paso al hombre que se encontraba detras.
El hombre vestia de negro y llevaba un ancho cinturon de plata repujada. Los seis individuos que habian permanecido en las proximidades del atrio subieron y se desplegaron en semicirculo, aislando al hombre del resto de las personas que estaban en el atrio.
—Se les saluda —dijo el hombre de negro con voz tajante y no muy alta.
—Es Falco —murmuro la gente—. Es el Jefe Falco.
—Estoy encantado de transmitir a los intrepidos exploradores las felicitaciones del gobierno de Victoria. Sus mapas e informes seran un anadido de gran valor a los Archivos del Estado en Ciudad Victoria. La Junta esta estudiando planes para la migracion limitada de campesinos y trabajadores manuales. La planificacion y el control son necesarios para garantizar la seguridad y el bienestar del conjunto de la comunidad. Como esta expedicion ha puesto de relieve, habitamos en un rincon, en un puerto seguro, de un mundo inmenso y desconocido. Los que hemos vivido mas tiempo aqui, los que conservamos los archivos de los primeros anos del Asentamiento, sabemos que los temerarios proyectos de dispersion pueden amenazar nuestra supervivencia y que la sensatez reposa en el orden y la cooperacion estricta. Estoy encantado de decirles que la Junta recibira a los intrepidos exploradores con el beneplacito de la Ciudad y les ofrecera una recompensa digna de sus esfuerzos.
Se produjo un silencio muy distinto al anterior.
Vera tomo la palabra; aunque se la veia fragil junto al grupo de hombres corpulentos, su voz sono clara y suave:
—Agradecemos al representante de la Junta su atenta invitacion.
—La Junta espera recibir a los exploradores y estudiar sus mapas e informes dentro de tres dias —anadio Falco.
Otra vez reino un silencio contenido.
—Damos las gracias al concejal Falco y declinamos la invitacion —replico Lev.
Un hombre mayor tironeo del brazo de Lev y hablo energicamente en voz baja; aunque hubo muchos comentarios rapidos y cuchicheados entre los que estaban en el atrio, la multitud reunida ante el Templo permanecio silenciosa e inmovil.
—Antes de responder a la invitacion de la Junta, debemos tomar decisiones sobre varias cuestiones — explico Vera a Falco en tono lo bastante alto para que todos oyeran.
—Las decisiones ya se han tomado,
La gente hizo espacio mas que suficiente para que pasaran.
En el atrio se formaron dos grupos: los exploradores y otros hombres y mujeres, en su mayoria jovenes, en torno a Vera, y un grupo mas numeroso alrededor de Elia, un rubio de ojos azules. La situacion se reprodujo entre los congregados, hasta que acabaron por parecerse a un bosque de anillos arboreos: circulos pequenos, en su mayoria de gente joven, y circulos mas grandes, formados por personas mayores. Todos discutian apasionadamente pero sin violencia. Una mujer alta y vieja esgrimio su paraguas de hojas rojas ante una muchacha vehemente y se puso a gritar:
—?Desertores! ?Lo que ustedes quieren es huir y dejar que nosotros hagamos frente a los Jefes! ?Les hace falta una azotaina! —Para ratificar sus palabras, la anciana dio un paraguazo al aire.
Los que rodeaban a la vieja parecieron esfumarse rapidamente, llevandose a la chica que la habia enfadado. La mujer quedo sola, roja como el paraguas, esgrimiendolo hoscamente contra la nada. Poco despues, con el ceno fruncido y los labios apretados, se integro en otro circulo.
Los dos grupos del atrio se unieron. Elia hablo con serena intensidad:
—Lev, el desafio directo es tan violento como un punetazo o una cuchillada.
—Puesto que rechazo la violencia, me niego a seguirle la corriente a los violentos —replico el joven.
—Desencadenaras la violencia si rechazas la peticion de la Junta.
—Encarcelamientos, quiza palizas. Esta bien. Elia, ?que queremos? ?La libertad o la simple seguridad?
—Provocas la represion desafiando a Falco en nombre de la libertad o de cualquier otra cosa. Asi les haces el juego.
—Ya somos juguetes en sus manos, ?no? —tercio Vera—. Lo que nos interesa es salir de este juego.
