transcribir la pista nueve, pero en caso de que ocurriese, diria que actuo en el convencimiento de que la mujer estaba contratada para comprometer a un senador, o a algun funcionario presente en el lugar, y que en la intimidad habria obtenido valiosa informacion si no hubiera sido por la tormenta y el accidente que interrumpio todo.

Tenia pruebas, habia detectado el numero del celular de la mujer, el nombre y los datos del titular, que con toda certeza debia ser el marido y una serie de pistas que, en caso de confirmarse que ella habia estado alli comprometida con algun operativo ilegal, permitirian identificar a los interesados en realizarlo. Son pretextos que facilmente se pueden imaginar cuando uno no es un pobre tipo que teme perder el empleo, o algun privilegio de su empleo.

Por lo demas, en las otras once pistas debia haber bastante material viable, que, aunque fueran boludeces, ganarian valor no bien se confirmase que la muerte del anticuario no fue accidental.

El ahogado era anticuario, o decorador y anticuario. No era viejo. Estaba seguro que no habia sido accidental: lo habia visto nadar, parecia sano, y que fuese homosexual, segun comentaron los policias, no implicaba mayor propension a ahogarse en una terraza. Hubo un momento de la tarde en el que sin motivo alguno que lo justificara tuvo la certidumbre de que quien ordeno aquel servicio de escuchas esperaba que sucediera eso, o algo parecido. Para los policias, la aparicion de un rosario confeccionado con pequenos caracoles blancos sosteniendo una cruz de nacar, y la version de alguien que conocia al muerto y lo identifico como un hombre del ambiente gay, eran evidencias que avalaban la sospecha de un crimen. Les faltaria verificar una conexion entre los rosarios con cuentas de procedencia marina y algun culto afrobrasileno, y la de este, sea el umbanda, el candomble o de alguna secta inspirada en ellos con la fauna gay de la ciudad, para encaminar una pesquisa con perspectivas de buena prensa.

Es muy sencilla la psicologia policial y en su misma simplicidad debe residir la eficacia de las divisiones especializadas de la institucion. A los oficiales de civil se los notaba entusiasmados. Habian dividido al personal en grupos que recorrian el edificio. Uno estaba en los vestuarios componiendo un plano de la terraza, senalando los sitios donde habian aparecido diferentes huellas no mas significativas que el rosario blanco: un encendedor Dupont con iniciales grabadas, una cartera de mujer llena de cosmeticos y medicinas ginecologicas, varias servilletas escritas con tinta y borroneadas por la inmersion, recortes de la revista Noticias protegidos por folios de un plastico transparente y adhesivo, y otras supuestas evidencias que ya estaban archivadas en unos sobres con rotulo judicial.

Hubiese preferido saber mas, pero preferia no llamar la atencion de los policias ni identificarse ante el jefe hasta estar seguro de que todo el material de escuchas y los registros de fotografia y video estuviesen fuera del edificio.

Todo el cablerio y las miniantenas habian sido recuperadas por su gente y por el personal de cocina que colaboro en la operacion. Por la tormenta se habian perdido dos sensores, justo dos piezas de un kit de canarios suizos que estaban a prueba y costaban una fortuna.

En la jerga, llamaban 'canarios' a los microfonos que en cada partida venian mas reducidos, mas complejos y mucho mas caros. Los canarios suizos eran una novedad en el ambiente y pocos equipos de trabajo sabian operarlos. Hipersensibles, emitian su senal y simultaneamente recibian y ejecutaban las instrucciones que un operador adiestrado enviaba desde el teclado de una notebook ubicada a cincuenta metros del lugar. Bien ejecutadas las instrucciones corregian el foco de la grabacion y eliminaban sonidos par sitos. Como siempre, el problema eran los costos de cada kit y del entrenamiento de los operadores del teclado: un error en el comando inhabilita a un sensor cuya siembra pudo haber costado dias enteros de trabajo.

