dia y medio. Y dijo asi:

«Lo que mas me asustaba era salir de nuestra zona. Porque yo aqui soy el rey, quiero decir el rey de los pequenos. Y se donde meterme, y a quien hay que saludar y a quien hay que evitar. Como se tantas cosas, yo aqui soy mas fuerte que tu, aunque tu no lo sepas; y soy mas fuerte entre otras cosas porque tu no lo sabes, no se si me entiendes. Aunque tampoco quiero que me entiendas mucho, para que no aprendas demasiado. Porque eres mas alta y mayor y la abuela te quiere mas a ti, de manera que es justo que sepas menos que yo, para que las cosas queden compensadas. Pero te decia que al principio lo que me daba miedo era salir de nuestra zona y encontrarme con los otros jefes, porque en todas las esquinas del Barrio hay algun jefe, o sea que todo el mundo tiene alguien a quien temer, solo que unos temen a mucha gente y otros tan solo a unos poquitos, y yo tengo miedo de todo el mundo menos de mi madre y quiza de ti. Bueno, de ti tampoco.,.›El caso es que se me ocurrio que debia buscarme una excusa para poder cruzar a las otras zonas del Barrio sin que me sucediera nada malo. La cosa era poder ser algo, fuera de lo que soy en mi rincon; porque ya te dije que puedes estar mas o menos a salvo dentro del Barrio si conoces tu lugar y no te sales de tu sitio. Aquel dia que me escape de casa pense enseguida en el comercio, porque los comerciantes suelen defender sus intereses con mucho entusiasmo, de modo que crei que podrian protegerme por lo menos un poco. Y asi, empece a cruzar el Barrio yendo de tienda en tienda, como si fuera a cumplir un encargo y comprar algo. Caminaba muy decidido y muy seguro, con los ojos fijos en la proxima tienda que aparecia en el horizonte, y la gente me miraba y pensaba que yo era un comprador y me dejaban en paz.

»Lo mas dificil era cuando llegaba a los comercios; en general me paraba a mirar el escaparate, disimulaba un rato y despues salia en direccion a la proxima tienda. A veces habia algunos chicos sospechosos por los alrededores y me veia obligado a entrar en el local, aunque los tenderos podian ser peores que los chicos y hubo uno que me saco de su fruteria a bofetones porque se creia que le estaba robando. Claro que la ventaja de los comerciantes sobre los chicos es que los primeros nunca se alejan demasiado de su comercio y si sales corriendo no te persiguen.

»El truco funciono la mar de bien y me cruce el Barrio en unas pocas horas, y estaba yo tan contento con el exito que quise anadir un detalle de adorno y entre tienda y tienda empece a hacer tintinear en mi mano unas cuantas chapas de cervezas, como si fueran las monedas con las que iba a pagar la compra; y ese fue un error de principiante, porque un chico me agarro en una esquina, me arreo dos guantazos y me quito el dinero, y al ver que no era dinero sino chapas, me sacudio un poco mas. Ahi fue cuando me manche de sangre toda la camiseta y la cara y el cuello. Y aunque dolio no estuvo tan mal, porque a partir de ahi se me ocurrio un truco nuevo para seguir andando, y fue que cada vez que veia una pandilla o a alguien sospechoso me ponia a hacer eses y a caminar a tropezones como si estuviera a punto de desmayarme; y entonces todo el mundo se apartaba y me dejaba pasar como si manchase, porque ya sabes que en el Barrio lo mejor es que no te vea nadie, pero, si te ven, entonces lo mejor es que se te vea demasiado. Quiero decir que, si llamas mucho la atencion, tambien te evitan; y yo llamaba mucho la atencion con toda la sangre encima y andando de ese modo.

»Y asi camine otro monton de tiempo y ya iba ciego de hambre a pesar de las manzanas que habia cogido en la fruteria; y llegue al limite del Barrio, a un parque seco y grande que si lo cruzas al otro lado empieza ya la Ciudad Bonita. Entre en el parque y me lave la sangre de la cara en una fuente, porque pense que alli llamar la atencion ya no era bueno. Estaba todo lleno de ninos, era por la tarde; y vi a una nina sentada en una piedra que estaba haciendole ascos a un bocadillo, era una chica delgadita y con las rodillas peladas, y me sente a su lado y nos pusimos a hablar. Ella dijo que su madre la obligaba a comerse ese bocadillo asqueroso de mortadela, lleno de pizcas negras que picaban muchisimo; y era verdad que la madre nos miraba fijamente desde el banco de enfrente, a pocos metros, con una cara furiosa. Yo le dije a la nina que si queria yo podia hacer como que le robaba el bocadillo y ella contesto que si, que que estupendo; entonces le explique que tenia que mirar para otro lado y sujetar el pan con los dedos flojitos. La nina lo hizo asi y yo pegue un tiron del bocadillo y sali corriendo, oi los gritos de la madre a mi espalda pero claro esta que no pudo alcanzarme; me comi la mortadela y me supo muy buena.