—Estamos de acuerdo en que ha llegado el momento, en que ha llegado la hora de hablar con la Junta…, de hablar firme y sensatamente. Pero si comenzamos con un desafio, si empezamos por la violencia moral, no lograremos nada y ellos recurriran a la fuerza.
—No tenemos la pretension de desafiarlos, nos limitaremos a mantenernos firmes en la verdad —insistio Vera—. Elia, sabes de sobra que si ellos apelan a la fuerza, hasta nuestro intento de razonar se convierte en una forma de resistencia.
—?La resistencia es inutil, tenemos que negociar! Si se incorpora la violencia de hecho o de palabra, la verdad se pierde…, nuestra vida en el Arrabal, nuestra libertad quedaran arrasadas. ?Imperara la fuerza, como ocurrio en la Tierra!
—Elia, en la Tierra no impero para todos, sino para aquellos que consintieron en servirla.
—La Tierra arrojo a nuestros padres, los expulso —intervino Lev. Su rostro estaba encendido y su voz adquirio el tono brusco y anhelante de las cuerdas graves de un arpa tanida con excesiva presion—. Somos extraterrados, hijos de proscritos. ?No dijo el Fundador que el proscrito es el alma libre, el hijo de Dios? Nuestra vida en el Arrabal no es una vida libre. En el nuevo asentamiento del norte seremos libres.
—?Que es la libertad? —pregunto Joya, una mujer bella y morena que estaba junto a Elia—. No creo que se acceda a la libertad por el camino del desafio, la resistencia, las negativas. La libertad te acompana si recorres la senda del amor. Si aceptas todo, todo te sera dado.
—Nos han dado un mundo entero —dijo Andre con su voz suave—. ?Lo hemos aceptado?
—El desafio es una trampa, la violencia es una trampa, debemos rechazarlas…, y eso es exactamente lo que hacemos —aseguro Lev—. Obtendremos la libertad. Los Jefes intentaran detenernos. Apelaran a la fuerza moral y quiza recurran a la fuerza fisica. Ya sabemos que la fuerza es el arma de los debiles. Si confiamos en nosotros mismos, en nuestros propositos, en nuestra fortaleza… ?Si nos mantenemos firmes, todo el poder que ejercen sobre nosotros se desvanecera como las sombras cuando el sol apunta!
—Lev —dijo en voz baja la mujer morena—, Lev, vivimos en el mundo de las sombras.
2
Los nubarrones se desplazaban en hileras largas y difusas por encima de Bahia Songe. La lluvia tamborileaba sin cesar sobre el techo de tejas de Casa Falco. En el extremo de la casa, en las cocinas, se percibia el sonido distante de la vida que bullia, de las voces de los criados. Ningun otro sonido ni otra voz: solo la lluvia.
Luz Marina Falco Cooper permanecia sentada junto a la ventana, con el menton apoyado en las rodillas. De vez en cuando contemplaba el mar, la lluvia y las nubes a traves del grueso cristal verdoso. En ocasiones miraba el libro que tenia abierto a su lado y leia unos parrafos. Luego suspiraba y volvia a mirar por la ventana. El libro no le resultaba interesante.
Era una verdadera pena. Se habia hecho muchas ilusiones. Hasta entonces nunca habia leido un libro.
Siendo hija de un Jefe, obviamente habia aprendido a leer y a escribir. Ademas de memorizar lecciones en voz alta, habia copiado preceptos morales y, con una estrafalaria estructura de volutas y el encabezamiento y la firma con trazos muy grandes y rigidos, era capaz de escribir una carta aceptando o rechazando una invitacion. En la escuela utilizaban pizarras y los cuadernos de ejercicios que las maestras preparaban a mano. Luz nunca habia tocado un libro. Eran demasiado preciosos para usarlos en la escuela y en el mundo solo existian contados ejemplares. Se guardaban en los Archivos. Esa tarde, al entrar en el vestibulo, vio una cajita marron sobre la mesa baja; levanto la tapa para ver que contenia y descubrio que estaba llena de palabras. Palabras ordenadas y diminutas, con las letras del mismo tamano…, ?que paciencia habia que tener para hacer todas las letras iguales! Un libro, un libro de verdad, procedente de la Tierra. Su padre debio dejarlo alli. Luz lo tomo, lo llevo al asiento de la ventana, volvio a abrir la tapa con cuidado y, con gran lentitud, leyo los diversos tipos de palabras de la primera