conveniente. Conociendo a Van Atta, practicamente era lo primero que pensaria.
—Gracias —replico Leo.
—Yo conocia a Van Atta. No lo conocia a usted. —Minchenko hizo una pausa. Luego prosiguio—: Todavia no lo conozco. ?Que piensa que esta haciendo?
—?No resulta obvio?
—No. No del todo. Es cierto, pueden resistir en el Habitat durante unos meses, una vez separados de Rodeo… Tal vez anos. Podrian hacer frente a los contraataques, si fueran lo suficientemente conservadores e inteligentes. Pero, ?despues que? Aqui no hay ninguna opinion publica que venga a rescatarlos, ni tampoco un publico a quien impresionar. Esto solo es la mitad, Graf. No han tomado las precauciones necesarias en caso de que necesiten ayuda…
—No estamos pidiendo ayuda. Los cuadrumanos van a rescatarse a si mismos.
—?Como? —pregunto Minchenko, en un tono de voz burlon. Tenia los ojos iluminados.
—Lanzaremos el Habitat. Luego seguiremos adelante.
Hasta el propio Minchenko se quedo en silencio por un momento.
Leo termino de luchar dentro de su uniforme rojo y encontro la herramienta que estaba buscando. Apunto firmemente a Minchenko con el soldador laser. No parecia ser una tarea que pudiera delegar facilmente a los cuadrumanos.
—Y usted —dijo rigidamente— puede ir a la Estacion de Transferencia en el compartimento sanitario con el resto de los terrestres. En marcha.
Minchenko apenas miro el soldador. Hizo un gesto de desprecio por el arma y por quien la esgrimia.
—No sea mas estupido de lo que puede, Graf. Se que embaucaron a ese cretino de Curry, de manera que todavia hay por lo menos unas quince chicas cuadrumanas embarazadas alli fuera. Sin tener en cuenta los resultados de los experimentos no autorizados, que, a juzgar por el numero de preservativos que hay en esa caja dentro del cajon del escritorio de mi oficina, deben ser significativos.
Kara comenzo a sentir una desesperacion culpable. —?Por que cree que las obligue a que me trajeran la usted? —agrego Minchenko—. Entienda, Graf —miro a Leo con ojo severos—, si se deshace de mi, ?que planea hacer si una de ellas se presenta en el parto con placenta previa? ?O con un prolapso de utero posparto? ?O con cualquiera otra emergencia medica que requiera algo mas que una cinta adhesiva?
—Bueno… pero… —Leo estaba desbancado. No sabia lo que era una placenta previa, pero no creia que fuera algo insignificante. Tampoco ninguna explicacion del termino haria algo para calmar la ansiedad que en el engendraba. ?Era algo que podia ocurrir, dadas las alteraciones de la anatomia cuadrumana?—. Hay que elegir. Quedarse aqui significa la muerte para todos los cuadrumanos. El hecho de irse es una eleccion, no una garantia, de vida.
—Pero me necesita —argumento Minchenko.
—Tiene que… ?Que? —A Leo se le trabo la lengua.
—Me necesita. No puede deshacerse de mi. —Los ojos de Minchenko se centraron por una fraccion de segundo en el soldador.
—Bueno… —Leo se atraganto—, tampoco puedo secuestrarlo.
—?Quien le esta pidiendo que lo haga?
—Usted, evidentemente… —carraspeo—. Mire, no creo que entienda. Me estoy llevando este Habitat y no vamos a volver, nunca. Nos iremos tan pronto como podamos, mas alla de todo mundo habitado. Es un pasaje de ida.
—Me siento mejor. En un principio, pense que iban a intentar algo estupido.
Leo descubrio que sus emociones eran confusas. Una mezcla de sospecha, ?de celos? Y hasta una anticipacion marcada… ?Que tipo de alivio seria no tener que llevar a cabo esto solo?
—?Esta seguro?
—Ellos son mis cuadrumanos… —dijo Minchenko mientras apretaba las manos y las abria—. De Daryl y mios. No creo que llegue a entender cual fue el trabajo que realizamos, que buen trabajo hicimos al crear a esta gente. Estan perfectamente adaptados a su medio. Superior a todo sentido. Fue el trabajo de treinta y cinco anos. ?Voy a permitir que un extrano se los lleve por la galaxia, vaya a saber a que destino incierto? Por otra parte, Galac-Tech
—Perdera la pension —senalo Leo—. Tal vez su libertad… Y posiblemente la vida.
—No me queda mucha —replico Minchenko.
No era cierto, penso Leo. El biocientifico poseia una vida enorme. Mas de tres cuartos de siglo de experiencia. Cuando este hombre muriera, un universo de conocimiento especializado desapareceria. Los angeles llorarian por la perdida. A menos que…
—?Podria preparar a medicos cuadrumanos?
—De lo que estoy completamente seguro es de que usted no podria, — Minchenko
Leo miro a su alrededor, a los cuadrumanos que esperaban con ansiedad, escuchando… escuchando que otra vez mas los hombres con piernas decidieran su futuro. No era justo… Las palabras salieron de su boca antes de que su razonamiento lograra detenerlas.
—?Vosotros que pensais, chicos?
Hubo un grito irregular pero inmediato en favor de Minchenko.
—Muy bien.
?Como podia ser que, de repente, uno sintiera que pesaba veinte kilos menos cuando en realidad no pesaba nada? Placenta previa, Dios. La reaccion de Minchenko no fue de placer inmediato.
—Hay algo… —comenzo a decir, con una sonrisa humilde, que no cuadraba en su rostro.
—?Que?
—La senora Minchenko.
—?Quien?
—Mi esposa. Tengo que traerla.
—Yo no… sabia que estaba casado. ?Donde esta?
—Abajo. En Rodeo.
—Cielos… —Leo tuvo que contener las ganas de arrancarse el poco cabello que le quedaba. Pramod, que estaba escuchando, le recordo: —Tony tambien esta abajo. —Lo se, lo se y le prometi a Claire… No se como ; vamos a solucionarlo…
Minchenko estaba esperando. Su expresion era intensa. No era un hombre acostumbrado a rogar. Solo sus ojos suplicaban. Leo estaba conmovido.
—Lo intentaremos. Lo intentaremos. Es todo lo que puedo prometer.
Minchenko asintio con gravedad.
—Por cierto, ?como se va a sentir la senora Minchenko cuando se entere de todo esto?
—Ha detestado Rodeo durante veinticinco anos —afirmo Minchenko… como de pasada, penso Leo—. Estara encantada de irse de alli. —Minchenko no agrego
—Muy bien. Bueno, aun tenemos que reunir a todos esos rezagados y deshacernos de ellos…
Leo se pregunto si era posible morir de un ataque de ansiedad. Condujo al pequeno grupo que se encontraba en el vestuario.
Claire volaba de un pasamanos a otro por los pasillos. Por fin habia logrado calmarse, aunque el corazon le saltaba de emocion. Las compuertas que llevaban al gimnasio estaban abarrotadas de cuadrumanos. Tuvo que contenerse para no abrirse paso a codazos. Una de sus antiguas companeras de dormitorio, que llevaba camiseta y shorts rosados, la reconocio con una sonrisa y le extendio una de las manos inferiores para ayudarla a pasar por