El gerente estaba preocupado por la imagen. Venia del Sheraton, y era su primer cargo de responsabilidad: las cosas tendrian que haber empezado mejor para el.

Estaban en enero. Habian cursado ciento cincuenta invitaciones pero buena parte de los destinatarios estaria fuera de la ciudad, en vacaciones. El agente de prensa que contrataron para el evento garantizaba que todos los medios previstos para la cobertura harian la cronica estipulada, aunque a su juicio, seria preferible que hubiese buena concurrencia, ademas de las figuras y estrellitas cuya presencia estaba asegurada con generosos cachets.

– Que falle si tiene que fallar… -decia el mecanico. De los cuatro socios que se habian quedado con el Karina, fue quien mas insistio en la realizacion el almuerzo inaugural:

– Si falla, despues se arregla algo con la prensa… Con que vengan veinte personas mas la prensa y los shows alcanza y sobra…

Fueron mas de cincuenta. Empezaron a llegar a las diez y media de la manana. Los primeros tomaron jugos y cafes en el bar de planta baja y despues recorrieron algunos pisos guiados por un grupo de promotoras.

Antes de las doce, el exito del evento estaba asegurado. Por la distribucion de las mesas alrededor de la piscina, basto que una decena de invitados se lanzara a probar los jugos y la primera ola del servicio de copetin, para crear el clima de una celebracion exitosa.

Ayudaba la musica: los parlantes, disimulados tras los macetones de los seis angulos de la terraza, creaban un clima festivo, aunque sin estridencia. Esa habia sido la consigna al diskjockey:

– Nada bailable, nada de quilombo… Pensa algo que pueda escuchar la gente joven que venga sin dormir pero tambien el Turco senador con su senora… -Habia reclamado el mecanico.

No se lo habia anticipado a su socios, pero estaba seguro de que el senador se haria presente, aunque solo fuera para el momento del brindis: lo habia prometido, y, como el mismo, era un hombre de palabra.

Tambien tenia la promesa de la Cementera. Su participacion seria la mejor respuesta a los quejosos vecinos y la prensa agregaria un parrafo especial para comentar su entrada, su salida, la ropa que vestia y las personas con las que se habria dignado a cambiar una que otra frase de circunstancia.

La Cementera tambien era una mujer de palabra, y habia comprometido su presencia junto al senador, al cabo de una reunion de negocios.

Ella y el senador estaban interesados en la compra de una parcela en el puerto, que despues de un largo tramite de remates judiciales habia quedado en poder de un grupo de financistas de Quilmes. No eran los duenos: solo habian conseguido juntar el dinero para comprar el boleto en un remate, y algunas garantias hipotecarias del cumplimiento del pago del saldo en el curso de dos meses. Como en el caso del Karina, el Mecanico habia intervenido en los arreglos con el Banco Cooperativo, y aunque solo tenia un dos por ciento del capital en juego, cuando los de la empresa de la Cementera consiguieron la lista de nombres de los presuntos propietarios, el unico conocido era el. Por eso lo convoco el turco.

Queria saber el precio. El le dijo que era el de practica en el negocio de compra de boletos: lo invertido, mas un honorario del treinta por ciento.

– ?Sabe quien quiere comprar? -Le habia preguntado el senador y el le dijo que no, aunque por las relaciones del turco con el negocio del cemento, estaba sospechando que seria esa mujer:

– No se quien ni me interesa: a los socios lo unico que le importa es ganar lo debido y lo antes posible… -Dijo antes de acordar la modalidad de pago. Tendrian que preparar dieciseis cheques por diferentes sumas proporcionales para cada socio y certificar toda la documentacion en una escribania amiga.

– La senora va a querer saludarlo… -Dijo el senador en visperas de la firma- Van a firmar por ella dos apoderados, asi que no se van a ver… Seria bueno que hoy mismo me acompane a visitarla…

'Seria bueno' significaba que debia ir. Lo llevo en un auto del senado, pero no fueron a la oficina sino a un despacho de la fundacion de la vieja. Ella le parecio mucho mayor de lo que mostraban las fotos de actualidad, siempre supervisadas por su custodia al servicio de sus agentes de prensa.

Tenia preparado un pequeno discurso de agradecimiento. El la interrumpio, jactandose de no haber hecho favor alguno, y explicandole que no buscar mas provecho que el de practica -nunca menor del veinte ni mayor del cuarenta por ciento de lo invertido-, era el principio del negocio de compra de remates. La vieja recupero su tradicional estilo seductor:

– Parece que usted no sabe cuanto significaba esa tierra par mi: era el ultimo espacio abierto de la ciudad donde podiamos -miro al senador- construir…

Parecia reprocharle algo, y eso era parte de su seduccion: reprochando, lo trataba como si fuese un par suyo. Estuvo apunto de argumentar: podria haber dicho que ni el ni sus ocasionales socios con toda la ayuda del mundo podian desarrollar un negocio de esa escala porque que eran gente que nunca tomaria mas riesgos que los de la compra y venta de boletos o certificados judiciales.

La vieja volvio a agradecer y al despedirse le entrego su tarjeta personal. No figuraba el nombre de su empresa ni el de la fundacion, y en el dorso, manuscritos con anticipacion, figuraban los numeros telefonicos de su departamento y de su celular satelital.

– Siempre alguien atiende, y cualquier cosa que pueda necesitar de nosotros, no dude en pegarme un telefonazo…

Dijo eso o algo parecido pero estaba seguro que habia usado la expresion 'telefonazo'. En el viaje de vuelta hacia Belgrano, recordaba la voz de la vieja. ?Tenia acento frances, o eran como francesas las palabras que parecia elegir cuidadosamente al hablar?

Tal vez se debiera a su ropa o a la decoracion del despacho donde los habia recibido. Antes de despedirse del senador le dijo que recibiria una invitacion para el lanzamiento del Karina y le consulto si valia la pena mandarle una a la Cementera y el turco dijo que si y que el mismo le pediria que, si ese dia estaba en Buenos Aires, se hiciera una pasada por el lugar.

3

La nena estaba fascinada con el ir y venir de las nubes.

Pronto cumpliria once y hacia poco habia aprendido la palabra 'fascinada'. Decia estar fascinada ante

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