– ?Se acabo la broma!
– ?Relajate, Michael! -dijo Pete-. ?Disfruta!
– ?Cabrones! ?Sacadme de aqui! ?Me estoy meando!
Pete apago el walkie-talkie y se lo guardo en el bolsillo de su chaqueta Barbour.
– Bueno, ?como va esto exactamente?
– Levantamos las cintas -dijo Robbo-. Uno por cada lado.
Pete saco el walkie-talkie y lo encendio.
– ?Vamos a precintarlo, Michael! -dijo, antes de volver a apagar el transmisor.
Los cuatro se rieron. Luego cada uno cogio un cabo de la cinta y subieron la cuerda.
– Uno… dos… ?tres! -conto Robbo,
– ?Joder, como pesa! -dijo Luke, que tenso la cuerda y la levanto.
Despacio, a sacudidas, escorandose como un barco siniestrado, el ataud fue hundiendose en el agujero.
Cuando llego al fondo, apenas alcanzaban a verlo en la oscuridad.
Pete tenia la linterna. A su luz, distinguieron el tubo para respirar saliendo languidamente por el agujero del tamano de una pajita que habian recortado en la tapa.
Robbo cogio el walkie-talkie.
– ?Eh, Michael! Te sale la polla. ?Te gusta la revista?
– Vale, se acabo la broma. ?Dejadme salir!
– Nos vamos a un club de striptease. ?Que pena que no puedas venirte con nosotros!
Robbo apago la radio antes de que Michael pudiera responder. Luego, tras guardarsela en el bolsillo, cogio una pala, comenzo a echar tierra en el agujero de la tumba y se rio a carcajadas al oirla caer sobre la tapa del ataud.
Con un fuerte «?Dale!», Pete asio otra pala y se unio a el. Durante unos momentos, los dos trabajaron a fondo hasta que solo quedaron visibles unos pedacitos de ataud. Luego, quedo cubierto del todo. Continuaron freneticamente, la bebida animaba su tarea, hasta que acumularon unos buenos setenta centimetros de tierra sobre el ataud. Apenas sobresalia el tubo para respirar.
– ?Eh! -dijo Luke-. ?Eh, parad! Cuanta mas tierra echeis, mas tendremos que sacar dentro de dos horas.
– ?Es una tumba! -dijo Robbo-. Es lo que se hace con una tumba: cubrir el ataud.
Luke le arrebato la pala.
– ?Ya basta! -dijo con firmeza-. Quiero pasarme la noche bebiendo, no cavando, ?vale, joder?
Como nunca queria disgustar a nadie de la pandilla, Robbo asintio. Pete, que estaba sudando a mares, solto la pala.
– Creo que no voy a dedicarme a esto -dijo.
Colocaron la plancha de cinc encima, retrocedieron y permanecieron en silencio unos momentos. La lluvia repiqueteaba sobre el metal.
– Vale -dijo Peter-. Nos largamos.
Luke se metio las manos en los bolsillos del abrigo, desconfiando.
– ?Estamos convencidos de esto?
– Acordamos que ibamos a darle una leccion -dijo Robbo.
– ?Y si se ahoga en su vomito o algo?
– No le pasara nada, no esta tan borracho -dijo Josh-. Vamos.
Josh subio a la parte trasera de la furgoneta y Luke cerro las puertas. Luego, Pete, Luke y Robbo se apretujaron en la parte delantera y Robbo arranco. Deshicieron el camino durante setecientos metros y luego giraron a la derecha para acceder a la carretera principal.
Entonces, encendio el walkie-talkie.
– ?Que tal te va, Michael?
– Chicos, escuchad. Esta broma no me divierte nada, de verdad.
– ?En serio? -dijo Robbo-. ?A nosotros si!
Luke cogio la radio.
– Esto si que es una dulce venganza, ?Michael!
Los cuatro que iban en la furgoneta se rieron a carcajadas. Ahora le toco a Josh.
– Eh, Michael, nos vamos a un pub fantastico. Tienen a las mujeres mas guapas. Van con el culo al aire y se deslizan arriba y abajo por las barras. ?Te va a cabrear mucho perdertelo!
Michael contesto arrastrando las palabras, la voz un poco quejumbrosa.
– Por favor, ?podemos dejarlo ya? Todo esto no me esta gustando nada.
Por el parabrisas, Robbo vio las obras en la carretera que tenian por delante, el semaforo estaba en verde. Acelero.
– ?Tu relajate, Michael! -grito Luke girando la cabeza hacia Josh-. ?Volveremos dentro de un par de horas!
– ?Que quereis decir con un par de horas?
El semaforo cambio a rojo. No habia tiempo de parar. Robbo acelero aun mas y siguio avanzando a toda velocidad.
– Dame eso -dijo.
Cogio la radio mientras tomaba una curva larga agarrando el volante con una sola mano. Miro abajo en el resplandor ambiental del salpicadero y pulso el boton de «Hablar».
– Eh, Michael…
– ?Robbooooo! -grito Luke.
Unos faros dirigiendose directamente hacia ellos.
Cegandolos.
Luego, el sonido estridente de un claxon, profundo, fuerte, feroz.
– ???Robbooooo!!! -chillo Luke.
Robbo piso aterrorizado el pedal del freno y solto el walkie-talkie. Dio un volantazo mientras buscaba, desesperadamente, algun lugar adonde ir. Arboles a la derecha, una excavadora a la izquierda, los faros quemaban el parabrisas, le abrasaban los ojos, se dirigian hacia el atravesando la lluvia torrencial, como un tren.
Capitulo 2
Michael, a quien la cabeza le daba vueltas, oyo unos gritos, luego un ruido sordo, como si alguien hubiera soltado el walkie-talkie.
Luego, silencio.
Pulso el boton de «Hablar».
– ?Hola?
Solo le llegaban interferencias vacias.
– ?Hola? ?Eh, tios!
Aun nada. Fijo la vista en la radio bidireccional. Era un aparato pequeno y grueso, una caja de plastico duro y negro, con una antena corta y otra larga, con la marca «Motorola» grabada sobre la rejilla del altavoz. Tambien habia un boton de «On/Off», un control de volumen, un selector de canales y una lucecita verde que brillaba intensamente. Luego se quedo mirando el saten blanco que estaba a pocos centimetros de sus ojos, combatiendo el panico, respirando cada vez mas y mas deprisa. Se estaba meando, mucho, desesperadamente.
?Donde cono estaba? ?Donde estaban Josh, Luke, Pete y Robbo? ?Ahi fuera, riendose? ?De verdad se habian marchado a un club, los muy cabrones?
Luego, a medida que el alcohol le hacia efecto de nuevo, el panico remitio. Sus pensamientos se volvieron sombrios, confusos. Se le cerraron los ojos y el sueno casi lo vencio.
Cuando volvio a abrirlos, enfoco el saten blando, mientras notaba que las nauseas le subian de repente por la garganta, lo elevaban en el aire y luego lo soltaban. Otra vez arriba. Y abajo. Trago saliva, cerro los ojos de nuevo, atolondrado, con la sensacion de que el ataud iba a la deriva, meciendose de un lado a otro, flotando. Se