un inmaculado complejo de cocinas y comedores automatizados. Rica Danwstar sintio la tentacion de hacer una pausa, y explorarlo, pero la cinta plateada no dejaba de parpadear y las luces del techo se estaban apagando una a una, como instandola a continuar por el pasillo principal.

Finalmente, el pasillo termino. Se curvo gradualmente hacia la izquierda y desemboco en otro pasillo igual de grande. El punto de reunion era una rotonda colosal de la que partian media docena de corredores no tan grandes y dispuestos en forma radial. El techo quedaba a gran distancia por encima de su cabeza. Rica miro hacia arriba y vio como minimo tres niveles mas, conectados unos con otros mediante puentes, pasarelas y grandes balconadas circulares. En el centro de la rotonda habia un gran tubo que iba desde el suelo hasta el techo. Estaba claro que era algun tipo de ascensor.

La cinta azul seguia uno de los radios, en tanto que la amarilla seguia por otro y la verde por un tercero. La cinta plateada llevaba en linea recta a las puertas del ascensor, que se abrieron al acercarse ella. Rica condujo su vehiculo hasta dejarlo pegado al tubo del ascensor, lo paro y bajo de el. Durante un segundo no supo que hacer. Las puertas del ascensor parecian invitarla a que entrara, pero ahi dentro tuvo la impresion de que se encontraria indefensa, como encerrada en una trampa.

Su vacilacion duro demasiado tiempo. Todas las luces se apagaron.

Solo la cinta plateada seguia brillando, delgada como un dedo que indicara hacia adelante. Y el ascensor tampoco se habia apagado.

Rica Danwstar fruncio el ceno, desenfundo su arma y se metio dentro.

—Arriba, por favor —dijo en voz alta. Las puertas se cerraron y el ascensor se puso en movimiento.

Jefri Lion, aunque cargado de armas, iba andando con paso bastante rapido. Se encontraba aun mejor desde que habia dejado atras a Celise Waan. De todos modos, aquella mujer no era mas que una molestia y dudaba que tuviera alguna utilidad en un combate. Habia estado pensando en si resultaria mas conveniente avanzar con cautela, pero decidio que no. No tenia miedo de Kaj Nevis ni de su traje de combate. Oh, si, no le cabia duda de que la armadura era formidable, pero despues de todo habia sido fabricada por alienigenas y Lion iba ahora armado con los ingenios mortiferos de los Imperiales de la Tierra, los frutos de la tecnologia militar del Imperio Federal de la Vieja Tierra, en su momento mas sofisticado antes del Derrumbe. Nunca habia oido hablar de los Unqi, por lo que no debian ser muy buenos como fabricantes de armas. Sin duda, no eran mas que una oscura raza esclava de los Hranganos. Si encontraba a Nevis, le ajustaria las cuentas en un momento y tambien se encargaria de esa traidora, Rica Danwstar. De ella y de su estupido aguijon. Le gustaria ver como se las arreglaba con su aguijon para enfrentarse a un canon de plasma. Si, le gustaria mucho verlo.

Lion se pregunto que planes estaria haciendo Nevis y los suyos respecto al Arca. Sin duda, debia tratarse de algo ilegal o inmoral. Bueno, no importaba demasiado porque iba a ser el quien se apoderase de la nave: el, Jefri Lion, Erudito Asociado en Historia Militar en el Centro ShanDellor, antano Segundo Analista Tactico de la Ala Tercera de los Voluntarios de Skaeglay. Iba a capturar una sembradora del CIE, con la ayuda de Tuf, si es que le encontraba, pero iba a capturarla fuera como fuera. Y, despues, nada de vender la nave para conseguir un mezquino provecho personal. No, llevaria la nave hasta Avalon, a la gran Academia del Conocimiento Humano, y se la entregaria con la unica condicion de que el iba a ser el encargado de estudiarla. El proyecto era tan colosal que muy bien podia ocuparle todo el resto de su vida y cuando hubiera terminado, el nombre de Jefri Lion, erudito y soldado, seria pronunciado con voz tan respetuosa como el del mismisimo Kleronomas, que habia creado la Academia y hecho de ella lo que era ahora.

Lion iba andando por e! centro de! pasillo con la cabeza hacia atras, siguiendo la cinta de color naranja, y mientras caminaba empezo a silbar una cancion de marcha que habia aprendido en los Voluntarios de Skaeglay, unos cuarenta anos antes. Silbaba y caminaba, caminaba y silbaba.

Hasta que la cinta se apago.

