otros hasta este amanecer, pero cada grupo de hombres aceptaba de las manos del Nido Estelar los ninos que se les entregaban. Dirigieron flotando los bastidores hasta las burbujas blancas que transportaban a sus companeras geneticas. A medida que cada constelacion se reagrupaba alrededor de sus replicadores, las pantallas de fuerza pasaban de un sombrio blanco de luto a colores brillantes, un arco iris luminoso. Las burbujas irisadas salieron del anfiteatro, escoltadas por sus companeros varones, mientras el horizonte montanoso al otro lado del lago se recortaba contra el fuego del amanecer, y en el cielo las estrellas se difuminaban en el azul.
Cuando los hauts llegaran a sus enclaves, dispersos por todo el planeta, los ninos serian entregados de nuevo a sus amas de cria y asistentes ghem para extraerlos de los replicadores. Y pasarian a los nidos nutrientes de sus diversas constelaciones. Padre e hijo podrian no volver a verse. Sin embargo, esta ceremonia parecia algo mas que un mero protocolo haut. ?No se nos pide a todos que entreguemos a nuestros hijos al mundo, en el fondo? Los Vor lo hacian, en sus ideales al menos. «Barrayar devora a sus hijos», habia dicho su madre una vez, segun su padre, mirando a Miles.
«Bueno —penso Miles, cansado—. ?Somos heroes aqui hoy, o los mas grandes traidores de la historia?» ?En que se convertirian con el tiempo aquellos diminutos haut? ?En grandes hombres y mujeres? ?En enemigos terribles? ?Habia salvado, sin saberlo, a alguna futura nemesis de Barrayar, enemigo y destructor de sus propios hijos aun por nacer?
Y si algun cruel dios le hubiera vaticinado tan oscura precognicion o profecia, ?podria haber actuado de forma diferente?
Tomo la mano de Ekaterin con su propia mano fria: los dedos de ella envolvieron los suyos con calor. Ya habia luz suficiente para ver su rostro.
—?Te encuentras bien, amor? —murmuro ella, preocupada.
—No lo se. Vamonos a casa.
EPILOGO
Se despidieron de Bel y Nicol en la orbita de Komarr.
Miles habia acudido a las oficinas de la estacion de transito de Asuntos Galacticos de SegImp para el ultimo informe de Bel, en parte para anadir sus propias observaciones, en parte para encargarse de que los chicos de SegImp no fatigaran al hermafrodita de manera indebida. Ekaterin los acompano a ambos, tanto para testificar como para asegurarse de que Miles no se fatigaba. Miles fue despedido antes que Bel.
—?Estais seguros de que no quereis venir a la Mansion Vorkosigan? —pregunto Miles ansiosamente, por cuarta o quinta vez, mientras se reunian para una ultima despedida en un salon superior—. Os perdisteis la boda, despues de todo. Podriamos pasarlo muy bien. Mi cocinera sola ya merece el viaje, os lo prometo.
Miles, Bel, y por supuesto Nicol, viajaban en flotadores. Ekaterin permanecia de pie con los brazos cruzados, sonriendo levemente. Roic patrullaba un perimetro invisible, como si odiara tener que ceder su trabajo a los guardias de SegImp. El soldado llevaba en alerta continua tanto tiempo, penso Miles, que habia olvidado como descansar. Comprendia la sensacion. Decidio que Roic se merecia al menos dos semanas seguidas de descanso cuando regresaran a Barrayar.
Nicol alzo las cejas.
—Me temo que molestariamos a vuestros vecinos.
—Los caballos saldrian de estampida, si —dijo Bel.
Miles, sentado, se inclino: su flotador oscilo levemente.
—Os gustaria mi caballo. Es enormemente amistoso, por no mencionar que es demasiado viejo y perezoso para irse de estampida a ninguna parte. Y garantizo personalmente que con un lacayo Vorkosigan a tu espalda, ni el mas palurdo del lugar se atreveria a insultarte.
Roic, que pasaba cerca en su orbita, asintio, confirmando sus palabras.
Nicol sonrio.
—Gracias igualmente, pero creo que prefiero ir a algun sitio donde no necesite un guardaespaldas.
Miles hizo tamborilear los dedos en el borde de su flotador.
