pasillos y salas de espera que en la jerga se refiere con la formula 'hacer banco'.

'Hacer banco' procede del futbol: el banco de suplentes o de penalizados es el lugar donde quienes no pueden jugar deben aguardar que su equipo les conceda otra oportunidad de probar suerte con la pelota. 'Poner una fichita' procede de la jerga del juego: siempre se aconseja al apostador distribuir su riesgo destinando parte del capital a numeros o cartas que estan siendo favorecidas. 'Poder en descubierto' procede de la jerga bancaria: como quien dispone de una libreta de cheques puede simular que su cuenta tiene fondos prometiendo pagos que nunca se haran efectivos, quien dispone de un cargo, o de una imagen asociada al poder, puede girar un capital inexistente, con la ventaja de que, a diferencia del sistema financiero, la contabilidad del poder es vaga, suele pasar por alto los saldos de cuenta negativos y, hasta a veces computa como un saldo de poder positivo cualquier evidencia de que alguien se haya aventurado a sobregirar.

Tomando riesgos, haciendo banco y distribuyendo con paciencia sus fichitas de inversion y poder, el mecanico consiguio que el Karina, esa torre de dicisiete pisos enclavada en un barrio palaciego, fuera habilitado al cabo de dos anos de la finalizacion de la obra. Estaba ahi, rodeado de mansiones senoriales, sedes diplomaticas y departamentos de lujo, como una excrecencia kitsch o una avanzada del desvario postmoderno sobre la adustez de un pasado mas sobrio e hipocrita, y, tal vez por ello, mas verdadero.

Como en toda la ciudad, tambien en los alrededores del Karina hay edificios de renta. Son construcciones que poco difieren de los apartamentos de propiedad horizontal, donde cada familia es duena del piso que ocupa y de una proporcion de los espacios comunes que debe compartir con sus vecinos.

Viendolos desde afuera o recorriendo sus galerias y pasillos no es posible determinar si sus ocupantes son propietarios o inquilinos. Ocurre con frecuencia que algunos departamentos son propiedad de sus ocupantes y otros, en el mismo piso, alojan gente que paga un alquiler al verdadero dueno. Son los inquilinos, que, por pagar adquieren un derecho temporario al uso de la propiedad territorial.

Uno los ve bajar del taxi o estacionar su automovil y entrar con sus bolsos de compra o con sus ropas de oficina y tiende a pensar que son propietarios de sus viviendas, aunque sean meros inquilinos.

En los alredores del Karina no tiene sentido determinarlo: no hay grandes diferencias de categoria social entre los privilegiados que tienen propiedades y los no menos privilegiados que pueden permitirse el pago de una renta.

En cambio todo distingue a los vecinos tradicionales de los que entran y salen del Apart Hotel.

Los clientes del Karina no habian arraigado en la zona hasta su ingreso al apart. Y no eran pasajeros como el publico de los hoteles convencionales: como ellos, procedian de otros barrios, y de otras ciudades o suburbios, aunque todos debian compartir el deseo de permanecer alli.

Ademas estaban los trabajadores: custodios, ordenanzas, telefonistas, mucamas y dependientes del bar: mas de treinta personas.

– Demasiada gente trabaja ahi… -Se dijo en visperas de la inauguracion, a la vista de tanto personal con uniformes y delantales que estaban entrenando.

La presencia de trabajadores era ingrata para la gente de la zona. Estaban habituados a convivir con el personal del consulado ruso, las secretarias de las escribanias y consultoras que se habian instalado recientemente y los empleados de algun comercio: no eran muchos por cada lugar de empleo y se habian ido integrando gradualmente al barrio.

El Apart, con sus rotaciones de turnos, sus uniformes y su nitido recorte en el paisaje de la cuadra, era una intrusion de la industria en un espacio antes reservado a la vida familiar y al funcionamiento de pequenas instituciones que poco se diferenciaban de las familias.

El Karina era la antitesis de lo familiar. Se decia que era un lugar para divorciados: hombres que escapan de su mujer y han perdido el habito de administrar una casa. Los aparts tambien parecen alojamientos ideales para las prostitutas caras: alli pueden vivir y prestar sus servicios sin los inconvenientes de un hotel, donde su clientela tendria que identificarse.

Habria ninos, pero serian ninos de paso: ninguna familia elegiria un apart como vivienda permanente.

La gente temia a los traficantes de drogas que siempre andan mudando de vivienda e identidades y que por su propia afinidad con la policia elige los lugares mas vigilados.

Tambien se temia a travestis y transexuales. La television comenzaba a integrarlos como atracciones en sus programas y el publico trataba a aprender a distinguirlos por la calle. En el barrio del Karina, cada vez que un grupo de personas veia a una mujer mas alta que el promedio y con musculos marcados por la gimnasia, se abria la discusion acerca de si seria o no un travesti. Generalmente se acordaba que si. Para los vecinos, cualquier persona que entrara o saliese del apart debia merecer la peor identidad posible: narcotraficante, contrabandista paraguayo, policia, homosexual, travesti, prostituta: gente extrana.

Algunos enviaron cartas a funcionarios y legisladores y aparecieron copias en la prensa. Se propuso una asamblea de propietarios que nunca llego a concretarse.

La iniciativa de concertar un oscurecimiento cerrando y embanderando con trapos negros las ventanas de los departamentos que rodeaban al Karina parecio impracticable. Sin embargo la idea se contagio a uno que imprimio un volante y a unos porteros que se ocuparon de distribuirlo por los edificios cercanos, y, en visperas de la inauguracion, una familia que tenia un frigorifico, hizo traer una camioneta con peones, rollos de pelicula de poliestireno negra, y unas cintas adhesivas, tambien de un gris oscuro, casi negro, que usaban para los embalajes de la planta de congelados.

Los hombres trabajaron durante dos dias, ayudados por algunos entusiastas y por el personal domestico de los departamentos. Todas las ventanas fueron cegadas y, el dia previsto para la inauguracion solo rompian la uniformidad del conjunto los balcones de un piso deshabitado al que no encontraron manera de acceder,

Un vespertino publico la foto con un comentario tan breve que ningun lector debio entender a que se referia. Gradualmente, los vecinos que desde el primer momento habian perforado el plastico para espiar y estar al tanto del clima y del ambiente del barrio, fueron librando a sus ventanas del adefesio y pasada una semana de la inauguracion ya no quedaban huellas de la protesta.

– Que protesten…! La protesta es el festejo de los perdedores… -Razonaba el mecanico ante lo irreparable: al dia siguiente celebrarian la inauguracion del Karina y ya estaban ocupados veinte de los setenta y cuatro departamentos temporarios.

Para la fiesta habian armado una pergola de plantas y flores alrededor de la piscina del vigesimo piso. Desde cualquier ubicacion, los invitados tendrian a la vista las ventanas negras, mirandolos con sus cuadrados ojos de oscuridad acuciante.

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