necesario para el viaje. Como primer paso, ambos se proponen cumplir con una formalidad minima: visitar al ministro de la Guerra, 0’Farril, con quien la familia Arango tiene lazos de parentesco y paisanaje, para consultarle los pasos a dar. En prevision de que el ministro no quiera comprometerse en favor del teniente artillero, su hermano ha trazado ya, con algunos amigos militares, un plan de fuga: Rafael ira al cuartel de Guardias Espanolas, donde tienen previsto esconderlo hasta que, disfrazado de alferez de ese cuerpo, puedan hacerlo salir de la ciudad.
– Estoy listo -dice el joven, poniendose el sobretodo.
Su hermano lo mira con detenimiento. Le lleva casi diez anos, lo quiere mucho y cuida de el como lo haria su padre ausente. Rafael de Arango observa que parece emocionado.
– Hay que darse prisa.
– Claro.
El teniente de artilleria se mete en los bolsillos -viste de paisano, por precaucion- un cartucho de monedas de oro y el reloj que su hermano acaba de darle, asi como los documentos falsos que lo acreditan como alferez de Guardias Espanolas y una miniatura con el retrato de su madre que tenia en el dormitorio. Por un momento contempla el cachorrillo cargado que hay sobre la mesa, dudando si cogerlo o no, mientras prudencia e instinto militar se debaten en su animo. El hermano resuelve la cuestion, moviendo la cabeza.
– Es peligroso. Y tampoco serviria de nada.
Se miran un instante en silencio, pues apenas hay mas que decir. Rafael de Arango consulta la hora en el reloj.
– Siento darte tantas inquietudes.
Sonrie el otro, melancolico.
– Hiciste lo que tenias que hacer. Y gracias a Dios sigues vivo.
– ?Recuerdas lo que me dijiste ayer por la manana, casi a esta misma hora?…
– Ojala todos lo hubieramos hecho… Ojala todos nos hubieramos acordado de lo que somos.
Cuando los dos se dirigen a la puerta, el teniente se detiene, pensativo, tomando a su hermano por el brazo.
– Espera un momento.
– Tenemos prisa, Rafael.
– Espera, te digo. Hay algo que no te he contado todavia. Ayer en el parque, hubo momentos extranos. Me sentia raro, ?sabes?… Ajeno a todo cuanto no fuese aquella gente y aquellos canones con los que nos esforzabamos tanto… Era singular verlos a todos, las mujeres, los vecinos, los muchachos, pelear como lo hicieron, sin municiones competentes, sin foso y sin defensas, a pecho descubierto, y a los franceses tres veces rechazados y hasta en una ocasion prisioneros… Que eran diez veces mas que nosotros, y no pensaron en fugarse cuando les tiramos el canonazo, porque estaban mas atonitos que vencidos… No se si comprendes lo que quiero decir.
– Lo comprendo -sonrie el hermano-. Te sentias orgulloso, como yo lo estoy ahora de ti.
– Quiza sea la palabra. Orgullo… Me sentia asi entre aquellos paisanos. Como una piedra de un muro, ?entiendes?… Porque no nos rendimos, fijate bien. No hubo capitulacion porque Daoiz no quiso. No hubo mas que una ola inmensa de franceses anegandonos hasta que no tuvimos con que pelear. Dejamos de luchar solo cuando nos inundaron, ?ves lo que quiero decir?… Como se deshace y desmorona un muro despues de haber aguantado muchas avenidas y torrentes y temporales, hasta que ya no puede mas, y cede.
Calla el joven y permanece absorto, perdida la mirada en los recuerdos recientes. Inmovil. Luego ladea un poco la cabeza, vuelta hacia la ventana.
– Piedras y muros -anade-. Por un momento pareciamos una nacion… Una nacion orgullosa e indomable.
El hermano, conmovido, apoya con afecto una mano en su hombro.
– Fue un espejismo, ya lo ves. No duro mucho.
Rafael de Arango sigue quieto, mirando la ventana por la que, como un gris presentimiento, entra la luz del 3 de mayo de 1808.
– Nunca se sabe -murmura-. En realidad, nunca se sabe.
Nota del autor
Ademas de largos paseos por las calles de Madrid y consultas puntuales de documentos, es abundante el material bibliografico manejado como base para este relato. Quiza sea util consignar algunas referencias que permitan al lector profundizar en la materia, deslindar -si lo desea- los limites entre lo real y lo inventado, y cotejar los aspectos historicamente probados con los muchos puntos oscuros que, doscientos anos despues de la jornada del Dos de Mayo, todavia discuten historiadores y expertos militares. Esta relacion no incluye libros ni documentos publicados despues de junio de 2007:
Ramon de Mesonero Romanos.
Ramon de Mesonero Romanos.
Elias Tormo.
Sociedad de Bibliofilos espanoles.
Imprenta Real.
Rafael de Arango.
J. Alia Plana.
J. Alia Plana y J. M. Guerrero Acosta.
J. M. Guerrero Acosta.
J. M. Guerrero Acosta.
Emilio Cotarelo.
Manuel Ponce.
Jose de Palafox.
Antonio Ponz.
Comte Murat.
Marcel Dupont.
L. y F. Funcken.
VV. AA. Goya.
Richard Tungel.
Baron de Marbot.
M. A. Martin Mas.
J. J-E. le Roy.
Jose Gomez de Arteche.
Ministerio de Defensa.
Jacques Domange.
Marques del Saltillo.
Josep Fontana.
Alphonse Grasset.
Ministerio de Defensa.