que esperaba. Tal vez podria conseguir un baston de estoque como el del comodoro Koudelka mientras tanto. Se puso en pie, hizo girar el baston con un breve gesto de desafio y le ofrecio el brazo a Ekaterin. Ella deposito suavemente la mano sobre el, dispuesta a agarrarlo con disimulo si era necesario. Las dobles puertas se abrieron, dando paso al gran vestibulo de entrada pavimentado de blanco y negro.

Una multitud los estaba esperando, encabezada por una mujer de cabello rojizo y sonrisa complacida. La condesa Cordelia Vorkosigan abrazo primero a su nuera. Un hombre fornido y de pelo blanco avanzo desde la antecamara situada a la izquierda, el rostro iluminado de placer, y se coloco en fila para tener su oportunidad de abrazar a Ekaterin antes de volverse hacia su hijo. Nikki bajo corriendo las escaleras y se lanzo a los brazos de su madre, y le devolvio el fuerte apreton con solo un atisbo de rubor. El chico habia crecido al menos tres centimetros en los dos ultimos meses. Cuando se volvio hacia Miles, copio el apreton de manos del conde con asombrosa resolucion propia de adultos; Miles descubrio que tenia que mirar hacia arriba para verle la cara a su hijastro.

Una docena de hombres de armas y sirvientes esperaban sonrientes: Ma Kosti, la cocinera sin igual, entrego a Ekaterin un esplendido ramo de flores. La condesa entrego un mensaje de felicitacion por su proxima paternidad, torpemente redactado pero sincero, de parte de Mark, el hermano de Miles, que estaba en la Universidad de la Colonia Beta, y otro mas fluido de parte de su abuela Naismith. El hermano mayor de Ekaterin, Will Vorvayne, inesperadamente presente, saco vids de todo.

—Enhorabuena —le estaba diciendo a Ekaterin el virrey conde Aral Vorkosigan—, por un trabajo bien hecho. ?Te gustaria otro? Estoy seguro de que Gregor podria encontrarte un puesto en el Cuerpo Diplomatico despues de esto, si lo quieres.

Ella se echo a reir.

—Creo que ya tengo al menos tres o cuatro trabajos. Preguntamelo otra vez, oh, digamos dentro de veinte anos. —Su mirada se dirigio a la escalera que conducia a los pisos superiores, y a la habitacion de los ninos.

La condesa Vorkosigan capto la mirada.

—Todo esta preparado y esperando a que esteis listos —dijo.

Despues de un ligero aseo en su suite del segundo piso, Miles y Ekaterin consiguieron atravesar el pasillo repleto de sirvientes para encontrarse de nuevo con el resto de la familia en el cuarto de los ninos. Con la presencia del equipo medico (un tocologo, dos tecnomeds, y un bio-mecanico), la pequena sala que daba al jardin trasero estaba llena hasta los topes. Parecia un nacimiento tan publico como los que habian soportado aquellas pobres esposas de monarcas en las viejas historias, excepto que Ekaterin tenia la ventaja de estar de pie, vestida y de mantener la dignidad. Todo era alegre excitacion, nada de sangre ni dolor ni miedo. Miles decidio que lo aprobaba.

Los dos replicadores, libres de sus bastidores, permanecian el uno al lado de otro sobre una mesa, llenos de promesas. Un tecnomed terminaba de aplicar una canula a uno.

—?Continuamos? —pregunto el tocologo.

Miles miro a sus padres.

—?Como lo hicisteis vosotros, entonces?

—Aral alzo un cierre —dijo su madre—, y yo alce el otro. Tu abuelo, el general Piotr, se mantuvo cerca y acechante, pero cambio de modo de pensar mas tarde.

Sus padres intercambiaron una sonrisa privada, y Aral Vorkosigan sacudio la cabeza tristemente.

Miles miro a Ekaterin.

—A mi me parece bien —dijo ella. Sus ojos brillaban de alegria. El corazon de Miles se animo al pensar que el le habia producido toda esa felicidad.

Avanzaron hasta la mesa. Ekaterin la rodeo, y los tecnicos se apartaron; Miles engancho su baston en el borde, se apoyo en una mano y alzo la otra para copiar el gesto de Ekaterin. Un doble chasquido sono en los cierres. Se apartaron y repitieron el gesto con el segundo replicador.

—Bueno —susurro Ekaterin.