Celise Waan permanecio largo rato sentada en el suelo con los brazos apretado fuertemente contra el pecho y el rostro paralizado en una mueca de malhumor. Siguio sentada hasta que ya no pudo oir el ruido de las pisadas de Lion. Siguio sentada y medito sobre todos los insultos y humillaciones que se habia visto obligada a soportar. Todos eran unos imbeciles maleducados, del primero al ultimo. Habia cometido un grave error al comprometerse con una tripulacion tan indigna e irrespetuosa. Anittas era mas una maquina que un hombre, Rica Danwstar era una mocosa insolente, Kaj Nevis era pura y simplemente un criminal y para Haviland Tuf, no existia ningun termino adecuado. Al final, incluso su colega Jefri Lion habia resultado no ser digno de confianza. La estrella de la plaga era su descubrimiento y era ella quien se lo habia revelado y, ?que habia obtenido a cambio? Incomodidad, malos tratos y, finalmente, que la abandonaran. Bueno, pues Celise Waan no pensaba soportarlo por mas tiempo. Habia decidido que no compartiria la nave con ninguno de ellos. El descubrimiento era suyo y volveria a Shandicity para reclamarlo, acogiendose a las leyes de salvamento de ShanDellor, tal y como era su derecho, y si alguno de sus desgraciados excompaneros tenia alguna queja al respecto tendrian que llevarla a los tribunales. Mientras tanto, no pensaba dirigirles nunca mas la palabra. No, nunca mas.

Estaba empezando a dolerle el trasero y sentia que se le iban a dormir las piernas. Llevaba demasiado tiempo sentada en la misma postura. Ademas, le dolia la espalda y tenia hambre. Se pregunto si en esta nave abandonada habria algun sitio donde pudiera obtener una comida decente. Quiza lo hubiera. Los ordenadores parecian funcionar, asi como los sistemas defensivos; incluso las luces funcionaban. Por lo tanto, era muy posible que las despensas estuvieran tambien en condiciones de operar. Se puso en pie y decidio ir a echar una mirada.

Celise Waan permanecio largo rato sentada en el suelo con los brazos apretados fuertemente contra el pecho y el rostro paralizado en una mueca de malhumor. Siguio sentada hasta que ya no pudo oir el ruido de las pisadas de Lion. Si Haviland Tuf tenia claro que estaba ocurriendo algo. El nivel de ruido en la gran estancia estaba subiendo de modo lento pero apreciable. Ahora resultaria facil distinguir un zumbido grave y los gorgoteos se habian echo tambien mas perceptibles. Y en la cuba del tiranosaurio el fluido de suspension parecia estar volviendose menos espeso y sus colores habian cambiado. El liquido rojo se habia esfumado, quizas absorbido por alguna bomba, y el liquido amarillo se volvia mas transparente a cada segundo que pasaba. Tuf vio como un servomecanismo empezaba a desplegarse en un costado de la cuba. Aparentemente, le estaba dando una inyeccion al reptil aunque Tuf tuvo cierta dificultad en observar los detalles dada la poca luz.

Haviland Tuf decidio que habia llegado el instante de efectuar una retirada estrategica. Empezo a moverse, alejandose de la cuba que contenia al dinosaurio, y cuando no llevaba recorrida aun gran parte de la estancia paso ante una de las zonas con terminales de ordenador y mesas de trabajo que habia observado antes. Tuf se detuvo ante ella.

No le habia costado mucho comprender la naturaleza y el proposito de la estancia a la cual habia ido a parar por casualidad. El corazon del Arca contenia una vasta biblioteca de celulas en la que habia muestras de tejido procedentes de millones de animales y plantas distintos, asi como virus procedentes de una incontable serie de mundos, tal y como le habia dicho Jefri Lion. Esas muestras eran reproducidas por clonacion cuando los tacticos y los eco-ingenieros de la nave lo creian apropiado: de ese modo el Arca y sus naves hermanas, ya convertidas en polvo, podian crear enfermedades capaces de diezmar la poblacion de planetas enteros; insectos con los que destruir sus cosechas; ejercitos de animales capaces de reproducirse velozmente, para sembrar el caos en la cadena ecologica y alimenticia, o incluso terribles depredadores alienigenas con los cuales aterrorizar al enemigo. Pero todo debia empezar mediante el proceso de clonacion.

Tuf habia descubierto la sala donde se realizaba dicho proceso. Las zonas de trabajo incluian equipo claramente destinado a las complejas manipulaciones de la microcirugia, en tanto que las cubas, indudablemente, eran el lugar donde las muestras celulares eran cuidadas hasta alcanzar la madurez. Lion le habia hablado tambien del campo temporal, ese perdido secreto de los Imperiales de la Tierra, un campo magnetico capaz de afectar a la textura del mismisimo tiempo, aunque solo en una zona muy reducida y con un gran coste energetico. De ese modo, los clones podian alcanzar la madurez en cuestion de horas o ser mantenidos, vivos e inmutables, durante milenios.

Haviland Tuf contemplo pensativo los ordenadores, y bancos de trabajo y luego sus ojos se posaron en el cadaver de Champinon, aun entre sus manos.

El proceso de clonacion empezaba con una sola celula… Las tecnicas debian estar sin duda almacenadas en el computador y quizas hubiera incluso un programa de instrucciones. «Ciertamente», se dijo a si mismo Haviland

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