miembros y, al final, se hincharon hasta el doble de su tamano normal. Le he dado un nombre a la cosa que la mato: la llamo Plaga de Janeel. No soy demasiado bueno con los nombres. Mi plaga es distinta de la suya y carece de nombre. Cada vez que me muevo siento correr por mis huesos una llama que parece estar viva y mi piel se ha vuelto gris y quebradiza. Cada manana, al despertarme, encuentro las ropas de la cama cubiertas con trozos de carne que se me han caido de los huesos, empapadas con la sangre de las heridas que han dejado al caer.
La estrella de la plaga, ahora enorme, brilla sobre mi y ahora comprendo la razon de que sea blanca. El blanco es el color de la pureza y la estrella esta purificando este lugar. Y, sin embargo, a su contacto todo se corrompe y muere. Debe haber una sutil ironia en ello, ?verdad?
Trajimos muchas armas y vendimos muy pocas. Los cazadores nocturnos y los voladores no pueden usar arma alguna contra lo que esta acabando con ellos y desde el principio han puesto mas fe en la proteccion de los paraguas que en los rayos laser. Yo he cogido un lanzallamas de nuestro almacen y me he servido una copa de vino tinto.
Me quedare aqui, sentado, gozando del frescor, pensando en voz alta ante el cristal. Bebere mi vino y mirare a los escasos voladores que aun viven, girando y bailando, recortados contra el negro telon de la noche. Estan tan lejos que me parece ver a las gaviotas de sombra cuando vuelan sobre mi mar viviente. Bebere mi vino y recordare el sonido del mar cuando solo era un muchacho de Budakhar que sonaba con las estrellas, y cuando el vino se haya terminado usare mi arma.
(un largo silencio)
No se me ocurre nada mas que decir. Janeel conocia montones de palabras y de nombres pero esta manana la enterre.
(un largo silencio)
Si alguna vez mis palabras llegan a ser encontradas…
(una breve pausa)
Si esto es descubierto despues de que la estrella de la plaga haya palidecido otra vez, tal y como dicen los cazadores nocturnos que sucedera, no dejeis que os engane. Este mundo no es bueno, no esta hecho para vivir en el. Aqui solo hay muerte y plagas incontables. La estrella de la plaga ardera de nuevo.
(un largo silencio)
Se me ha terminado el vino.
(fin de la grabacion)
1 — LA ESTRELLA DE LA PLAGA
—No —dijo Kaj Nevis con voz firme—. Eso esta fuera de cuestion. Cometeriamos una maldita estupidez metiendo en esto a cualquiera de las grandes transcorps.
—?Ni hablar! —le replico secamente Celise Waan—. Debemos llegar hasta alli, ?cierto? Por lo tanto, necesitamos una nave. Ya he ido en naves de Salto Estelar y son perfectamente adecuadas. Las tripulaciones son de lo mas cortes y la cocina supera en mucho a lo normal.
Nevis la fulmino con la mirada. Su rostro parecia haber sido construido para ello. Era todo aristas y angulos y su lisa cabellera, peinada hacia atras, realzaba la linea de su craneo. Tenia una nariz grande y afilada como una cimitarra y sus ojillos negros brillaban medio ocultos por unas cejas igualmente negras y muy gruesas.
—?Y para que fin fueron alquiladas esas naves?
—Pues para viajes de estudio, naturalmente —replico Celise Waan. Cogio otra bola de crema del plato que habia ante ella, sosteniendola delicadamente entre el indice y el pulgar, y se la metio en la boca—. He supervisado muchas investigaciones importantes y el Centro se encargo de proporcionar los fondos para ellas.
—Permiteme indicarte algo tan obvio como la maldita nariz de tu cara —dijo Nevis—. Este no es un viaje de estudios. No pensamos hurgar en las costumbres sexuales de alguna raza primitiva. No vamos a ir excavando por ahi, en busca de algun oscuro conocimiento al que ninguna persona cuerda sonaria en darle importancia, tal y como tu estas acostumbrada a hacer. Nuestra pequena conspiracion pretende ir en busca de un tesoro de valor inimaginable. Y, si lo encontramos, no pretendemos entregarselo a las autoridades competentes. Me necesitas para que disponga de el, mediante canales no demasiado licitos y tu confias tan poco en mi que no piensas decirme en que consiste todo este maldito embrollo hasta encontrarnos a medio camino, y Lion ha contratado una guardaespaldas. Magnifico; todo eso me importa un comino. Pero entiendo tambien una cosa: no soy el unico hombre poco digno de confianza que hay en ShanDellor. En este asunto puede haber grandes ganancias y mucho poder. Si piensas seguir parloteando sobre alta cocina, entonces me largo. Tengo cosas mucho mejores que hacer, en lugar de seguir aqui sentado oyendo tus tonterias.