Se llamaba 'sembrar' al delicado rastreo de lugares adecuados para implantar el microfono o su sensor repetidor y tambien al acto de instalarlo y verificar que funciona correctamente. Es un trabajo donde influye mucho la intuicion. 'Te ponemos a vos porque sos intuitivo, creativo', decia algun jefe, y el pensaba en la pequena renta, que cada mes, en Bahia Blanca, el administrador del negocio de su madre depositaba en su cuenta corriente. Sin ella no habria intuicion ni creatividad. La siembra, como la captacion de datos y la seleccion y descarte de material relevado eran juegos de azar y si uno pensase en el resultado final de cuidar el cargo y conseguir nuevas misiones de mas rango o privilegio, quedaria paralizado por la vacilacion.

Es como en el surf de competencia: la gente sabe y calcula segun el viento, las mareas y lo ha que ha visto durante horas, en que zona conviene esperar la ola adecuada para lo que quiere conseguir en ese momento. Pero, superadas las rompientes y llegado al lugar, se encuentra que es un area de cientos de metros donde solo en una pequena franja podra producirse el despegue ideal. Y no hay modo de averiguar donde aparecera esa creciente concavidad que se transforma en una corriente que empuja hacia afuera y fluye hacia una linea invisible en lo mas llano del mar donde de repente nacera la ola esperada.

El competidor que necesita ganar puntos, especialmente las estrellas que dependen de los caprichos de los jurados para la renovacion de sus contratos con fabricantes de tablas e indumentaria, pasa alli sus peores momentos, y, a veces, esto lo inhabilita para conseguir lo esperado.

En cambio, un turista puede apostar y dejar que el mismo azar de la marea y el viento se aduene de su voluntad y haga lo suyo. Tal vez acierte o coincida con lo que, mas tarde, despues que todo sucedio, los jurados estimen que era el lugar debido, ahi donde uno siempre debe estar. Pero llegado ese momento no hay mas que planillas: ni mar ni olas habra, solo registros en planillas y la certidumbre de que todo seria mejor si ante estas situaciones extremas, el tiempo pudiese volver hacia atras, aunque sea a un solo instante de la larga cadena de tiempo sucedido.

Pero el tiempo no puede retroceder y el hombre debe actuar como el surfista que, de rodillas, se dispone a relajar sus musculos buscando la soltura y la energia indispensables para el momento en que deba ponerse de pie y pisar con firmeza la tabla que empieza a deslizarse. No son musculos, pero algun instrumento de la voluntad debe suspenderse o desconectarse para que por la propia vida circule libremente el azar, que a veces acierta, y que otras es la mascara que adopta la voluntad cuando se ha logrado relajarla, es decir, cuando se la ha podido librar de las interferencias del miedo y de la costumbre.

Tal vez todo ha salido bien, pensaba, y ya todos los registros esten a bordo de la combi. Anticipaba los comentarios de los operadores sobre la pista nueve: '?Hijo de puta! ?Como hiciste para ganarte a esa mina…?' Dirian eso, o algo parecido.

Se dio, pensaba, y no era improbable que tal vez, a partir de los registros de la pista nueve y de los datos del titular de la linea del celular de la llorona se pudiese encontrar algo que cerrase bien con el resto del relevamiento.

El tiempo no puede revertirse, pero si se pudiera disponer de una Silicon con procesadores actualizados y dos gigabytes de memoria RAM, las doce pistas del registro podrian representarse graficamente en forma ondas de sonido, para detectar visualmente ciertas inflexiones, timbres de voz y superposiciones que permitirian seleccionar lo indispensable y escucharlo, teniendo a la vista, segundo a segundo en la pantalla, el arabesco entrecruzado de ruidos y voces.

Pero no hay presupuesto y en la oficina donde se estan empezando a registrar escuchas con tecnologia del ano 2001, se las sigue procesando con los metodos impuestos en 1976. Un cuarto de siglo desfasados, pensaba.

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