Luego fueron ellos quienes tuvieron que apartarse, y observaron con irracional ansiedad como el tocologo abria la primera tapa, apartaba el tubo de intercambio, rompia el amnios y alzaba a la luz a la criatura rosada y resbaladiza. Unos cuantos momentos de tension mientras despejaba sus vias respiratorias, secando y cortando el cordon; Miles respiro de nuevo cuando lo hizo tambien el pequeno Aral Alexander y tuvo que parpadear porque los ojos le ardian. Se sintio un poco menos en evidencia cuando advirtio que su padre se secaba los ojos tambien. La condesa Vorkosigan se agarro las faldas, obligando a sus ansiosas manos de abuela a esperar su turno. La mano del conde sobre el hombro de Nikki se tenso, y Nikki, situado en el centro, en un puesto inmejorable, alzo la barbilla y sonrio. Will Vorvayne revoloteo alrededor tratando de conseguir mejores angulos vid, hasta que su hermana menor adopto su mejor voz de lady Ekaterin Vorkosigan y acabo con sus intentos de convertirse en director de escena. El parecio sobresaltarse, pero se retiro.

Siguiendo un acuerdo tacito, Ekaterin fue la primera en sostener a su nuevo hijo mientras observaba como el segundo replicador entregaba a su primera hija. Miles se apoyo en su baston, devorando con los ojos la sorprendente vision. Un bebe. Un bebe de verdad. Suyo. Habia pensado que sus hijos parecian bastante reales cuando tocaba los replicadores donde crecian. Eso no era nada comparado con esto. El pequeno Aral Alexander era tan pequeno… Parpadeo y se desperezo. Respiraba, respiraba de verdad, y hacia chasquear placidamente sus diminutos labios. Tenia una notable cantidad de pelo negro. Era maravilloso. Era… aterrador.

—Tu turno —dijo Ekaterin, sonriendole.

—Yo… creo que sera mejor que me siente, primero.

Miles casi se desplomo en un sillon que le acercaron rapidamente. Ekaterin deposito el bultito envuelto en sabanas sobre sus atemorizados brazos. La condesa se asomo desde detras del sillon como una especie de buitre maternal.

—Parece tan pequeno…

—?Que, cuatro kilos cien! —exclamo la madre de Miles—. Es un hombreton. Tu tenias la mitad de su tamano cuando te sacaron del replicador.

Continuo haciendo una poco halagadora descripcion de Miles en ese momento, que Ekaterin no solo se trago, sino que animo.

Un fuerte aullido desde la mesa del replicador hizo que Miles diera un respingo; alzo ansiosamente la cabeza. Helen Natalia anunciaba su llegada sin ningun tipo de miramientos, agitando los punos libres y aullando. El tocologo completo su examen y la entrego con cierta premura a los brazos de su madre. Miles estiro el cuello. Los rizos oscuros y mojados de Helen Natalia iban a ser tan rojizos como se habia prometido, cuando se secaran.

Con dos bebes para repartir, todo el mundo puesto en fila para tenerlos en brazos tendria su oportunidad muy pronto, decidio Miles, mientras aceptaba a Helen Natalia, que todavia hacia ruiditos, de brazos de su sonriente madre. Podian esperar unos instantes mas. Contemplo a los dos bultos que mas que llenaban su regazo con una especie de sorpresa cosmica.

—Lo hicimos —le murmuro a Ekaterin, ahora encaramada al brazo del sillon—. ?Por que no nos detuvo nadie? ?Por que no hay mas reglas para este tipo de cosas? ?Que loco en su sano juicio me pondria a mi a cargo de un bebe? ?De dos bebes?

Ella fruncio el ceno, en burlona mueca de compasion.

—No te apures. Estoy aqui sentada pensando que once anos parece de pronto mas tiempo del que creia. No recuerdo nada de como son los bebes.

—Estoy seguro de que lo recordaras todo. Sera, hum, como pilotar un volador.

Miles se habia considerado el punto maximo de la evolucion humana. En aquel momento se sentia mas como el eslabon perdido. Creia que lo sabia todo. Sin duda no sabia nada. ?Como se habia vuelto su vida una completa sorpresa para el, tan completamente desorganizada? Su cerebro habia bullido con un millar de planes para estas vidas diminutas, visiones de un futuro a la vez esperanzado y ominoso, gracioso y temible. Por un instante, todo parecio detenerse. «No tengo ni idea de como van a ser estas dos personas.»

Luego les toco el turno a todos los demas: Nikki, la condesa, el conde. Miles observo con envidia como su padre sostenia con seguridad al bebe sobre su hombro. Helen Natalia dejo de llorar alli, reduciendo el nivel de ruido a una queja mas generalizada e inconexa.

Ekaterin deslizo su mano en la suya y apreto con fuerza. Fue como zambullirse en caida libre hacia el futuro. Miles devolvio el apreton, y volo.

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