Cuando arropaba a Morrie y a David en la cama, les cantaba en
Con todo, a pesar de sus circunstancias, a Morrie le ensenaron a amar y a querer. Y a aprender. Eva no aceptaba mas que las mejores notas posibles en la escuela, pues veia que la educacion era el unico antidoto para su pobreza. Ella misma asistia a la escuela nocturna para mejorar su ingles. El amor de Morrie al estudio se incubo en sus brazos.
Estudiaba por la noche, a la luz de la lampara de la mesa de la cocina. Y por las mananas iba a la sinagoga para recitar el Yizkor, la oracion en recuerdo de los muertos, por su madre. Lo hacia para mantener vivo su recuerdo. Aunque parezca increible, el padre de Morrie le habia dicho que no hablase nunca de ella. Charlie queria que el pequeno David creyera que Eva era su madre natural.
Era una carga terrible para Morrie. Durante anos enteros, la unica prueba que tuvo Morrie de la existencia de su madre fue el telegrama que habia notificado su muerte. Lo habia escondido el dia que llego.
Lo conservo durante el resto de su vida,
Cuando Morrie era adolescente, su padre lo llevo a una fabrica de peleteria donde trabajaba. Era en tiempos de la Depresion. Pretendia encontrar trabajo para Morrie.
Entro en la fabrica y sintio inmediatamente que las paredes se le venian encima. La sala estaba oscura y calurosa; las ventanas estaban cubiertas de mugre y las maquinas, muy juntas, giraban como las ruedas de un tren. Los pelos de las pieles volaban por el aire cargando el ambiente, y los trabajadores que cosian las pieles estaban inclinados sobre sus agujas mientras el jefe recorria las filas y les gritaba que trabajasen mas deprisa. Morrie apenas podia respirar. Estaba de pie junto a su padre, paralizado de miedo, esperando que el jefe no le gritase tambien a el.
En el descanso para la comida, el padre de Morrie lo llevo ante el jefe y lo puso ante el de un empujon, mientras preguntaba si habia trabajo para su hijo. Pero apenas habia trabajo para los adultos, y ninguno queria dejarlo.
Aquello fue una bendicion para Morrie. Le repugnaba aquel lugar. Hizo otro voto que mantuvo hasta el final de su vida: que no trabajaria nunca explotando a otra persona y que no consentiria nunca ganar dinero a costa del sudor de otros.
– ?Que vas a hacer? -le preguntaba Eva.
– No lo se -decia el. Descarto el Derecho porque no le gustaban los abogados, y descarto la Medicina porque no soportaba ver la sangre.
–
El mejor profesor que yo he tenido nunca se hizo maestro solo por eliminacion.
Un maestro afecta a la eternidad; nunca sabe donde termina su influencia.
HENRY ADAMS
El cuarto martes
Vamos a empezar con esta idea -dijo Morrie-: Todo el mundo sabe que se va a morir, pero nadie se lo cree.
Aquel martes estaba con talante metodico. El tema era la muerte, el primero de los enunciados de mi lista. Antes de mi llegada, Morrie habia escrito algunas notas en pequenos pedazos de papel blanco para no olvidarse de lo que queria decir. Su letra temblorosa ya era incomprensible para todos menos para el. Ya faltaba poco para el Dia del Trabajo [2], y yo veia por la ventana del despacho los setos de color de espinaca del patio trasero y oia los gritos de los ninos que jugaban en la calle en su ultima semana de libertad antes del comienzo de las clases.
Alla en Detroit, los huelguistas de los periodicos organizaban una enorme manifestacion para el dia de la fiesta, con el fin de demostrar la solidaridad de los sindicatos en contra de la direccion. Durante el vuelo habia leido el caso de una mujer que habia matado a tiros a su marido y a sus dos hijas cuando dormian, y que alegaba que los habia querido proteger de «la gente mala». En California, los abogados del juicio de O. J. Simpson se estaban convirtiendo en personajes muy famosos.
Alli, en el despacho de Morrie, la vida se vivia dia a dia y cada dia era precioso. Ahora estabamos sentados los dos, a poca distancia de la ultima novedad de la casa: un aparato de oxigeno. Era pequeno y portatil, llegaba aproximadamente a la altura de la rodilla. Algunas noches, cuando Morrie no aspiraba el aire suficiente para poder tragar, se conectaban a la nariz los largos tubos de plastico, que se le adherian a los orificios nasales como una sanguijuela. No me gustaba nada la idea de que Morrie estuviera conectado a una maquina, e intentaba no mirarla mientras el hablaba.
– Todo el mundo sabe que se va a morir -volvio a decir-, pero nadie se lo cree. Si nos lo creyeramos, hariamos las cosas de otra manera.
– De modo que nos enganamos acerca de la muerte -dije yo.
– Si. Pero existe un planteamiento mejor. El de saber que te vas a morir y estar
– ?Como puede uno estar preparado para morir? -dije.
– Haz lo que hacen los budistas. Haz que todos los dias se te pose en el hombro un pajarito que te pregunta: «?Es este el dia? ?Estoy preparado? ?Estoy haciendo todo lo que tengo que hacer? ?Estoy siendo la persona que quiero ser?»
Volvio la cabeza hacia su hombro como si tuviera alli al pajarito en aquel momento.
– ?Es este el dia en que voy a morir?
Morrie tomaba libremente ideas de todas las religiones. Habia nacido judio, pero se habia vuelto agnostico en su adolescencia, debido en parte a todo lo que le habia pasado de nino. Le gustaban algunas ideas filosoficas del budismo y del cristianismo, y seguia sintiendose a gusto dentro de la cultura del judaismo. Era un eclectico en cuestion de religion, y esto le habia hecho ser todavia mas receptivo a los estudiantes que fueron sus alumnos a lo largo de los anos. Y las cosas que decia en sus ultimos meses sobre la tierra parecian trascender todas las diferencias religiosas. Es un efecto caracteristico de la muerte.
– La verdad, Mitch -me dijo-, es que cuando aprendes a morir, aprendes a vivir.
Yo asenti con la cabeza.
– Voy a decirlo otra vez -dijo-. Cuando aprendes a morir, aprendes a vivir.
Sonrio, y yo me di cuenta de lo que pretendia. Se estaba asegurando de que yo