»Al fin llegue a una estacion, que era adonde yo queria llegar porque tenia pensado irme de la ciudad aunque todavia no habia decidido de que modo me iba a subir al tren. Alli habia mucha gente, rapidas piernas que daban zancadas para uno y otro lado del vestibulo, maletas y bolsas, carritos y paquetes. Yo estaba muy cansado, cansadisimo, y pense que seria bueno dormir un poquito. Asi que aproveche el re- vuelo y entre en los retretes; me meti en uno de los cuartitos, eche el cerrojo y me tumbe en el suelo, acurrucado contra la pared junto a la taza. Me dormi enseguida y me desperte no se cuanto tiempo despues, con una cara enorme muy cerca de la mia y una manaza dura que me zarandeaba. Fue un susto muy grande, porque se trataba de un policia; me saco en volandas del retrete y era un guardia altisimo y con cara feroz que gritaba cosas que yo no entendia. Enseguida vino una mujer policia con una man- ta y me cogio en brazos, y eso me gusto mas.

»Salimos de la estacion, yo envuelto en la manta y de la mano de la mujer uniformada, y afuera el cielo estaba muy negro y la ciudad vacia. Debia de ser muy tarde, mas tarde que nunca en toda mi vida, con excepcion de la noche de la verbena y del Gran Fuego, y por primera vez me alegre de que los guardias estuvieran cerca. Subimos a un coche de policia, tendrias que haberlo visto, todo nuevo y con el tablero lleno de luces, y nos fuimos a la comisaria y me dieron leche con cacao y galletas y una cama. Pero pese al cansancio que sentia no conseguia dormirme porque todo era muy excitante; y estuve pensando que era una lata ser tan pequeno y que por eso me habian detenido.

»Yo quiero crecer, sabes, quiero crecer cuanto antes, lo mas pronto posible. Y cuando crezca no sere como mi madre, no, porque mama no manda nada. Y no quiero ser como mi padre, porque papa no me dejaria ser como el, me mataria antes si sospechara que yo iba a ser como el y que le podria quitar el sitio. Y tampoco quiero ser como la enana porque no la entiendo, yo no tengo imaginacion porque no tengo tiempo para eso; y ademas un dia vi como los chicos del Barrio le tiraban piedras y ella puede que sea una bruja poderosa, pero no hizo otra cosa que correr, y como es tan pequena corria poco. Asi que he decidido que voy a ser como la abuela, pero como la abuela antes del Gran Fuego, cuando era tan alta y mandaba tanto, como cuando saco la pistola aquella con el Portugues y el Hombre Tiburon. Claro que me parece que lo de ser abuela no es una profesion, quiero decir que hay que hacer algo mas para ganarse la vida. Yo soy bueno para fingir, asi que creo que puedo ser actor; y tambien puedo ser comerciante, porque los negocios me gustan bastante. Pero lo me- jor que tengo es la memoria, y lo mucho que me fijo y lo bien que conozco a todo el mundo; asi que creo que se me daria muy bien ser chantajista, como dicen que es el marido de la Rita, que es una profesion que mueve muchisimo dinero, y si no fijate, la tienda que tiene Rita. Y esto te lo digo a ti pero no se lo cuentes a nadie mas porque todavia es un secreto.

»El caso es que pensando en todo esto debi de quedarme dormido en la comisaria, porque de nuevo recuerdo que alguien me desperto y ya era de dia.

Me dieron otra vez mas leche con cacao y mas galletas, y vino un senor a verme que decian que era medico y un hombre y una mujer nuevos que empezaron a preguntarme cosas. Yo les menti con mucha educacion y les dije que no me acordaba de mi apellido, que no sabia donde vivia y que me habia perdido. De la ceja rota y la sangre en la camiseta dije que habia tropezado y me habia caido, y de las cicatrices de los golpes antiguos dije que me las habia hecho un chico muy malo que se llamaba Buga, porque como esta muerto pense que no importaria mencionarlo, y siempre es bueno soltar algun nombre para que se queden contentos. Luego me metieron otra vez en el coche y me trajeron a casa, como viste. Todo el rato insistieron muchisimo en preguntarme la misma pregunta: que como me trataban en mi casa. Y yo siempre conteste que mi mama y mi papa me querian mucho, porque los policias pasan pero los padres quedan. Incluso los padres que se van siempre regresan.”

Cuando vinimos al nuevo piso, despues del Gran Fuego, la pequena cama de la abuela le quedaba tan apretada que abarcaba ambas orillas con caderas y hombros. Pero con el tiempo el lecho fue aflojandose en torno a su cuerpo, como se aflojan los trajes alrededor de los hombres obesos que enferman y adelgazan. Habia encogido tanto dona Barbara que ahora apenas si hinchaba un poco la sabana y eso unicamente por el centro; y no se trataba de que hubiera perdido algunos kilos, sino que habia menguado incluso en aquellas zonas del cuerpo que son imposibles de menguar como las manos, que antes eran unas manazas dominadoras y unos punos temibles, y ahora tan solo eran un monton de huesillos, aranitas traslucidas paseando torpe y lentamente por el embozo.

A veces perdia la voz, o quiza se encontrara tan debil que no tenia fuerzas para exhalar el aire; y entonces senalaba hacia si misma con su mano de alambre, y pedia por gestos que la movieramos un poco, que la

Вы читаете Bella y oscura
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату