Quien lea eso nunca termina de tener una idea cabal de lo que estuvo sucediendo, y lo mismo le habra ocurrido antes al que selecciono los materiales para grabar el master. Esto se nota bien cuando alguno de los canales del registro digital tiene captada una linea telefonica o una frecuencia de telefonia celular. En el canal telefonico, lo que se escucha viene libre de sobreentendidos a las cosas que quienes dialogan estan viviendo, o viendo. Aun en dialogos reticentes, circunspectos o cifrados, la pista telefonica, cargada de registros de frases emitidas fuera del espacio, puede contener mas o menos informacion, y de valor mayor o menor, pero siempre mas convincente. Es como si el espacio electromagnetico de la telefonia, al excluir la realidad de los cuerpos y del espacio que los contiene, librara a las cosas de los efectos distorsivos del mundo. Pero sin ellos, claro, ya no esta el mundo y no siempre resulta facil explicarse por que a toda esta informacion sin mundo se le asigna mas valor que al magma de cosas y acontecimientos que componen el mundo.
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Estan los acondicionadores, las libelulas muertas, los charcos de agua, el recuerdo de una frase anterior, alguien tose, otro se calza un anorak amarillo y es un bombero, otro imagina un buzo tactico que nunca estuvo alli pero que aparecia en relato de la escena, en pleno dia, en la terraza. Viene un taxi haciendo guinos con las luces para garantizar al probable pasajero que va hacia el. Un hombre enciende un cigarrillo, enciende la radio para sintonizar un programa de futbol y en cien manzanas se interrumpe la energia electrica.
Despues vuelve a fluir la energia electrica, se escucha un taconeo en la vereda, no se llega a oir la voz de aquel animador, va por alli uno interpretando que el supuesto programa sobre futbol es apenas un espacio radial destinado a comentar y a transmitir informacion acerca de las instituciones que administran el futbol y nada de eso es el mundo, y decir que es un fragmento, o una 'seleccion', es un mero decir, porque lo que se concibe como el mundo tambien es un fragmento, una infinita trama de omisiones.
Cierto que la nocion de trama lleva a imaginar un conjunto de presencias imbricadas antes que una omision, pero en lo que alguna vez el artesano intento hacer cruzando filamentos de secreciones secas de gusanos de seda, o trenzando la lana -el pelo- de otro animal, igual que en la trama de gestiones que programa quien planifica un complejo negocio de inversion, lo que se omite cuenta tanto como lo que efectivamente se realiza, es decir, lo que efectivamente se vuelve real y queda puesto en alguna forma de espacio y cargado con la pretension de ser todo lo que hay.
Eso es lo peor de la realidad, su eterna pretension de ser todo lo que hay. Y esto, que es lo primero que deberia aprender un responsable de escuchas, figura en los manuales, pero como siempre sucede, hay tanta informacion en los manuales, -items, capitulos, referencias, diagramas e ilustraciones-, que en el proceso de capacitacion se borran las diferencias entre lo indispensable y lo anecdotico. Hasta los mismos autores, -agentes retirados o redactores de folleteria explicativa del instrumental- ceden a lo inevitable y se resignan a exponer sus conocimientos sabiendo que nunca seran debidamente asimilados.
Con el tiempo, se espera, la practica profesional ira completando los vacios que, por fuerza de las cosas, el aprendizaje no alcance a cubrir.
Pero con la practica sucede lo mismo. Pasan anos hasta que un personal capacitado en escuchas se libra de las ideas erroneas que contrajo antes de ser reclutado. Un jefe decia que esto era causado por la television, pero otro igual, hace cincuenta anos, lo habria imputado al cine, y un siglo atras, otro habria culpado al teatro, aunque en esa epoca poca gente estuviera expuesta a los espectaculos y aunque no hubiera habido reclutamiento ni dispositivos electronicos de escucha que requiriesen tanto personal especializado. En verdad, la fuente del error del recluta, que tantos anos lleva superar, no es la television ni la cultura de la imagen sino la vida misma. Y la causa del error de ese jefe que cavila sobre las dificultades de la capacitacion y las imputa al nuevo medio electronico que envolveria a los jovenes, es tambien la vida misma, que en su caso, y en el de todos los funcionarios de su promocion y el de la gente de su categoria social, sobreabunda en indicios y pistas falsas que imponen atribuir a la television ser fuente de lo que seria apenas un circunstancial reflejo, como fueron el cine durante casi medio siglo, el teatro por decenas de siglos y la vida misma por todo el resto del tiempo sin espectaculos que habitaron los humanos.
El jefe siempre repetia que lo mas dificil de desactivar en los reclutas es la idea falsa de justicia, que, segun decia, inculca la television. Heroes, detectives, inspectores y los caracteristicos abogados de las series de television se desenvuelven en un combate interminable entre el bien y el mal, lo justo y lo injusto, lo que se debe o no se debe hacer, y todos ellos actuan -en la serie, pero particularmente en la realidad que ella pretende representar- convencidos de que lo justo, lo debido y lo bueno deben permanecer unidos, siempre coincidiendo en el mismo lugar.
Segun el, y dicho en nuestras palabras, esta locura de la television se contagia al publico, especialmente a los mas jovenes, y por eso el reclutamiento se llenaba de despistados. 'Despistado' era aquel que a pesar de los manuales y de las reuniones grupales donde se analizaban casos bajo la supervision de un cuadro superior, seguia encadenado a la ilusion de que las escuchas y los registros fotograficos son compilaciones de pruebas para incriminar a alguien en un juicio oral ante la corte americana de la ultima escena de alguna de sus series predilectas.
Y la corte no existe, decia el jefe, esas cosas suceden solamente en la television y el Estado no invierte fortunas en tecnologia y personal para buscar culpables sino porque necesita saber, no culpar. No hay buenos ni malos, pero, ?atencion!, decia: aqui no esta prohibido creer que puede haber buenos y malos, aca se exige que cada cual crea lo que quiere, pero que no pierda tiempo ni lleve a otros a perder tiempo calculando si el cliente actuo mal, o actuo bien. Aqui, decia, se invierten mas de cien millones por ano para saber lo que esta sucediendo.
Llamaba 'clientes' a los que figuraban como objetivos en cada relevamiento, aunque a veces los objetivos no fueran personas, y fuesen, por ejemplo, el bano de hombres del restaurant Pappetti, o la oficina de contratos del teatro Colon. En tales casos, se llamaba 'cliente' a cada uno de los registros de voz obtenidos en cada objetivo de relevamiento.
La ventaja de tener una pequena renta es el poder de actuar con la mente en claro, sin temer que de un dia para otro te retiren del servicio por haber cometido un error, o por un capricho de cualquiera de los jefes. Si a un electricista lo retiran del servicio, pasa a oficinas o a estudios ambientales, y queda ganando un sueldo miserable, sin viaticos, viajes, ni honorarios especiales ni recompensas y cumpliendo horarios a la vista de las viejas secretarias y de los supervisores que vigilan que nadie se destaque ni llame la atencion.
Pensaba en su pequena renta, que apenas alcanzaba para mantener la casa de la playa en Monte Hermoso y financiar un par de escapadas por ano a California o a algun otro punto del Pacifico donde se pueda surfear una semana sin peligro de que, justo en los dias de licencia, no haya olas o vientos adecuados.
En su lugar, cualquier otro que dependiese de su cargo temeria que el lunes alguien encontrase que la pista nueve tenia registradas dos horas de juegos sexuales y que viniera el jefe reclamando explicaciones:
– ?Que es esta historia de los lagrimones de la casada infiel…? ?Asi que ha vuelto a malgastar fondos del estado para instalarse en un apart a comer sushi y a coger…?
Un pobre tipo no sabria que responder. Era poco probable que alguien llegase a masterizar y menos a