Celise Waan lanzo un resoplido despectivo. El resoplido fue ronco y algo humedo, como correspondia a una mujer gorda, alta y de rostro encendido como ella.
—Salto Estelar es una firma de prestigio —dijo—. Por otra parte, las leyes de salvamento…
—…no tienen el menor significado —dijo Nevis—. En ShanDellor tenemos un codigo legal, otro en Kleronomas y un tercero en Maya, ninguno de los cuales sirve para lo mas minimo. Y, caso de aplicarse la ley de ShanDellor, entonces solo obtendriamos una cuarta parte del valor del hallazgo, y eso en caso de obtener algo. Suponiendo que esa estrella tuya de la plaga sea la que realmente Lion piensa que es, y suponiendo que todavia sea capaz de funcionar, entonces quien la controle poseera una abrumadora superioridad militar en el sector. Tanto Salto Estelar como todas las otras grandes transcorps son tan codiciosas e implacables como yo, eso estoy en condiciones de jurarlo. Lo que es mas, son lo bastante grandes y poderosas como para que los gobiernos planetarios las tengan vigiladas constantemente, y permiteme indicarte que somos cuatro… cinco, contando a tu adquisicion —senalo con la cabeza a Rica Danwstar y obtuvo por toda respuesta una gelida sonrisa—. Una nave de lujo cuenta ya con mas de cinco chefs para la reposteria. Incluso en una nave pequena la tripulacion nos superaria en numero. Una vez hubieran comprendido lo que poseiamos, ?crees que nos dejarian conservarlo ni un segundo?.
—Si nos estafan les demandaremos —dijo la gruesa antropologa, con un leve matiz de petulancia en su voz, mientras cogia la ultima bola de crema.
Kaj Nevis se rio de ella.
—?Ante que tribunales? ?En que planeta? Todo ello suponiendo que se nos permita seguir con vida, lo cual es francamente improbable dado el asunto del que hablamos. Creo que eres una mujer estupida y fea.
Jefri Lion habia estado escuchando la discusion con aire de inquietud.
—Vamos, vamos… —dijo por fin, interrumpiendoles—. No empecemos con adjetivos desagradables, Nevis, no hace falta. Despues de todo, este asunto es cosa de todos —Lion, bajo y corpulento, vestia una chaqueta militar de camuflaje adornada con abundantes condecoraciones de una campana ya olvidada. Con la penumbra del pequeno restaurante, la tela de la chaqueta habia adoptado un color gris sucio que armonizaba admirablemente con la barba incipiente que Lion lucia en su rostro. Su frente, amplia y despejada, estaba cubierta por una leve capa de sudor. Kaj Nevis le ponia nervioso. Despues de todo, ese hombre tenia una reputacion. Lion miro a los demas buscando apoyo.
Celise Waan fruncio los labios y clavo la mirada en el plato vacio que tenia delante, como si con ello pudiera conseguir que volviera a llenarse. Rica Danwstar («la adquisicion», tal y como Nevis la llamaba) se reclino en su asiento con un brillo de ironica diversion en sus ojos verde claro. Bajo el mono y la chaqueta de malla plateada que vestia, su cuerpo esbelto y endurecido parecia relajado, casi indolente. Si sus patronos pensaban pasarse el dia y la noche discutiendo, no era problema suyo.
—Los insultos son inutiles —dijo Anittas. Resultaba dificil adivinar lo que pensaba el cibertec. Su rostro se componia, por igual, de metal pulido, carne y plastico translucido, sin que llegara a resultar demasiado expresivo. Los dedos de su mano derecha, de un brillante acero azulado, contrastaban con la carne de su mano izquierda, en tanto que sus ojos de metal plateado estudiaban incesantemente a Nevis, moviendose en sus receptaculos de plastico negro—. Kaj Nevis ha planteado algunas objeciones validas. Posee experiencia en estos asuntos y en esta zona, en tanto que nosotros carecemos de ella. ?De que sirve haberle metido en este asunto si ahora no estamos dispuestos a escuchar sus consejos?
—Cierto, cierto —dijo Jefri Lion—. Entonces, Nevis, ?que sugieres? Si debemos evitar el trato con las transcorps, ?como vamos a llegar hasta la estrella?