—Estamos trabajando en ello. Pero mirad, de verdad, si…
—Nicol esta cansada —dijo Ekaterin—, probablemente siente anoranza de su hogar, y tiene un hermafrodita convaleciente que cuidar. Supongo que se alegrara de volver a su propio saco de dormir y a su propia rutina. Por no mencionar a su musica.
Las dos intercambiaron una de esas miradas de la Liga de Mujeres, y Nicol asintio, agradecida.
—Bien —dijo Miles, claudicando reacio—. Cuidaos, entonces.
—Y tu tambien —lo reprendio Bel—. Creo que es hora de que dejes esos jueguecitos de operaciones encubiertas, ?no? Ahora que vas a ser padre y todo eso. Entre esta vez y la ultima vez, el Destino ha tenido que medirte bien la distancia de tiro. Creo que es mala idea darle una tercera oportunidad.
Miles se miro involuntariamente las palmas de las manos, plenamente curadas ya.
—Tal vez. Dios sabe que Gregor tendra probablemente esperandome una lista de tareas domesticas tan larga como todos los brazos de los cuadris juntos. La ultima fue encargarme de una serie de comites que venian, ?te lo imaginas?, con una propuesta de bioleyes para que el Consejo de Condes la aprobara. Duro un ano. Si empieza otra vez con eso de «eres medio betano, Miles, eres el hombre adecuado…», creo que me dare la vuelta y echare a correr. —Bel solto una carcajada—. Echale un ojo por mi al joven Corbeau, ?quieres? —anadio Miles—. Cuando lanzo asi a un protegido para que se hunda o nade, normalmente prefiero estar cerca con un salvavidas.
—Garnet Cinco me envio un mensaje, despues de que le comunicara que Bel iba a sobrevivir —dijo Nicol—. Dice que de momento les va bien. En cualquier caso, el Cuadrispacio no ha declarado a todas las naves de Barrayar non gratas para siempre ni nada por el estilo todavia.
—Eso significa que no hay ningun motivo para que vosotros dos no podais regresar algun dia —senalo Bel —. O, en cualquier caso, permanecer en contacto. Ahora somos libres para comunicarnos abiertamente, si me permites el comentario.
Miles sonrio.
—Si es discretamente. Si. Es verdad.
Intercambiaron unos cuantos abrazos muy poco barrayareses; a Miles no le importo que pudieran pensar sus vigilantes de SegImp. Flotando y agarrado de la mano de Ekaterin, Miles vio como la pareja se perdia de vista camino de los puntos de embarque de naves comerciales. Pero incluso antes de que rodearan la esquina sintio que su rostro era atraido, como por una fuerza magnetica, hacia la direccion contraria: hacia el brazo militar de la estacion, donde los esperaba la
El tiempo se marco en su cabeza.
—Vamos.
—Oh, si —dijo Ekaterin.
Tuvo que acelerar su flotador para mantener el ritmo de sus zancadas.
Gregor esperaba para recibir a su regreso al lord Auditor y a lady Vorkosigan, en una recepcion especial en la Residencia Imperial. Miles esperaba que la recompensa que el Emperador tuviera en mente fuera menos preocupante y rara que la de las damas haut. Pero la fiesta de Gregor iba a tener que ser pospuesta un dia o dos. La noticia que el tocologo de la Casa Vorkosigan habia enviado era que la estancia de los ninos en el replicador se habia extendido casi al maximo de sus posibilidades. Habia suficiente reprimenda medica en el tono del mensaje que ni siquiera hicieron falta los nerviosos chistes de Ekaterin sobre gemelos de diez meses y cuanto se alegraba de que existieran los replicadores para que Miles apuntara en la direccion correcta, sin mas malditas interrupciones.
Habia pasado por esos regresos a casa un millar de veces, sin embargo aquel parecia distinto a todos. El vehiculo de tierra del espaciopuerto militar, que conducia el soldado Pym, aparco bajo el porche de la Mansion Vorkosigan. Ekaterin salio primero y miro anhelante hacia la puerta, pero se detuvo para esperar a Miles.
Al abandonar la orbita de Komarr, hacia cinco dias, Miles habia cambiado el despreciable flotador por un baston algo menos despreciable, y se paso el viaje cojeando incesantemente arriba y abajo de los limitados pasillos de la