×