La trama comenzaba a cobrar sentido. El viejo queria envenenar al amante de la muchacha persuadiendola de que la hierba fatal era una pocion de amor. Al parecer ella no habia comprendido sus intenciones (los personajes de las satiras eran increiblemente estupidos), pero se negaba a comprar por otras razones.
De pronto el viejo entono una cancion operistica. Su voz no era mala, a pesar de la exageracion destinada al efecto comico.
En ese momento el enmascarado Mebbekew brinco al escenario e interpelo al publico.
Continuaron en un extrano duelo donde el vendedor de pociones cantaba una linea y el joven personaje de Mebbekew respondia con un comentario hablado dirigido al publico:
Una vision del Alma Suprema. Fuego. A Nafai no le gusto el cariz que tomaban las cosas. No le gustaba que la mascara del viejo vendedor de pociones tuviera una desgrenada melena de cabello blanco y una abundante barba. ?Era posible que el rumor se hubiera difundido tan pronto? Algunos autores de satiras eran famosos por escuchar los chismes antes que los demas (a menudo la gente presenciaba las satiras solo para enterarse de las novedades) y muchos espectadores se marchaban preguntandose de que se trataba.
Mebbekew estaba tocando una caja del escenario. El autor le dijo:
—Olvida el efecto del fuego. Fingiremos que funciona.
—Hay que probarlo alguna vez —respondio Mebbekew.
—Ahora no.
—?Cuando?
El autor se levanto, camino hacia el escenario, hizo bocina con las manos y bramo:
—?Probaremos… el… efecto… despues!
—Bien —asintio Meb.
Cuando el autor regreso a su sitio, anadio:
—Ademas, tu no activaras el efecto.
—Perdon —dijo Meb.
Regreso detras de la caja que presuntamente debia lanzar una columna de fuego esa noche. Los otros enmascarados volvieron a sus puestos.
—Fin de la cancion —prosiguio Meb—. Efecto de fuego. El vendedor de pociones y la muchacha alzaron las manos remedando sorpresa.
—?Una columna de fuego! —exclamo el vendedor de pociones.
—?Como pudo aparecer fuego en una desnuda roca del desierto? —exclamo la muchacha—. ?Es un milagro! El vendedor de pociones se volvio hacia ella.
—?No sabes de que hablas, zorra! ?Yo soy el unico que puede verlo! ?Es una vision!
—?No! —grito Mebbekew con voz profunda—. ?Es un efecto especial!
—?Un efecto especial! —exclamo el vendedor—. Entonces tu has de ser…
—En efecto.
—?Ese viejo farsante, el Alma Suprema!
—?Me enorgullecen tus imposturas! ?Enganas a esa tonta con galanura!
—Enganarla cuesta poco, pues eres mi gran maestro.
—?No! —trono el autor—. ?No
—Claro, claro —dijo el joven enmascarado que hacia de vendedor de pociones—. Asi perdemos el sentido, pero al menos rima.
—No importa que perdamos el sentido, mozalbete arrogante. Lo importante es que no perdamos dinero.
Todos rieron, aunque era evidente que los actores no le tenian gran simpatia al autor. Reanudaron la escena y poco despues Meb y el vendedor de pociones se lanzaron a cantar y balar celebrando su ingenio para estafar a la gente, que en general era muy credula, sobre todo las mujeres. Cada distico de la cancion parecia destinado a agraviar a un sector del publico, y la cancion continuo hasta que cada ciudadano de Basilica fue victima de sus escarnios.
Mientras ellos cantaban y bailaban, la muchacha fingia asar una comida en las llamas.
Meb recordaba la letra mejor que el otro enmascarado, y aunque Nafai sabia que la escena estaba destinada a humillar a Padre, no pudo dejar de notar que Meb era bastante bueno en el canto y que pronunciaba cada palabra con gran claridad. Yo tambien podria hacerlo, penso Nafai.
La cancion regresaba una y otra vez al estribillo:
Cuando termino la cancion el Alma Suprema —Meb— habia persuadido al vendedor de pociones de que el mejor modo de engatusar a las mujeres de Basilica era convencerlas de que el recibia visiones del Alma Suprema.
—Son ninas tan candorosas —dijo Meb— que se tragan cualquier cosa.
La escena concluyo cuando el vendedor se llevo a la muchacha del escenario diciendole que habia tenido una vision de la ciudad de Basilica en llamas. El autor habia optado por aliteraciones en vez de rimas, y el verso resultaba mas natural pero menos divertido.
—?Por que prefieres perder tiempo con un pequenin lampino y nono? Mejor fuera follar sin freno con un vejete feo y fogoso, y asi asimilar su Alma Suprema.
—De acuerdo —intervino el autor—. Funcionara. Ahora veamos la escena de la calle.
Otro grupo de enmascarados subio al escenario. Nafai cruzo el parque para acercarse a Mebbekew, quien, con la mascara puesta, ya estaba garabateando nuevos dialogos en un papel.
—Meb.
Meb se volvio sorprendido, tratando de ver mejor a traves de los pequenos orificios de la mascara.
—?Como me has llamado? —Entonces vio que era Nafai. Se levanto de un brinco y trato de alejarse—. Alejate de mi, mequetrefe.
—Meb, tengo que hablar contigo. Mebbekew siguio caminando.
—?Antes de que actues esta noche en la obra! —grito Nafai. Meb se volvio bruscamente.
—No es una obra, es una satira. No soy un actor, soy un enmascarado. Y tu no eres mi hermano, eres un torpe. La furia de Meb lo desconcerto.
—?Que te he hecho? —pregunto Nafai.
—Te conozco, Nyef. Siempre terminas contandoselo todo a Padre.
Como si Padre al fin no fuera a averiguar que su hijo participaba en una satira destinada a ridiculizarlo ante toda la ciudad.