respondia que los anos sesenta no habian sido tan malos comparados con los tiempos que viviamos ahora.

Llego a la Universidad de Brandeis despues de su trabajo en el terreno de la salud mental, poco antes de que comenzaran los anos sesenta. Al cabo de pocos anos, el campus se convirtio en un foco de revolucion cultural. Drogas, sexo, cuestion racial, protestas por la guerra de Vietnam. Abbie Hoffman estudio en Brandeis. Tambien estudiaron alli Jerry Rubin y Angela Davis. Morrie tenia en sus clases a muchos de los estudiantes «radicales».

Esto se debia en parte a que, en vez de limitarse a impartir las clases, el claustro de sociologia se comprometio. Se oponia ferozmente a la guerra, por ejemplo. Cuando los catedraticos se enteraron de que los alumnos, que no mantenian una cierta nota media, podian perder sus prorrogas por estudios y ser llamados a filas, decidieron no dar ninguna nota. Cuando el rectorado dijo: «Si no dan notas a estos estudiantes, todos suspenderan», Morrie encontro una solucion: «Vamos a darles sobresaliente a todos». Y eso hicieron.

Asi como los anos sesenta abrieron el campus, tambien se abrio el personal del departamento de Morrie, desde los vaqueros y las sandalias que se ponian para trabajar hasta su vision del aula como un lugar vivo, que respira. Preferian los debates a las conferencias, la experiencia a la teoria. Enviaban alumnos al Sur Profundo para que realizaran proyectos sobre los derechos civiles y al centro de la ciudad para que hicieran trabajos de campo. Iban a Washington a participar en manifestaciones, y Morrie solia viajar en los autobuses con sus alumnos. En uno de los viajes contemplo divertido como unas mujeres con faldas sueltas y con cuentas del amor ponian flores en los fusiles de los soldados y se sentaban en un prado, cogidas de la mano, intentando hacer que el Pentagono levitase.

– No lo movieron -recordaba mas tarde-, pero fue un buen intento.

Una vez, un grupo de estudiantes negros se encerro en el edificio Ford, en el campus de Brandeis, y le colgaron una pancarta que decia: UNIVERSIDAD MALCOLM X. En el edificio Ford habia laboratorios de quimica, y algunos miembros del rectorado temian que aquellos radicales estuvieran fabricando bombas en el sotano. Morrie conocia la realidad. Sabia cual era el meollo del problema: que unos seres humanos querian sentir que tenian importancia.

El encierro duro varias semanas. Y podria haber durado mas tiempo si no hubiera sucedido un dia que Morrie pasaba cerca del edificio y uno de los manifestantes lo reconocio como uno de sus profesores favoritos y lo llamo a gritos pidiendole que entrase por una ventana.

Una hora mas tarde, Morrie se deslizaba por la ventana con una lista de lo que querian los manifestantes. Llevo la lista al rector de la universidad, y la situacion se resolvio.

Morrie encontraba siempre buenas soluciones.

En Brandeis impartia asignaturas de psicologia social, de enfermedad y salud mental, de procesos de grupo. En sus clases se daba poca importancia a lo que ahora llamariamos «conocimientos para la carrera profesional» y mucha al «desarrollo personal».

Y, debido a esto, los estudiantes de Empresariales y de Derecho de hoy podrian creer que Morrie fue un estupido ingenuo con sus aportaciones. ?Cuanto dinero ganaron mas tarde sus alumnos? ?Cuantos grandes juicios ganaron?

Por otra parte, ?cuantos estudiantes de Empresariales o de Derecho visitan a sus antiguos profesores despues de dejar la universidad? Los alumnos de Morrie lo hacian constantemente. Y en sus ultimos meses acudieron a el a centenares: de Boston, Nueva York, California, Londres y Suiza; de sedes sociales de empresas y de programas escolares en zonas urbanas pobres. Le llamaban. Le escribian. Hacian viajes de centenares de kilometros en coche para dedicarle una visita, una palabra, una sonrisa.

«Nunca he tenido otro maestro como tu», decian todos.

Mientras sigo repitiendo mis visitas a Morrie empiezo a leer libros que tratan de la muerte, del modo en que las diversas culturas conciben el paso final. Hay una tribu de la region artica de Norteamerica, por ejemplo, cuyos miembros creen que todas las cosas que hay en la tierra tienen un alma cuya forma es la del cuerpo que la contiene, en miniatura, de modo que el ciervo tiene dentro un ciervo pequenito y el hombre tiene dentro un hombre pequenito. Cuando muere el ser grande, esa forma pequenita sigue viviendo. Puede deslizarse al interior de algo que nace en las proximidades, o puede ir a un lugar de descanso temporal en el cielo, en el vientre de un gran espiritu femenino, donde espera hasta que la Luna puede volver a enviarla a la tierra de nuevo.

Dicen que, a veces, la Luna esta tan ocupada con las nuevas almas del mundo que desaparece del cielo. Por eso tenemos noches sin Luna. Pero al final la Luna regresa siempre, como regresamos todos.

Eso es lo que creen.

El septimo martes

Hablamos de miedo a la vejez

Morrie habia perdido su batalla. Otra persona ya le limpiaba el trasero.

Lo afronto aceptandolo con su valor caracteristico. Cuando ya no era capaz de llegarse al trasero cuando utilizaba el inodoro, informo a Connie de su ultima limitacion.

– ?Te incomodaria hacerlo por mi?

Ella dijo que no.

A mi me parecio caracteristico de el que se lo preguntase primero.

Morrie reconocio que le habia costado cierto trabajo acostumbrarse, pues era, en cierto modo, una rendicion completa ante la enfermedad. Ya se le habia despojado de las cosas mas personales y mas basicas: ir al bano, sonarse la nariz, lavarse las partes intimas. Con la excepcion de respirar y de ingerir la comida, dependia de los demas practicamente para todo.

Pregunte a Morrie como conseguia seguir siendo positivo con todo lo que estaba pasando.

– Tiene gracia, Mitch -me dijo-. Yo soy una persona independiente, de modo que mi tendencia era resistirme a todo esto, a que me ayudaran a bajar del coche, a que otra persona me vistiera. Me sentia un poco avergonzado, pues nuestra cultura nos dice que debemos avergonzarnos si no somos capaces de limpiarnos el trasero. Pero despues pense: Olvidate de lo que dice la cultura. He pasado por alto la cultura durante buena parte de mi vida. No voy a avergonzarme. ?Que importancia tiene?

»Y ?sabes una cosa? Una cosa muy extrana.»

– ?Que es?

«Que empece a disfrutar de mi dependencia. Ahora me gusta que me vuelvan de costado y me pongan pomada en el trasero para que no me salgan llagas. O que me sequen la frente, o que me den un masaje en las piernas. Gozo con ello. Cierro los ojos y me deleito con ello. Y me parece muy familiar.

»Es como volver a ser nino. Que una persona te bane. Que una persona te tome en brazos. Que una persona te limpie. Todos sabemos ser ninos. Lo llevamos dentro. Para mi, es una cuestion de recordar el modo de disfrutarlo.

»La verdad es que cuando nuestras madres nos tenian en brazos, nos acunaban, nos acariciaban la cabeza, ninguno de nosotros se cansaba nunca Todos anhelamos de algun modo volver a aquellos dias en que nos cuidaban por completo, con amor incondicional. La mayoria no nos cansabamos nunca.

»Se que yo no me cansaba.»

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