– ?Ya esta? ?No hay nadie mas a quien culpar del juego inmundo que queriendo o sin querer pusiste en marcha?

Busque por la oficina hasta encontrar la guia telefonica. Empece a pasar paginas bajo la mirada de Nina.

Me detuve, saque la pistolita plateada de la mochila y la deje en la mesa, junto a su mano. Segui buscando en la guia, como si no viera de reojo que lentamente se acercaba al arma y la sostenia con mano firme:

– No necesitas buscar ahi para llamar a la policia -dijo muy seria-. Basta con marcar el 091…

No conteste, porque habia encontrado el numero y me estire sobre ella para acercar el telefono de su mesa. Marque, conteniendo la respiracion porque el reflejo de su imagen en la ventana me demostraba que la pistola estaba junto a mi rinon. Desde el auricular me llego el tono de la llamada, como una explosion. Una vez, dos, tres, cuatro, Nina moviendo una pequena palanca en la parte de atras de la pistola, cinco, sacando el cargador, seis, empujando las balitas fuera con un pulgar triste y vencido, siete, ocho, dejandola sobre la mesa, vacia y bella como un adorno mortal, nueve. Nina se quito la peluca pelirroja y la tiro al suelo. Alguien al otro lado de la linea descolgo el telefono.

– ?Viajes Argensitur? -pregunte-. Pongame con Julio. -Tape el auricular con una mano y mire a Nina-. En esta agencia trabaja un amigo mio que nos puede asesorar. Porque tengamos un monton de pasta no la vamos a despilfarrar, ?no? ?O vos te crees que a la guita la cagan los perros?

***

No fueron diez vueltas al mundo, pero no estuvo mal del todo.

Y nos reimos mucho.

Dos anos despues casi no quedaba dinero: como viene se va. En una escala en Madrid comprobamos que todo se habia calmado. Los peces gordos relacionados con el dinero robado formaban una cadena tan compleja que cuando empezaron a matarse entre ellos, cayeron uno tras otro. De la muerte de El Muerto no habia salido nada en los diarios y en lista de Correos me encontre una postal de Serrano, desde Canarias. Estaba escrita en verso.

Le propuse a Nina que lo dejaramos y no insistio ni pidio explicaciones, porque preferia no saber la verdad.

Y la verdad era que Nina era una mujer explosiva, divertida y menos superficial de lo que yo creia. Era genial y me hubiera gustado enamorarme de ella.

Pero la verdad, como Nina me enseno, es un cono; la verdad la conociamos los dos y por eso no la dijimos: de quien yo me habia enamorado sin remedio era de Noelia.

Lavapies, Casa Tirso, 2011.

Carlos Salem

***
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